Victoria Taiser es ucraniana de alma y de nacimiento. Se encuentra entre los millones que desean la paz pero que remarcan, con un coraje que impacta, "Ucrania es nuestra tierra". Y con esa firmeza y convicción dejan en claro un punto. No habrá paz hasta que Rusia reconozca su invasión y se retire. Con 28 años, esta estudiante de Filología Española relata paso a paso cómo fue enfrentando el camino que transmutó la calma en alarmas de bombas y tanques de guerra. Pero siempre sin perder la majestuosidad que le impregna la vida a aquellos que saben detectar la belleza, aún en los detalles más simples.
Pensar en lo que atraviesan los ucranianos impone una pequeña reflexión sobre lo que se vive en Argentina. Ellos con una inflación que ya supera el 100 por ciento, casi los mismos dígitos que se conmutaron en el país. Ellos con los sueldos congelados, los trabajadores argentinos con actualizaciones que tampoco alcanzan. ¿La diferencia además del colosal vecino que amenaza con destruirlo todo? La mentalidad del ucraniano es más directa: lo que les toca vivir, es lo que les toca vivir. Y lo enfrentan con fortaleza aferrados a lo que pueden. En el caso de Victoria tomada de la mano a Dios, inmersa en la poesía y enamorada, como ella sostiene, de la música.
Porque en estos momentos lo que ella precisa es mantener la salud mental y sobre todo, bajar los niveles de estrés. Cuando inició la guerra, que está cerca de cumplir 9 meses, ella se encontraba viviendo junto a una señora en una casa a 20 kilómetros de Lviv. "Un día me desperté y comenzaron a llegar noticias de que había guerra. Parecía imposible. Pero luego empecé a investigar en las redes del alcalde y era verdad. Era pánico puro. Mi hermana vino a buscarme a esta ciudad. No sabíamos nada, los refugios no estaban todos armados", describe ella.
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Las jóvenes se dirigieron a un refugio donde se sentaron a esperar. Ella es parte de un clan de 10 hermanos que creció en un pueblo agrícola llamado Vypysky, a 50 kilómetros de Lviv. Allí la familia tiene vacas, leña y agua. Alimento, calefacción y bebida que antes no eran tan valorados por los hermanos, según cuenta Victoria, pero que se convirtieron en preciados recursos para toda la familia. El varón del clan se alistó y se fue al ejército. Antes de que lo destinaran lejos, ella y una de sus hermanas hicieron largas colas para comprarle medicinas y alimentos que le acercaron de noche, en medio del terror de una invasión que recién comenzaba.
Las sirenas, a las que se fueron acostumbrando, desataron las taquicardias y la ansiedad en todos. En especial porque la mayoría de las veces eran de noche. Así pasaron semanas sin dormir demasiado. A diferencia de las grandes ciudades, en el pueblo de Victoria sonaban las campanas de la iglesia, nada más. Decidida a ayudar Victoria, quien maneja el español y el inglés, comenzó una campaña informativa para todos los países. Sus amigas se dedicaron a dar primeros auxilios y todos encontraron una tarea. A Lviv llegaron 110 mil refugiados de las zonas más afectadas del Este. Había demasiado qué hacer.
El hermano de Victoria fue herido. Su tímpano se destrozó producto del sonido de una bomba. "Para los militares la audición es muy importante. Por eso a mi hermano lo internaron y lo operaron. Estuvo tres semanas en el hospital y ya está bien", asegura la joven. Una vez repuesto, él quiso volver a las trincheras y su camino por la libertad continuó.
Un argentino y el avión que sacó a centenas de ucranianos a España
En este contexto Victoria recibió una oferta especial para estudiar becada en España. El tema era ¿cómo salir de una Ucrania sin servicio de vuelos? Allí es donde ingresó la ayuda de un argentino, Enrique Piñeyro, titular de la ONG Solidaire, quien organizó varios vuelos que sacaron a ucranianos por Polonia camino a España.
"Fui en un vuelo que regaló un hombre argentino de Polonia a España. Vino él mismo, fuimos 250 personas en el avión. Estaremos siempre agradecidos porque en Ucrania no había vuelos. Llegar al avión no fue sencillo. Salimos a las 7 de la mañana pero una parte de las vías del tren habían sido destruídas y tuvieron que arreglarlas. Recién a las 13 el tren comenzó a andar", detalla Victoria sobre ese momento que sucedió a mediados de abril.
Hasta el 6 de agosto estuvo en el país de habla hispana. Al final vivía en Barcelona, donde además de estudiar traducía currículums de ucranianos que buscaban trabajo, los ayudaba con los ingresos a los hospitales y emitía noticias sobre su país. En contra de lo que se podría imaginar, Victoria decidió volver a Ucrania y permanecer allí.
Le resta sólo un semestre para terminar su carrera que, se suponía, sería presencial. Algo que al final no pasó. Ahora la posibilidad de volver a marcharse es cada vez más remota por la guerra pero también por la situación económica. El dólar cotiza casi a 40 Grivnas ucranianas. Pero los sueldos se mantienen igual. La inflación, según percibe Victoria, es mucho más alta y escala a un estimado de 150 por ciento en productos críticos como la nafta.
Los nuevos bombardeos, la vida entre sirenas y las bombas en Polonia
"Ahora vivo a 10 kilómetros de Lviv, la gente se alejó de las ciudades. Lejos de las centrales eléctricas donde uno es un objetivo militar", remarcó ella a las 6 am de Argentina, horario en que Victoria trabaja. Los nuevos bombardeos la sorprendieron: "yo no sabía casi nada, cortaron la luz, no hay conexión del movil, no había agua, gas, nada. Cuando aparecieron los serenos en las calles salí pero lejos de las ventanas porque cuando pasa un misil las ventanas vibran y entonces se rompen por el movimiento".
La joven detalla que cuando la luz se corta durante mucho tiempo ellos ya saben que algo malo está sucediendo. Pero que la vida, para ellos sigue. Los niños van a la escuela y luego al refugio. Ella trabaja y luego al refugio también. "Bombardearon a 10 kilómetros de un lado y 10 kilómetros del otro lado de donde estoy", dijo.
Hace semanas que Zelensky no menciona las bajas ucranianas. Sólo las rusas. En su discurso diario sí revela las zonas donde las batallas son fuertes. "Nosotros sabemos que en esas zonas hay soldados que están pidiendo regresar pero hay cosas que uno quiere escuchar y otras que no", enfatiza.
La guerra de Ucrania relatada en imágenes
Las noticias corren y, dentro de ellas hay muchas falsas. "Poco a poco te vas acostumbrando pero luego hay noticias que te asombran. Por ejemplo, algunas personas que escaparon en la parte del Este luego resultaron heridas o muertas en el Oeste. Por eso no sabés si escaparte te salvará o no. Nosotros rezamos mucho".
Sobre las bombas en Polonia, Victoria tiene una teoría, es un país amigo, aliado. De ninguna manera Ucrania le habría enviado un bombardeo intencional. Imposible de concebir para ella.
Ser joven en Ucrania
Por el momento Victoria tiene su mochila lista con sus documentos. Pasa el tiempo como puede. Se encuentra con sus amigos por zoom y juntos ven tele o juegan en familia. Es fundamental, remarca ella, el refugio emocional para todos. No le interesa tanto salir y aclara que "la música y la poesía me acompañan todos los días de la vida".
Sólo asiste a los conciertos solidarios creados para donar dinero al Ejército y a alguna que otra obra de teatro donde, si las sirenas suenan de manera sostenida, tienen que abandonar el lugar. En esos espectáculos se emite un ticket especial para que el público vuelva al otro día. Casi como una metáfora de lo que ellos imponen con sus vidas: seguir adelante. "Ucrania no se rinde. Es nuestra tierra", declara Victoria y aguarda todos los días que su hermano conteste con un tímido "OK" que está sano y salvo. "Ucrania no se rinde", repite. Y la obra de teatro tampoco. El telón abrirá día tras día, las veces que haga falta.