Un devastador ciclón de nieve, acompañado de una lluvia helada, azotó la semana pasada al extremo oriental de Rusia. Las regiones con mayor número de daños en el Lejano Oriente ruso fueron Primorie y Vladivostok.
El fenómeno que tuvo lugar días atrás en la Federación Rusa se produce solamente en territorios que transitan bajas temperaturas con regularidad. El agua de lluvia, al entrar en contacto con frialdad del clima, se convierte en hielo y queda “detenida en el tiempo”. Hacía 30 años que no ocurría algo igual.
Mientras que para algunos se trató de una completa maravilla, y hasta parecía un acto de magia, no todos corrieron con la misma suerte. Grandes cantidades de niños transitaron las calles de la gélida Rusia, impactados tras ver a los árboles, arbustos y flores cubiertas de capas de hielo.
Por otro lado, la población del Lejano Oriente ruso lamentó la pérdida de, por lo menos, una vida a manos del ciclón además de los incontables daños materiales provocados por el coloso. En respuesta a lo ocurrido, el gobierno ruso habilitó refugios para los desamparados.
A través de un comunicado, el Kremlin reconoció, también, la presencia de "enormes desastres" en la infraestructura de la región. Los desperfectos se concentraron en los postes de electricidad, haciendo que 120.000 personas se quedaran sin luz, calefacción y agua.
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