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Huracán con efectos devastadores

Excepciones. Néstor Kirchner y Alberto Fernández, presidentes que no buscaron la reelección. Foto: cedoc

La historia de nuestro país nos muestra que fueron seis los presidentes que gobernaron durante más de un período: Roca, Yrigoyen, Perón, Menem, Kirchner Néstor y Fernández Cristina.

Los dos primeros no tuvieron la posibilidad constitucional de ser inmediatamente reelectos, motivo por el cual Roca dejó pasar dos períodos presidenciales entre sus dos gestiones, e Yrigoyen una.

Perón, en cambio, logró modificar la Constitución en 1949, para tener la posibilidad de acceder a la reelección inmediata en el año 1952, del mismo modo que, 42 años más tarde (en 1994) lo hizo Carlos Menem, para poder ser reelegido en 1995. Esa misma reforma de 1994 fue la que le permitió, a la actual vicepresidenta, ser reelecta en el año 2011.

El caso de Néstor Kirchner fue particular, porque si bien no fue reelecto, gobernó durante dos períodos: fue elegido para el período 10-12-2003/10-12-2007, pero asumió la presidencia el 25 de mayo de 2003, merced a la renuncia presentada por Duhalde, debiendo terminar, por lo tanto, el período que en 1999 había iniciado De la Rúa, y que habían continuado, por aplicación de la ley de acefalía, Alberto Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde. Al final de su gestión, hubiera podido acceder a la reelección para el período 2007-2011, pero dejó que su esposa fuera la candidata.

Significa que también fueron seis los presidentes argentinos los que, sobre el final de sus gestiones, tuvieron la oportunidad de presentar candidatura para ser reelectos en forma inmediata: Perón, Menem, Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Macri y el actual Presidente.

Cuatro lo intentaron: Perón, Menem, Cristina y Macri (éste último fue el único que no lo logró), mientras que dos no lo hicieron (Néstor en 2007 y ahora Alberto Fernández). Naturalmente que los contextos políticos fueron totalmente distintos en 2007 y en la actualidad, por cuanto Kirchner hubiera logrado sin dudas su reelección, mientras que no habría posibilidad alguna de que el actual Presidente pudiera lograrlo en la coyuntura.

Sin vergüenza republicana

También nos enseña la historia, que de los veintinueve períodos presidenciales constitucionales que se iniciaron desde 1854 hasta 2019, sin contar al actual, el 45% de los presidentes que gobernó en ellos, no pudo concluirlos. Algunos no pudieron hacerlo por muerte (Quintana, Roque Sáenz Peña y Perón en 1974), otros por golpes de Estado (Yrigoyen, Perón en 1955 y Frondizi), y la mayoría de ellos por renuncias generadas en contextos de creciente debilidad política.

Pues por historia y por coyuntura, sería entonces un milagro que Alberto Fernández, vaciado de poder, merced a su notable incompetencia y como consecuencia de las críticas y el vacío al que es sometido por su propio entorno, llegue a ejercer su cargo hasta el 10 de diciembre de este año. No olvidemos que, el 30 de junio de 1989, Alfonsín renunció cuando le quedaban cinco meses y medio de gestión, en el medio de una crisis económica de similares características a la actual.

El video con el cual el Alberto Fernández anunció su “indirecta” renuncia a ser candidato a presidente para el período 2023-2027, constituye una triste y delirante pieza política, plagada de vaguedades e inexactitudes, perfectamente compatible con su paupérrima gestión de gobierno, la que no solo ha carecido de efectividad para solucionar los problemas de la Argentina, sino que además, los ha agravado exponencialmente, hasta convertir a nuestro país en un modelo digno de no ser imitado en el contexto internacional.

Ni la pandemia, ni la guerra Rusia-Ucrania, impidieron que todos los países de la región pudieran controlar sus respectivas inflaciones y crisis sociales. Alberto Fernández y su par venezolano Nicolás Maduro, son las lamentables excepciones. Es por ello que cuando el actual primer mandatario justifica sus magros resultados, olvida mencionar, entre los motivos invocados, a los dos principales: su propia debilidad política y su propia ineptitud para conducir los destinos de un país, cuya presidencia le ha quedado enorme desde un primer momento.

La Argentina viene siendo asolada por el huracán “kirchnerismo” desde hace varios años. El resultado es devastador en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural del país. Sin embargo, la noble democracia (que de por sí no tiene por qué ser la que nos dé de comer, ni la que nos cure, ni la que nos eduque), nos recuerda hoy que somos los titulares del poder soberano, y que vendrá a auxiliarnos, en unos meses, para que, sufragio mediante, lo retomemos y definamos con responsabilidad un nuevo destino.

En ese contexto, quien sea designado por la gente para navegar en este mar embravecido, deberá tener tres grandes cualidades: elegir el rumbo adecuado, sostener el timón con firmeza, y tener la hidalguía suficiente como para aceptar que su gestión, servirá, nada más y nada menos, que para asentar los cimientos de una nueva era, pero que no tendrá la satisfacción de ver enseguida los resultados positivos, los que probablemente no estén a la vista hasta dentro de varios años.

*Abogado constitucionalista. Prof. Derecho Constitucional UBA.