EDUCACIÓN SEXUAL

Del tabú familiar al aula: cómo acompañar con información clara y científica

La ESI propone un abordaje gradual y científico para derribar mitos y brindar herramientas de cuidado en cada etapa de la vida, desde la primera infancia hasta la adolescencia.

. Foto: CEDOC PERFIL

Hablar de educación sexual integral (ESI) sigue siendo un desafío tanto en las escuelas como en las familias. Los silencios, los tabúes y la falta de información han generado una brecha generacional que dificulta abordar la sexualidad con naturalidad. Sin embargo, especialistas como Mariana Dapuez remarcan que contar con contenidos científicos y actualizados es clave para acompañar a niñas, niños y adolescentes en cada etapa de su desarrollo, en un contexto atravesado por la hiper conectividad y los cambios sociales.

-¿Es más difícil para las familias o para las escuelas hablar de educación sexual?
-Nuestra sociedad ha mantenido durante mucho tiempo un silencio incómodo en torno a la sexualidad. La ausencia de palabras ha formado una brecha generacional en la manera de abordar estos temas. Muchos adultos se sienten incómodos e inseguros al hablar sobre el cuerpo, lo que perpetúa un ciclo de silencio, la omisión y el tabú. En la mayoría de las y los adultos, esta falta de educación sexual integral ha dejado una huella en su forma de abordar estos temas y hasta ha permeado nuestras familias y comunidades, lo que dificulta la naturalización de estas conversaciones. Por ello, a partir del trabajo de relevamiento de temáticas prioritarias y buscando respuestas sencillas, basadas en contenidos científicos y actualizados, es que ofrecemos sugerencias para que las y los adultos puedan construir un mensaje para contener las inquietudes de niñas, niños y adolescentes, según su etapa.

-¿Cómo se enseña ESI?
-La ESI es gradual, transversal y compleja. Eso implica trabajar paulatinamente en función de las necesidades de cada etapa. En la primera infancia, entre 3 y 5 años, pueden adquirir información sobre los nombres de las partes íntimas, reconocer el disfrute del juego sin discriminación de género y poder decir no ante secretos que incomodan y prevenir situaciones de abuso. En la segunda infancia, entre 6 y 10 años, se inicia la etapa de curiosidad y desarrollo de intereses personales; también la transformación corporal y psicológica para transitar los cambios en el cuerpo, la imagen, la activación de la autonomía progresiva.

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-¿Y en la adolescencia en tiempos de hiperconectividad y pantallas?
-En la pubertad y adolescencia, entre 11 y 14 y entre 14 y 18, las y los jóvenes están atravesados en la actualidad por la tecnología y las redes sociales, las cuales interpelan su identidad. A la vez, comienzan a experimentar sus primeros encuentros afectivos o sexo-afectivos y tienen derecho a contar con acompañamiento y métodos de protección.

-¿Algún consejo para abordar el tema?
-Por ejemplo, parece algo sencillo, pero nombrar las partes del cuerpo correctamente es un capítulo especial en la vida de las personas, debido a factores como la vergüenza y el pudor. Para el reconocimiento de la intimidad propia y ajena primero es importante que los chicos y las chicas puedan reconocer las distintas partes del cuerpo, las que cubrimos y las que no y nombrarlas científicamente además del modo familiar que se use en cada hogar. Es decir, asociar lenguaje coloquial a lenguaje científico, para aprender a nominarlas implica ya en sí misma una herramienta de cuidado para la prevención del abuso sexual infantil, con altas tasas en todos los contextos socio-culturales y económicos.