la política antinarcóticos de washington

Cambio de estrategia de EE.UU.: ahora enfoca a los ataques a narcos en el Pacífico

El Pentágono decidió redirigir su ofensiva sobre la vía de ingreso de drogas por la costa Oeste. Considera que por allí es donde más se trafica cocaína hacia territorio estadounidense. Se basa en un informe de la DEA quien sostiene que al menos el 74% de la cocaína que llega al país lo hace por medio de lanchas y sumergibles que parten de Centroamérica con estupefacientes proveniente de Colombia, Perú y Bolivia. Por el Atlántico apenas se trafica el 16%. Pese a ello, el gobierno de Donald Trump decidió mantener el desliegue de su flota naval en el Caribe.

Amenaza. Desde principios de septiembre el gobierno de Estados Unidos desplegó una enorme flota naval en el Caribe, incluyendo un portaaviones nuclear. Foto: afp

En medio de la crisis desatada con el desplazamiento de su flota navla en las costas de Venezuela, el Departamento de Defensa de Estados Unidos ha ejecutado un cambio drástico y significativo en su estrategia de combate al narcotráfico internacional: movió el foco de sus operaciones militares más agresivas desde el mar Caribe hacia las aguas del océano Pacífico. 

Esta reorientación, confirmada por fuentes militares a la cadena  CNN y otros medios estadounidenses, no solo marca una expansión geográfica de la “guerra contra las drogas” bajo la actual administración de Donald Trump, sino que también subraya una adaptación táctica a la realidad de las rutas del narcotráfico.

Estratégica basada en Datos. La decisión del Pentágono de intensificar los ataques en el Pacífico responde a una verdad irrefutable en la geografía del narcotráfico: es la principal autopista utilizada para el ingreso de cocaína a Estados Unidos.

De acuerdo a estimaciones de la Administración de Control de Drogas (DEA), cerca del 74% de la cocaína que llega a suelo estadounidense es transportada a través de la ruta marítima del Pacífico. Esta cifra contrasta drásticamente con el 16% que, según la misma agencia, utiliza el Mar Caribe. 

Para los analistas, el giro es una movida marcada por la lógica de la situación, aunque al mismo tiempo deja al descubierto que desplazar semejante flota naval cerca de Venezuela tiene como objetivo presionar al régimen de Nicolás Maduro.

Flujo de drogas. Esta ruta crítica comienza en los principales países productores de cocaína (Colombia, Perú y Bolivia), utilizando las costas sudamericanas para el envío.

La droga viaja hacia Centroamérica y México, puntos de tránsito clave antes de llegar a la frontera norte. Reportes de organismos de investigación como InSight Crime han documentado la sofisticación de estas operaciones, en las que se emplean narco-lanchas rápidas y, cada vez más, semisumergibles tecnológicamente avanzados. 

Algunos informes incluso señalan el uso de embarcaciones no tripuladas controladas vía satélite, utilizando sistemas como Starlink.

Desde el 2 de septiembre pasado, las naves estadounidenses llevaron a cabo una docena de ataques contra embarcaciones que transportaban narcóticos en el Pacífico, según confirmó el gobierno norteamericano, lo que demuestra el giro estratégico.

Washington argumentó que estos barcos transportaban narcóticos, sin proporcionar pruebas que respalden esas afirmaciones.

Hasta el momento son 61 las personas que murieron en estos ataques en el Caribe y el Pacífico, que se han llevado a cabo sin procedimientos judiciales ni una declaración de guerra del Congreso de Estados Unidos.

Contexto Político. La fase inicial de la ofensiva marítima de EE.UU. comenzó en el Caribe a partir de septiembre de 2025. Aunque Washington insistió en que el despliegue de barcos de guerra (incluyendo el envío de un portaaviones nuclear) se debía a una misión para combatir a los carteles, la operación fue percibida por otros actores bajo una luz diferente.

El gobierno de Venezuela, en particular, denunció la presencia militar como un intento de presión o, incluso, como una amenaza de intento de cambio de régimen disfrazada de operación antidrogas. La proximidad de las operaciones iniciales a las costas venezolanas alimentó esta controversia geopolítica.

El cambio de estrategia hacia el Pacífico no ha aliviado la polémica, sino que la ha expandido. En Washington, la decisión ha generado fricciones entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo.

El vicepresidente del Comité de Inteligencia del Senado, Mark Warner, calificó la medida como una “maniobra partidaria” que bloqueaba “las responsabilidades del Congreso sobre poderes de guerra”.