desarme y desmilitarización

Las objeciones de la agrupación islámica al plan de Estados Unidos

Milicias. La cúpula de Hamas quiere negociar la flexibilización de algunos puntos del plan de paz. Foto: afp

El plan de paz para Gaza propuesto por Estados Unidos, a menudo denominado “lan Trump”, ha generado una respuesta compleja por parte de  Hamas, el movimiento islamista que gobierna la Franja de Gaza desde 2006.

Aunque la cúpula de la agrupación ha aceptado algunos puntos claves, especialmente la liberación de los rehenes, sus principales cuestionamientos y reticencias se centran en cláusulas que implican su desmantelamiento como fuerza militar y política.

Hamas ha expresado su disposición a avanzar en un acuerdo y liberar a los rehenes, pero ha insistido en la necesidad de negociar los detalles del plan, señalando que ciertas cláusulas son inaceptables o prácticamente “imposibles” de cumplir en los términos actuales.

Desarme y desmilitarización. El principal rechazo de Hamas se dirige a la exigencia de su desarme completo. El plan establece que Gaza debe ser una “zona libre de terrorismo y desradicalizada” y que toda infraestructura militar debe ser destruida.

La agrupación islámica ha declarado consistentemente que no depondrá las armas mientras persista la ocupación israelí en la Franja. La exigencia de desarme se interpreta como una “rendición” forzada, ya que consideran su lucha como una resistencia legítima contra la ocupación.

Plazo de liberación de rehenes. El plan estipula que la liberación de todos los rehenes (vivos y fallecidos) debe ocurrir en un plazo de 72 horas tras la aceptación pública de Israel.

Hamas ha puesto en duda la viabilidad de cumplir este plazo tan estricto, argumentando que la entrega no es “tan fácil” debido a la presencia del ejército israelí en ciertas zonas donde se encuentran los cautivos o sus restos, citando problemas logísticos y de seguridad para el movimiento.

Exclusión política. El plan de paz contempla que Hamas y otras facciones terroristas no tendrán ningún rol en el futuro gobierno de Gaza. En su lugar, propone una administración temporal por un comité palestino tecnocrático y apolítico, supervisado por un Consejo de Paz internacional, que incluso sería presidido por el propio Donald Trump.

Líderes de Hamas han calificado la propuesta como un intento de imponer una “nueva tutela” sobre el pueblo palestino que busca “legitimar la ocupación israelí” y forzar su exclusión total del poder, a pesar de ser la autoridad “de facto” en la Franja.

Ausencia de soberanía. El plan se enfoca en la reconstrucción y la desradicalización, pero omite referencias explícitas a los derechos de soberanía y libertad de los palestinos. 

Si bien menciona que, con el tiempo, se podrían crear condiciones para una “vía creíble hacia la autodeterminación y el estado palestino”, el premier Benjamin Netanyahu ha negado que el acuerdo contemple explícitamente la creación de un Estado palestino, lo que genera una profunda desconfianza en Hamas sobre el horizonte político final.

Hamas ha pedido que uno de los puntos más relevantes, y que atañe a la creación de un Estado palestino, sea revisado tan urgentemente.