“Las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea llevan ya 26 años; yo quiero hacer el acuerdo, porque lo considero muy importante desde el punto de vista político y de la defensa del multilateralismo. Pero no puedo hacer nada si no se firma ahora, porque la UE no está lista. Pero la esperanza es lo último que muere”. Así definió el presidente Lula da Silva sus dudas sobre el futuro del tratado de libre comercio entre ambos bloques.
Horas después de que fuera cancelada la firma del pacto, la titular de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, aseguró que la nueva convocatoria prevista para el 12 de enero en Asunción será exitosa. Según afirmó, cuentan con el respaldo de la mayoría de los 27 países de la Unión Europea —al menos 15— para finalmente concretar un acuerdo que se negocia desde fines del siglo pasado.
Las tres semanas restantes para terminar de definir las demandas europeas requerirán, sin embargo, intensas reuniones entre funcionarios. “Todavía debemos trabajar más entre los Estados miembros”, señaló Von der Leyen al finalizar la reunión del Consejo Europeo. Su presidente, el portugués Antonio Costa, coincidió con ese diagnóstico y agregó: “No me gustó estar aquí en Bruselas hasta las cuatro de la madrugada, pero sí me gusta el hecho de que hayamos acordado firmar el tratado dentro de tres semanas”.
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Desde Brasil, el jefe del Palacio del Planalto recordó que la fecha del 20 de diciembre para sellar el acuerdo había sido fijada por Costa y Von der Leyen. “Fueron ellos quienes asumieron ese compromiso. De parte del Mercosur, todo estaba resuelto, incluso sabiendo que no obtendríamos todo lo que esperábamos”, afirmó Lula.
El propio presidente brasileño admitió que el entendimiento favorece en mayor medida a la Unión Europea. “El acuerdo es más favorable a la UE que a nosotros”, reconoció. Consultado sobre las concesiones aceptadas, como las salvaguardias exigidas especialmente por Francia e Italia, respondió que el tratado tiene un valor político central para Europa y que “le da sobrevida al multilateralismo frente a quienes impulsan el unilateralismo”.
En su visión geopolítica, Lula consideró positivo contar con un polo de decisión internacional alternativo frente al eje que, según señaló, promueve Donald Trump, integrado por Estados Unidos, China y Rusia.
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Durante su conferencia anual ante la prensa, Lula también se refirió a la creciente tensión en el Caribe. “Tuve la oportunidad de conversar con Nicolás Maduro durante 40 minutos el pasado 2 de diciembre. Luego hablé con Trump y le manifesté mi preocupación por Venezuela”, explicó. En ese diálogo, sostuvo que Sudamérica es una región de paz y que los conflictos no se resuelven con violencia, sino mediante el diálogo.
El mandatario aclaró que ofreció la mediación de Brasil al gobierno venezolano. “Maduro tiene que decirme qué espera que haga Brasil. También le expresé a Trump que solo basta con que nos indiquen cómo podemos contribuir para evitar una confrontación armada”, señaló.
Finalmente, Lula destacó los resultados de su gestión. “Ganamos las elecciones de 2022 porque estábamos dispuestos a gobernar Brasil y a cuidar tanto al país como al pueblo brasileño”, afirmó. En ese sentido, enumeró indicadores económicos y sociales: la salida de Brasil del Mapa del Hambre, el nivel de pobreza más bajo de su historia y un crecimiento del PBI por encima del 3%, acompañado por la inflación más baja de los últimos cuatro años.
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Según explicó, el fortalecimiento de la economía real se apoyó en el estímulo al consumo, la creación de empleo y la circulación de los salarios. “Los ingresos van al comercio, de allí a la industria, que genera nuevos puestos de trabajo y más salarios. Así es como la economía empieza a funcionar”, concluyó.