El mismo, distinto

Si el peronismo no transforma, no es peronismo

Si el peronismo se aferra a las glorias del pasado, perderá la virtud que le dio un lugar en la historia: construir una sociedad más justa. Cómo darle actualidad sin renunciar a su ideario.

Foto: juan salatino

Hace un tiempo escribí que el peronismo tenía que recuperar su capacidad de escuchar y su audacia para transformar. Sigo pensando lo mismo, pero hoy siento que hay que ir un paso más allá. 

En unas jornadas de Pastoral Social de CABA escuché una frase que me quedó resonando: “las viudas de Francisco”. La advertencia era sencilla: una comunidad que se queda atrapada en la nostalgia no puede avanzar. Y siento que al peronismo le pasa algo parecido. Nos aferramos tanto a lo que fuimos que a veces nos cuesta ver lo que podemos volver a ser.

Ser “viuda del peronismo” no es honrar la historia: es inmovilizarla. Es convertir la memoria en un museo. Es discutir liturgias mientras perdemos representación real. Es suponer que lo que funcionó hace décadas tiene la misma potencia hoy, en un país atravesado por desigualdad, incertidumbre y una ciudadanía que exige nuevas herramientas.

Francisco habla de la “cultura del descarte” y de cómo la invisibilización es la peor forma de violencia. Esa cultura está presente hoy en la vida de millones de argentinos y argentinas. Los datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA lo muestran con claridad: crecen la pobreza infantil, la inestabilidad laboral y el endeudamiento de los hogares, sobre todo entre las juventudes populares. 

Convertir la memoria en un museo es discutir liturgias mientras perdemos representación real"

Este dato no es una consigna: es una alarma que nos obliga a volver a hablar claro y con sensibilidad social, sin refugios retóricos, con la voluntad real de reconstruir movilidad ascendente.

Reconstruir la identidad peronista no es nostalgia: es política. La identidad construye pertenencia y la pertenencia construye comunidad. Perón decía: “La organización vence al tiempo”. Si eso es cierto  -y lo es-, entonces la desorganización territorial, comunicacional y dirigencial que atravesamos hoy nos condena a retroceder. Necesitamos un peronismo que vuelva a proponer, que renueve cuadros, que escuche sin prejuicios y que convoque a dirigentes con coraje para hacerse cargo del tiempo que nos toca.

Julio Bárbaro: "El peronismo termina con la muerte de Perón"

Para recuperar mayoría social, el peronismo tiene que volver a hacer algo que siempre supo hacer: leer la época. Y hoy la época nos exige construir un proyecto que combine justicia social con innovación, comunidad con modernidad, derechos con desarrollo.

Eso no significa romper con nuestra historia, sino honrarla de la única manera válida: poniéndola en movimiento"

Un peronismo del siglo XXI no puede limitarse a administrar lo existente: tiene que mejorar la vida concreta de la gente en las coordenadas actuales. Significa que un pibe pueda estudiar con conectividad de calidad sin endeudar a su familia; que una madre jefa de hogar no tenga que elegir entre trabajar o cuidar; que un joven no tenga que emigrar para encontrar dignidad laboral; que la ciencia y la industria nacional no sean eslóganes, sino herramientas reales de movilidad social.

Peronismo en carne viva

Las Tres Banderas -justicia social, independencia económica y soberanía política- siguen siendo el corazón de nuestro proyecto, pero deben actualizarse:

La justicia social hoy implica garantizar dignidad en un contexto de trabajos inestables, endeudamiento y crisis de cuidados. Es ampliar derechos, modernizar la protección social y reconstruir trayectorias vitales fracturadas.

La independencia económica exige abandonar la ilusión extractivista y apostar a un desarrollo productivo moderno: industrias estratégicas, ciencia propia, crédito accesible, cadenas de valor regionales y un Estado que potencie pymes, emprendedores y cooperativas.

La soberanía política no es aislamiento: es capacidad de decidir con libertad. Es un Estado inteligente, democrático y presente, capaz de regular, planificar y representar a las mayorías frente a poderes que no rinden cuentas.

Construir un nuevo tiempo requiere un gesto colectivo: dejar de vivir de lo que fuimos y empezar a construir lo que podemos ser. Eso no significa romper con nuestra historia, sino honrarla de la única manera válida: poniéndola en movimiento.

No escribo esto desde afuera: lo escribo como parte de una generación que quiere hacerse cargo. Que quiere caminar los barrios, escuchar sin prejuicios, convocar sin excluir y animarse a proponer un futuro que valga la pena.

El peronismo puede volver a cambiarle la vida a la gente. Pero para eso tenemos que animarnos. Porque cuando el peronismo se anima, vuelve. Y cuando vuelve, transforma.

*Dirigente del NEP; Congresal Nacional y Metropolitano PJ