Massa se reserva para las buenas noticias y prepara a su equipo para la guerra electoral

Parece una coincidencia amarga. O, tal vez, se deba a una triste y larga historia de amor entre la economía y la inflación eterna. El martes próximo, día de los enamorados, el Indec difundirá el índice inflacionario de enero. 

Ese dato está muy lejos de ser uno más. Marcará las expectativas para un primer trimestre clave para todo el año electoral que recién comienza. ¿Quién tiene alguna duda sobre que será la inflación el tema protagónico de la campaña presidencial?

En tanto, el ministro de Economía, Sergio Massa, sigue dando señales de que no será candidato aunque exige que otros sí se definan, por ejemplo, el propio presidente. 

Las consultoras privadas ya vienen alertando que el mes pasado los aumentos se movieron más cerca del 6% que del 5%. Hubo incluso algunas consultoras como Libertad y Progreso y Consumidores  Libres que arrojaron mediciones superiores: 6,3%, en el primer caso; y 7,3%, en el segundo para AMBA.

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Si esto fuera así, el Gobierno y puntualmente el equipo económico tendrá poco dato  concreto para mostrar en la dirección que promulga: que la inflación se desacelera. 

Hasta ahora, por cierto no hay números concretos en esa dirección porque los precios en enero seguramente treparán más que el 5,1% que arrojó el Indec en diciembre que, a su vez, fue superior a noviembre.

De hecho, el ministro ya extendió el programa de Precios Justos hasta mediados de este año y anunció la suba 
de 17,04% para las jubilaciones en marzo más un bono de 15 mil para los haberes más bajos.

En el Palacio de Hacienda lo computan como un logro político. En realidad, es el primer aumento de otros tres que vendrán en el resto del año debido a la ley de movilidad.  También computan como un logro que se haya cerrado la paritaria de transporte “hacia la baja” como lo miran desde el quinto piso del Palacio de Hacienda. 

Por último, el ahorro de 2 mil millones de dólares en energía, que también se anunció el viernes. La reducción del gasto es una señal clave para la misión del FMI que permanecerá en el país hasta mañana y que mira con lupa de mucho aumento la salud de la reservas del Banco Central. 

Fuentes cercanas al Fondo, en Washington, admitieron ante la consulta de PERFIL que serán más meticulosos con la robustez del Central que con el cumplimiento de las metas inflacionarias, siempre que el equipo económico siga ratificando su voluntad de reducir la inflación.

En la arena local, precios con subas cercanas a los tres dígitos es plato principal. No solamente para la política sino, claramente, para los consumidores que llegan cada vez con más dificultades a fin de mes.

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En este sentido, el ministro  Massa prefiere mostrar gestión y tal vez sacarle el cuerpo a la pelea directa por la inflación en sí.

En esa dirección se enmarcarían  los dichos del viceministro Gabriel Rubinstein, quien habla poco y nada y solo lo hace cuando recibe el cabeceo del tigrense para salir al ruedo. Rubinstein trató de instalar la discusión sobre la deuda en el terreno político para ganar tiempo a la pelea de fondo que se vendrá; acerca de la suba en los precios entre el oficialismo y la oposición.

El secretario Matías Tombolini y su hombre de confianza, Ignacio De Mendiguren, irán a Diputados esta semana  a defender los controles de precios y el corset a los insumos importados.

En la agenda del ministro hay fotos más robustas. Luego de que se conozca la inflación oficial se reunirá con la CGT para trazar un sendero previsible en las paritarias. 

La semana pasada, mientras definía la letra chica de la embestida de Rubinstein contra la oposición por la deuda, el ministro visitó varias provincias con billetera gentil.

Massa se reunió con el gobernador formoseño, Gildo Insfrán, por una obra de riego que implicará financiamiento de 250 millones de dólares. También viajó a Catamarca para sumarla a la línea de crédito argentino y se vio con Raúl Jalil. Y visitó La Rioja, donde le anunció a Ricardo Quintela líneas de apoyo a vitivinicultores. Postales de la campaña que vendrá.

Reservas en la línea roja de US$ 40 mil millones

R.P.

Por primera vez, desde el inicio de la gestión de Alberto Fernández, las reservas del Banco Central están orillando los US$ 40 mil millones, lo que enciende alarmas sobre el cumplimiento del acuerdo con el FMI.

Para sostener el tipo de cambio, el BCRA ya utilizó en lo que va de este mes 650 millones de dólares. Solo durante la semana las ventas totalizaron 286 millones de dólares y con la del viernes pasado la autoridad monetaria acumuló 12 jornadas consecutivas operando en rojo.

Si se miden como reservas netas, se fueron 434 millones de dólares de sus reservas este mes. Hablar de reservas netas implica una manera contable que utiliza el Gobierno para mostrar sus cuentas frente a la misión del Fondo Monetario que concluye mañana su misión y que no necesariamente refleja la verdadera cantidad de reservas disponibles para usar eventualmente en una crisis. El drenaje de reservas acrecienta la expectativa sobre un regreso de los planes para estimular, por vía precio, la oferta privada de divisas.