Tomás Rebord hizo su homenaje a ‘Batman’ ante quince mil personas
En una Ciudad Gótica que por unas horas se materializó en el porteño Villa Crespo, Tomás Rebord llevó a escala superlativa lo que cada noche propone desde Blender con su ciclo “Hay algo ahí”. Con ese histrionismo que ya es un sello de este popular streamer, la “rara realidad” argentina recorrió un espectáculo donde hasta Dillom participó.
Ante quince mil personas, Tomás Rebord expuso por última vez en el año lo que tenía para decir. El formato de edibordial, fue el prólogo a un especial de comedia que se había hecho esperar como un misterio imposible de develar hasta el momento en que se apagaron las luces y Manu Jove apareció, encarnando a un Harvey Dent cuya gran dicotomía era el info y el tainment, las dos caras del binomio con el que se autopercibe el programa diario Hay Algo Ahí. La reflexión acerca de la importancia de la información, se presentó corrompida en ese primer acto por la irrupción del entretenimiento, en un viraje repentino que mostró la faz dañada de Dos Caras. Así, con un monólogo coreografiado, empezaba la segunda parte de la adaptación de Batman, la narrativa elegida para darle forma al especial. Hace unos meses, Rebord dijo a PERFIL: “Hasta el Gran Rex tenía todo más o menos calculado. Esto (el Movistar) ya es una locura”. A lo que hacía referencia es a la gira Rebord dice cosas, con la que recorrió el país, improvisando monólogos basados en sus reflexiones y ocurrencias.
Comunión. El escenario del Movistar –ante quince mil personas en vivo y treinta mil doscientos que vieron el show por Youtube– sirvió de espacio para reflexionar acerca de algunos ejes; los principales fueron “la realidad está rara” y “la trascendencia”. En un péndulo entre filosofía y humor, el recorrido incluyó una puesta en palabras de la extrañeza de estar parado ahí. “Nunca fue tan raro existir como ahora”, reflexionó Rebord. “Porque la atención está extraña y fragmentada. La cultura también. Cada uno recibe una customización absoluta de lo que quiere ver on demand, en la forma en la que quiere verlo, desprendido de los otros, sin tener que tener roce con otras personas, y se junta nada más a través de medios digitales. La humanidad está segmentada, pero también delegada”.
Algo de esa comparecencia ante el orador fue, para esa comunidad específica, una muestra de existencia que, como complemento de lo expuesto por Rebord, fue uno de los pocos actos de sensatez del año. Porque no hay nada raro en conectarse a una pantalla para ver un programa de entretenimiento. Asistir a un recinto, rozar codos o rodillas, corear un cántico más o menos atinado no son más que signos de humanidad. “Lentamente se va empujando todo lo que nos hacía personas a un espacio diferente. Eso es lo que permite que existan eventos multitudinarios que uno no tiene la menor idea al respecto”, dijo Rebord en escena, avanzando hacia una conclusión acerca de la naturaleza misma de su voluntad, en esta instancia más cercana a perforar en su individualidad para conectar mejor con el resto que en ser recordado. Quizás en esa exposición ante la multitud, radique un signo de resistencia ante la avanzada del individualismo que propone la desintegración de los individuos y de los colectivos.
La pandilla. “A lo largo del número planteado, desfilaron prácticamente todos los hitos de Hay Algo Ahí, encarnando siempre a algún personaje del universo de Batman. Juan Ruffo interpretó al comisionado Gordon; el cantante Dillom de El Acertijo, entonando la introducción del programa y su canción Buenos Tiempos; la captura de Pedro Rosemblat como presunto guardián del infotainment, la hamletiana aparición de los espectros de Fío Sargenti y Jorge Piranello como padres de Batman, y de Juan Ruocco como Sergio Wayne, supuesto tío de Bruce.
Los intervalos del espectáculo desenmascaraban la estructura de la narración. Los actos contenían sus resoluciones dando lugar a una metatextualidad que generaba comicidad. Todo parecía resuelto, hasta que el próximo conflicto emergía. Y, si toda la obra estaba montada en homenaje al Batman de Christopher Nolan, no podía faltar el Joker y el encargado de darle vida al antagonista, fue Guille Aquino, otra de las figuras de Blender. Para el final, el Comisionado Gordon concluyó que, de la misma manera que el público espera todos los días a sus héroes, ellos esperan también la presencia del público. Ya emocionado, dio el cierre, antes de que Rebord rea apareciera vestido de civil.
Propuesta. Antes de que empezara la adaptación de Batman, Tomás Rebord había invitado a los asistentes a creer. Una directiva que se puede aplicar a cualquier forma de ficción, y que, si se sigue, la percepción puede ampliarse. Suspender la razón y confiar en un camino propuesto para entregarse al disfrute es una magia disponible en cualquier rincón del mundo. El éxito de Hay Algo Ahí no es ajeno a ese acto de fe.
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