El Obelisco porteño celebra 85 años en una ciudad bajo estricto confinamiento

En un estricto confinamiento por las nuevas restricciones dispuestas en el DNU presidencial para mitigar el aumento de casos de covid-19; sin las luces de las marquesinas de los teatros, cines y restaurantes de la avenida Corrientes, y sin el bullicio de las marchas o manifestaciones que suelen juntarse a su alrededor, el Obelisco porteño celebra hoy su 85º aniversario de su fundación. Una celebración, quizá, impensada para la postal más significativa y representativa de la Ciudad de Buenos Aires a nivel mundial.

De todas maneras, y más allá del cierre total que se registra en el ámbito porteño, las autoridades comunales llegaron a tiempo con los trabajos de restauración del símbolo que mejor representa el espíritu de la porteñidad.

Los trabajos se realizaron sobre las fachadas del Obelisco e incluyeron el hidrolavado de su estructura; el retiro de vegetación (líquenes) y revoque mal adherido. Se utilizó una pintura antigraffiti, la cual, además, protege la superficie de futuras manchas, es de fácil lavado y resistente al clima. Luego se realizó una segunda mano de pintura con látex acrílico (color Piedra París), mientras que en la totalidad del escudo se aplicó una pintura esmalte.

También se restauraron las rejas que lo rodean con un tratamiento especial para recuperar su material original.  Estos trabajos abarcaron un tratamiento para remover el material que había, y poder llegar al metal puro de estas. Para su protección se aplicaron dos manos de convertidor de óxido, y dos de esmalte sintético.

Los trabajos fueron realizados por el Ministerio de Espacio Público e Higiene. Al respecto, su titular, Clara Muzzio, señaló: “Es importante recuperar el esplendor de uno de los grandes símbolos de la Ciudad que cumple 85 años. Realizamos tareas de mantenimiento y pintura en este gran ícono porteño y patrimonio de nuestro paisaje urbano”.

Acerca del Obelisco. Como se recordará, el Obelisco porteño se inauguró en 1936, en conmemoración del cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires. Fue diseñado por el arquitecto Raúl Prebisch, se construyó en 60 días y trabajaron 157 operarios. Su altura es de 67,5 m y cuenta con una única puerta de entrada (mirando hacia la avenida Corrientes en dirección Oeste). En su interior existe una escalera tipo marinera de 206 escalones con siete descansos que lleva a la cúspide. 

En su cúspide se pueden encontrar cuatro ventanas con persianas metálicas que ofrecen una gran vista de la Plaza República y el resto de la Ciudad.