Convenio entre la Universidad de La Plata y la empresa Aviem

En tres meses volará el primer prototipo de avión eléctrico desarrollado en Argentina

Un consorcio público-privado integrado por unos quince ingenieros de la empresa Aviem y de la Facultad de Ingeniería de La Plata está terminando de poner a punto el primer avión deportivo con motor eléctrico hecho en Argentina. Contará con una hora de autonomía de vuelo y podrá transportar a dos personas. Es una solución ideal para las escuelas de aviación, porque tiene bajos costos operativos y de mantenimiento. Comenzará su ensayo aéreo en marzo de 2024, desde el aeródromo de General Rodríguez. Los antecedentes de esta iniciativa público-privada.

AV-100 “E POWER”. Esta aeronave de origen nacional no consume nafta ni aceite: se moverá en base a un motor eléctrico, alimentado por baterías de litio. Foto: Gentileza Aviem

Si se cumple el cronograma previsto, en unos tres meses –febrero o marzo de 2024–, en la pista del aeródromo de General Rodríguez carreteará por primera vez el AV-100 “ePower”. No será un vuelo más, como los cientos que despegan a diario en el país. La aeronave que ganará el aire será el primer prototipo de un avión eléctrico diseñado, construido y armado en Argentina por un equipo de quince técnicos de la empresa Aviem y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Plata (UNLP).

En apariencia, el AV-100e es una avión común y corriente, diseñado por ingenieros aeronáuticos argentinos. Pero tiene una particularidad que lo vuelve único: la hélice de esta aeronave experimental no estará impulsada por un motor de combustión tradicional ni consumirá nafta y aceite. El ePower, como su nombre lo indica, se moverá en base a un motor eléctrico, alimentado por baterías de litio.

"Con este avión podremos evaluar las baterías que desarrollamos en el Centro Aeroespacial de la UNLP"

Con este sistema de propulsión el avión podrá –según los expertos que están terminando de ponerlo a punto– transportar a dos personas, en vuelos de hasta una hora de autonomía, dentro de la categoría de aeronaves de hasta 750 kilos. 

Este prototipo “experimental” intenta ser una herramienta de investigación y el desarrollo. “La idea es contar con un vehículo probado y que nos permita evaluar las baterías que desarrollamos en el Centro Tecnológico Aeroespacial de la UNLP, así como establecer las futuras normas de certificación para aviones eléctricos”, le explicó a PERFIL el ingeniero aeronáutico Marcos Actis, actual decano de la Facultad de Ingeniería de La Plata, la institución que lleva adelante este proyecto junto con la empresa Aviem Aeronáutica.

Una vez que el flamante aeroplano vuele lo suficiente como para demostrar a las autoridades que cumple las certificaciones y normativas de seguridad, este tipo de aeronaves se volverán una opción ideal para los aficionados a la aviación deportiva y serán especialmente atractivas para los numerosos aeroclubes locales que periódicamente deben renovar sus aviones escuela, según le detalló a este diario el ingeniero aeronáutico Ernesto Acerbo, gerente de Aviem, compañía argentina dedicada al desarrollo y mantenimiento de aviones desde hace tres décadas. 

Los motores eléctricos también provocan menos contaminación acústica

“La industria aeronáutica ya ha probado que los costos operativos y el mantenimiento de un modelo  eléctrico son mucho menores que los equivalentes que usan combustible para aviación y queman hidrocarburos. Los eléctricos no necesitan de reposición o cambios de aceite, ni tienen exigentes procesos de mantenimiento programado”, detalló.

A esto Actis le agrega que “en todo el mundo se está yendo hacia la electromovilidad y el desarrollo de la tecnología del litio nos está permitiendo fabricar baterías más livianas que ya pueden impulsar el motor de un avión”. Hoy, además, las baterías pueden ofrecer una vida útil de entre cinco y diez años de uso.

 

Impulso eléctrico


Aparte de costos bajos, ¿cuál es el gran impulsor de la utilización de motores eléctricos en la industria de la aviación y del transporte? Según ambos ingenieros, el “driver” de este cambio es poder contar con una movilidad ambientalmente sustentable y abandonar paulatinamente el uso de combustibles fósiles. A esto se le se suma otro detalle: los motores eléctricos también provocan menos contaminación acústica, ya que el único ruido que produce el avión proviene de la rotación de la hélice. 

Por supuesto, aún queda muchos desafíos tecnológicos a superar. Y uno es el del largo tiempo de recarga de las baterías. En el corto plazo esta dificultad se resolverá simplemente cambiando el “pack” agotado por otro ya cargado, para que el avión pueda volver a volar en minutos, sin tener que literalmente “enchufarlo” a un cargador ni tener que pasar horas en tierra mientras recarga.

¿Qué puede facilitar tener un primer avión eléctrico argentino? “Para desarrollar una industria de aviación nacional necesitamos contar con políticas consistentes, decidirnos por un modelo y mantenerlo. Lamentablemente no es lo que pasa. Y, como en otros rubros industriales, cuando cambian los gobiernos cambian las políticas y tenemos que empezar de nuevo casi desde cero”, se lamenta Acerbo.

Pero ambos, Actis y Acerbo –que hace décadas fueron compañeros de estudios de ingeniería aeronáutica en La Plata–, explican que es muy importante desarrollar localmente esta tecnología. “No solo porque Argentina podría ofrecer y exportar aviones eléctricos, sino que también hay otras opciones: por ejemplo, muchas empresas locales podrían convertirse en proveedoras de insumos, de partes y componentes aeronáuticos. Esto no es menor, ya que este rubro es una industria que puede exportar y que requiere de mucha mano de obra intensiva y calificada”.

Los antecedentes

Ernesto Acerbo es piloto acrobático e ingeniero aeronáutico y acumula tres décadas de trayectoria en el rubro de vuelos, mantenimiento y venta de aviones deportivos. En 2004 fue –junto con un equipo del ITBA– uno de los fundadores del Proyecto Petrel, una compañía que fabricó localmente más de una veintena de unidades de un innovador avión de esta categoría, que incluía conceptos de alta tecnología, aunque su motorización era tradicional y “quemaba” nafta, como un automóvil. Petrel fue la última empresa nacional dedicada a la construcción de aeronaves livianas del tipo VLA  (Very Light Aircraft) y LSA (Light Sport Aircraft) y que produjo un modelo muy bien recibido por los pilotos argentinos debido a las buenas prestaciones y la confiabilidad del equipo, asociadas a costos de mantenimiento y operativos muy competitivos (la hora de vuelo rondaba los US$ 33, prácticamente un tercio de lo que “cuesta” volar una hora en un avión Cessna tradicional). Esto, entre los fanáticos del aire es, lógicamente, algo muy deseado. Esta misma demanda, afirman los entrevistados, se repite en las numerosas escuelas de pilotos privadas de nuestro país, ya que un avión económico mejora los márgenes del negocio.