La carrera de Cinthia Rajschmir como cineasta y documentalista surgió casi por necesidad. Como periodista especializada en educación, un día de 2009 le pidieron en su trabajo producir un material audiovisual. Contó la historia de un maestro en base a entrevistas en formato documental y algo pasó: se sintió a gusto, quiso aprender más. Cuando llegó el proyecto para un segundo documental, la idea ya era irreversible. "Tengo que estudiar cine", se dijo.
"Si encuentro un tema que no está muy explorado, avanzo, investigo, y encuentro un tesoro. Una vez que eso pasa, siento que tengo que compartirlo y no dejarlo solo para mi", cuenta a PERFIL sobre su rol como documentalista. Uno de esas historias que eligió contar fue la de Roberto Couto, un calesitero de Parque Saavedra y el protagonista de "Huyendo del tiempo perdido”, el corto que se puede ver en la plataforma Kabinett, de la que ya forman parte artistas como Sean Lennon, Patti Smith, Mikhail Baryshnikov, Liliana Porter, Alberto Di Fabio y Sophie Auster.
En la plataforma digital, fundada por Eduardo Costantini (h), se exhiben obras art house, independientes y de culto, en formato corto, de músicos, artistas visuales, bailarines, y cineastas independientes, ya sea emergentes o consagrados. "Me honra que Kabinett lo haya elegido. Ahí encontré una perspectiva que no había visto en otro lugar, con materiales interesantísimos, conceptuales y experimentales", resume la directora.
"Huyendo del tiempo perdido" es, para Rajschmir, una forma de escapar de la idea de que hay un tiempo que se pierde. Desde su perspectiva, y también en la de la vida de Roberto, el tiempo gira como la calesita de Parque Saavedra que tuvo su papá cuando él era chico, que hoy es suya y heredarán sus hijos, con un oficio que los Couto transmiten de generación en generación. Esa calesita es, además, el reflejo de una idiosincrasia argentina, una reflexión sobre la niñez y todo lo que la rodea.
- ¿Cómo se generó tu interés por el cine y la orientación puntual por el cine documental?
- Soy pedagoga, y periodista especializada en educación. Trabajo en el Ministerio de Educación, y ahí me pidieron un material audiovisual en base a un material escrito que ya había hecho, con entrevistas. Yo conocía al maestro Iglesias, un maestro rural muy paradigmático, que fue castigado por algo que dijo e incomodó. Lo mandaron a una escuelita rural, y el creó ahí una pedagogía que fue modelo para todo América Latina. Me parecía que hacer un documental sobre el maestro era muy importante, y lo hicimos. Cuando empecé el segundo documental dije: "Tengo que estudiar cine". Surgió así, por el periodismo especializado en educación, porque me incentivaron a realizar un material audiovisual y porque tuve ganas de seguir aprendiendo. Sentí que había muchísimo más para aprender y hacer. Si encuentro un tema que no está muy explorado, avanzo, investigo, y encuentro un tesoro. Una vez que eso pasa, siento que tengo que compartirlo y no dejarlo solo para mi. Trato de transformar esas ideas e investigación en imágenes en movimiento, y es en lo que estoy trabajando. Es otro lenguaje, quizás para decir las mismas cosas, o para decir algo que hasta ese momento no dije. Es importante también que en el cine documental ninguna creación se hace sola, yo trabajo siempre en equipo, con un equipo con el que nos comprendemos.
- ¿Cómo surgió la idea de "Huyendo del tiempo perdido", este documental que cuenta la historia de Roberto, el calesitero de Parque Saavedra?
- El corto fue el examen de Dirección II de la maestría en cine documental que cursé en la Universidad del Cine. Tuve cátedras de mucha preparación filosófica, varios de esos trabajos tenían que ver con profundizar alguna temática de interés. Yo tenía una noción muy fuerte de que vivimos en un planeta que gira, no solo sobre su eje, sino alrededor del sol. Estamos permanentemente en movimiento y no nos damos cuenta. Nuestro cuerpo también, somos movimiento. Esa era una idea fuerte, porque todo lo que gira y se mueve, se transforma. Como reflexión fuerte también estuve en situaciones donde se repiten las mismas circunstancias, por eso tiene que ver también con una noción del tiempo, que gira y que nosotros nos vamos reencontrando con una cuestión externa pero interna también. Cuando hago un documental me encuentro con distintas capas. La capa más externa y más evidente de esto es que la calesita es un juego en el que habitan y pasan distintas generaciones: los niños, los padres, los abuelos. Roberto Couto, el calesitero de Parque Saavedra, es un extraordinario protagonista y ama lo que hace. Quise también con este corto honrar los oficios de quienes aman lo que hacen, como muchas disciplinas que son un sacrificio. El calesitero es un apasionado y por eso las calesitas siguen existiendo, más que nada en la Argentina, porque en otros países están desapareciendo y en el nuestro no.
- El corto tuvo repercusión internacional: participó de 24 festivales, ganó 8 premios, y ahora llegó a Kabinett. ¿Qué esperás que genere en quienes van a verlo en la plataforma por primera vez?
- Me honra que Kabinett lo haya elegido. Es un orgullo. Es una plataforma hermosa, con contenidos que no hay en otros lugares. Yo soy muy curiosa y sigo estudiando, buscando plataformas. Ahí encontré una perspectiva que no había visto en otro lugar, con materiales interesantísimos, conceptuales, experimentales. Que "Huyendo del tiempo perdido" esté ahí es un orgullo enorme. En cuanto a las expectativas, yo partí de una idea de investigación con este corto, primero académica y después de realización. Cuando di el examen el profesor lo vio y dijo: "Esto va a festivales". En ese momento ni me imaginaba siquiera lo que era un festival. Fue todo un proceso: ganó premios, me llevó a España. Me pone la piel de gallina que mucha gente alrededor del mundo, de este mundo redondo, vaya a ver el documental de un calesita y un calesitero. Y espero que también se conmuevan y se enriquezcan con la experiencia, porque ver cine es una experiencia.
- Entre algunos comentarios en Kabinett sobre el corto hay alusión a la nostalgia, otros hablaron de una “historia poderosa”, y de memorias de la infancia. ¿Te sentiste identificada en la realización con alguna de estas ideas?
- Si, me siento identificada. Honrada también, porque cuando vi los comentarios me emocionaron, no me esperaba esa respuesta así espontánea de gente que no conozco y que les provocara esas imágenes y emociones. Sí, es un poco nostálgico. Igual el nombre "Huyendo del tiempo perdido", es un poco pensar que el tiempo perdido no existe, porque el tiempo gira. Yo no miro atrás, siempre miro acá y adelante, y no quisiera tener un año menos que el que tengo. Es un poco contracultural. El tiempo lo siento como una convención cultural, el tiempo es el que uno vive, siente e imagina. "Huyendo del tiempo perdido" es huyendo de la idea de que hay un tiempo que se pierde. Hace alusión a la literatura también, y al libro "En busca del tiempo perdido", pero yo en realidad tomé la esencia de la idea para transformarlo en este sentido y pensar que no hay un tiempo perdido.
Con respecto a la historia poderosa, Roberto es calesitero, su papá fue calesitero, sus hijos son calesiteros, su mujer es calesitera. Es un oficio que se hereda: eso también es muy hermoso. Evidentemente los padres le transmiten a los padres una pasión por eso, y es una historia para recuperar. Hay otro elemento también interesante: la sortija es un invento argentino, viene del juego el pato, no hay en otras calesitas en el mundo. Cada vez que viajo veo qué pasa con las calesitas, sé que cada vez hay menos. Hay muchos carruseles, pero donde no hay calesitero, ni sortija, todo es más artificial. Acá en Argentina creo que es el país donde más calesitas hay, y la ciudad de Buenos Aires tiene muchas. Yo tengo la ilusión de poder ir a distintos países a hacer documentales de calesitas. Porque tiene que ver con la idiosincrasia, con todo lo que pasa en el entorno, con la niñez.
Próximo estreno.
El primer largometraje documental de Cinthia Rajschmir, "Cortázar & Antín: Cartas iluminadas" (2018), está basado en la relación epistolar que comenzó en los años sesenta entre el director cinematográfico Manuel Antín y el escritor Julio Cortázar. Antín hizo tres películas basadas en cuentos del escritor: La cifra impar, Intimidad de los parques, y juntos escribieron el guión de Circe.
"Manuel me regaló un libro de una circulación muy acotada en donde estaban todas las cartas que Cortázar le había mandado a él, y una fonocarta, junto a sus tres películas. Sentí que tenía un tesoro en las manos, y le propuse hacer un documental", cuenta Rajschmir. Dos años de investigación, y dos de realización después, nació el documental que relata el vínculo de ambos a partir de esas cartas que cruzaron el Atlántico. Se estrenará en Argentina en los próximos meses.
Producción multimedia: Silvina Palumbo, César Calvo y Ángel Díaz. A.G./EA