Los agricultores están presionando contra la propuesta del Gobierno argentino de adornar una oferta sobre su deuda externa con pagos vinculados a las exportaciones agrícolas.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, quien lidera las conversaciones para reestructurar US$65.000 millones de deuda externa, ha puesto la idea sobre la mesa, aunque algunos acreedores favorecen intereses vinculados al crecimiento económico.
El incentivo de la deuda, que provocaría un pago cada vez que las exportaciones agrícolas alcancen un umbral aún no especificado, ha desconcertado a los líderes agrícolas porque puede significar mantener vigentes impuestos impopulares sobre los envíos indefinidamente.
Deuda: la negociación 'en secreto' se extiende hasta mañana
“Una medida como esta significaría que los impuestos a la exportación no podrían ser desechados hasta que venza el bono”, dijeron las principales asociaciones agrícolas de Argentina en una carta al Gobierno vista por Bloomberg News. “Eso impediría las políticas de desgravación fiscal cuando los precios caigan o haya desastres climáticos”.
En última instancia, dice la carta enviada la semana pasada, el incentivo reduciría las inversiones en la producción de cultivos. Eso es un anatema para los agricultores, que quieren garantizar que su trabajo futuro no esté vinculado a un bono.
La relación entre el Gobierno de Argentina y su industria agrícola, que es clave tanto para los ingresos fiscales como para la recaudación de dólares, es tensa.
La defensa que utilizará el kirchnerismo en el Congreso para expropiar Vicentin
El presidente Alberto Fernández asumió el cargo hace seis meses y aumentó los impuestos a la exportación. Más recientemente, el banco central ha tomado medidas para impulsar a los agricultores a vender sus cosechas de soja. Las tasas de cambio dobles también están impulsando preocupaciones sobre los insumos, como los fertilizantes, que se encarecen.
Mientras tanto, Fernández ha tomado el control de Vicentin SAIC, una procesadora de soja en bancarrota, en un movimiento que los agricultores temen podría alterar los mercados de granos. Las exportaciones de cultivos de Argentina fueron valoradas en US$23.700 millones el año pasado.