El lunes por la mañana, San Pablo se sumió en el caos después de que un diluvio de lluvias provocara inundaciones generalizadas que cerraron las vías principales de la ciudad más rica de Brasil.
Más de 11 centímetros (4,5 pulgadas) de lluvia cayeron durante la noche, causando la interrupción de algunos servicios de trenes y el estancamiento de vehículos en toda el área metropolitana de 21 millones de personas tras el desborde de dos ríos serpenteantes en las carreteras. El tránsito detenido en San Pablo se extendía a un total de 86 kilómetros a las 10:30 a.m., hora local. Se pronostica que las fuertes lluvias continuarán hasta el martes.
Millones de personas tuvieron problemas para llegar a sus trabajos debido a las interrupciones del tráfico y el transporte público. Si bien los dos aeropuertos más grandes permanecieron abiertos, algunos vuelos fueron redirigidos. Otros fueron cancelados porque los miembros de la tripulación no pudieron llegar al aeropuerto a tiempo. Se informaron más de 30 desprendimientos de tierra en los medios locales.
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Luciano Rostagno, estratega jefe de Banco Mizuho do Brasil con sede en San Pablo, dijo que aún es temprano para evaluar el impacto en los cultivos y las empresas. Dijo que le tomó dos horas llegar hoy a la oficina en automóvil.
El sureste de Brasil se ha visto especialmente afectado durante la temporada de lluvias de este año. Belo Horizonte, la capital del vecino estado de Minas Gerais, se vio inundada por más de 36 pulgadas de lluvia en enero, más de la mitad del promedio anual. Los torrentes provocaron inundaciones y desprendimientos de tierra que cobraron la vida de al menos 55 personas y dejaron a 30.000 sin hogar. En San Pablo, las precipitaciones que totalizan 30 centímetros en los primeros 10 días del mes ya han superado el promedio de todo febrero, según el Instituto Nacional de Meteorología, Inmet.
Sin embargo, las fuertes lluvias son solo una parte del problema. También es culpa de un sistema público de agua muy mal administrado que ha sido objeto de intenso debate este año a medida que el gobierno impulsa las privatizaciones. Cerca de 100 millones de personas en todo Brasil no tienen acceso a la recolección de aguas residuales tras décadas de escasa inversión. Se espera que un proyecto de ley que cambiaría el marco legal del sector, considerado como un paso crucial para atraer inversiones y mejorar los servicios, sea aprobado este año después de años de ir y venir en el Congreso.
