La Agencia de Salud Pública del Caribe celebraba y promocionaba el 18 de octubre la buena noticia: la Organización Mundial de la Salud ya no incluía las islas de la región en la lista de zonas de transmisión activa del virus. Anguila emitió un comunicado de prensa destinado a profesionales del sector de viajes que proclamaba: “Anguila retirada de la lista de países con transmisión activa de Zika”. Bien podría haber sido una excusa para un nuevo día festivo regional.
Lo que en realidad pasó ese día fue lo siguiente: en lugar de cambiar el estatus de cada país en su mapa de seguimiento del Zika, la OMS descartó todo el sistema de clasificación, una medida que indicó que el virus había pasado de una epidemia a algo que podía manejarse a largo plazo.
Padres esperanzados y hoteleros optimistas podrán celebrar la noticia, pero en la comunidad científica emerge una realidad diferente. La trazabilidad del Zika –no el estatus de la enfermedad- es lo que ha cambiado.
La buena noticia es que los brotes de Zika han experimentado una importante declinación. Al 3 de octubre, apenas 46 viajeros habían regresado este año a los Estados Unidos con un diagnóstico, según los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC por la sigla en inglés). El año pasado la cifra fue de 437, mientras que en 2016 fue de 4.897. Por otra parte, para la mayoría de los viajeros “las consecuencias del Zika tienden a ser entre leves e inexistentes”, dijo el Dr. Daniel Caplivski, director del programa de medicina de viajes y profesor de enfermedades infecciosas de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai.
Pero para las mujeres embarazadas y las parejas que planean concebir, el riesgo del Zika podría ser mayor de lo que se sabía antes. En un Informe Semanal de Mortalidad y Morbilidad que publicó el CDC en agosto de 2018, la agencia reveló que las mujeres infectadas con Zika tienen una probabilidad en siete de tener un bebé con anormalidades neurológicas o defectos congénitos. “Eso merece toda nuestra atención”, dijo el Dr. Caplivkski, que calificó las cifras de “extremadamente importantes”.
Si a eso se le suma la dificultad de diagnosticar el Zika, se explica por qué el CDC se mantiene firme con su amplia serie de recomendaciones de viaje en relación con el Zika, que abarcan no sólo el Caribe sino también muchas otras partes del planeta.
En cuanto a si el Caribe es una zona libre de Zika, la respuesta es que no.
Lo que la OMS descartó el 18 de octubre fue su sistema de clasificación de infecciones de Zika, debido a una desaceleración de los registros sobre transmisión. Según un portavoz de la OMS, el sistema de clasificación ya no era efectivo porque se ha vuelto “cada vez más difícil evaluar si la transmisión del virus se ha interrumpido en una población”. El portavoz menciona una serie de razones: una elevada proporción de personas asintomáticas entre los infectados con el virus del Zika, la falta de especificidad de la presentación clínica entre los casos, las complejidades del diagnóstico y un fuerte desplazamiento transfronterizo de personas.
Debido a esos factores que complican el diagnóstico –y al hecho de que la mayor parte de la gente que está infectada con el virus del Zika nunca consulta a un médico al respecto- “muchos países han dejado de detectar el virus del Zika”, dijo el portavoz. “Sin embargo, eso no constituye información suficiente para garantizar que la circulación del virus se ha interrumpido por completo”. Para decirlo en pocas palabras: el solo hecho de que sea difícil de detectar no significa que no exista.