La pandemia de coronavirus que ha llevado a la economía mundial a un punto muerto pone de manifiesto la necesidad de colaboración internacional para abordar las crisis que plantean graves amenazas para las vidas humanas, entre ellas el cambio climático, según el Banco de Pagos Internacionales.
Al igual que el calentamiento global, el brote de la enfermedad cumple con los criterios para ser un “cisne verde”, según la institución con sede en Basilea, Suiza, que adaptó el concepto de Nassim Nicholas Taleb de “cisne negro” para eventos adversos de alto impacto fuera del alcance de las expectativas regulares, a fin de describir riesgos con una alta probabilidad de materialización pero demasiado complejos para comprenderlos completamente.
Para protegerse contra tales males épicos, los países deberán desarrollar conjuntamente enfoques holísticos, por ejemplo combinando experiencia en atención médica con evaluaciones de estabilidad financiera, dijo el BPI, que a menudo es descrito como el banco central de los bancos centrales.
“Los cisnes verdes nos exigen repensar las compensaciones entre la eficiencia y la resistencia de nuestros sistemas socioeconómicos”, dijo su subgerente general, Luiz Awazu Pereira da Silva, en un artículo publicado el jueves. “Se necesita más coordinación global para fomentar el cambio en las metodologías y las mentalidades para hacer frente a este tipo de riesgo global”.
Los bancos centrales ya han comenzado a considerar el cambio climático como un factor en su evaluación de los riesgos financieros y económicos, y el BPI destacó la posibilidad de nuevos esfuerzos multidisciplinarios para absorber grandes conmociones.
“Los países crean reservas de divisas, los bancos mantienen amortiguadores de capital como lo exigen los reguladores, y así sucesivamente. Quizás se podrían usar ‘amortiguadores’ similares en otras áreas de nuestras sociedades”, escribió Pereira da Silva. “Por ejemplo, ¿podría ser el momento de reevaluar nuestros sistemas de producción, que están destinados a ser pequeños y menos costosos para lograr la máxima eficiencia?”.
Con la economía global en su mayor caída desde la década de 1930, la pandemia puede sacudir a los tomadores de decisiones a la acción para abordar el calentamiento global, según el BIS.
“La covid-19 podría haber presentado una imagen vívida de cómo sería el futuro si no se hace nada para reducir los gases de efecto invernadero, infligiendo cierres similares en todo el mundo después de alcanzar un punto de inflexión”, señala. “También puede haber aumentado la conciencia de la fragilidad de algunos de nuestros sistemas y, por lo tanto, de la necesidad de mejorar la eficiencia y una mayor capacidad de recuperación”.