Fue el verano del amor, no el verano del lucro. En 1969, Michael Lang y sus socios en Woodstock Ventures asumieron una pérdida de US$1,3 millones en el primer festival de Woodstock. "El dinero no era mi motivación en ese entonces", señaló el hombre de 74 años durante una entrevista reciente en el centro de Woodstock, Nueva York. "Estaba tan emocionado con lo que había pasado porque era algo así como lo que imaginábamos, sólo que con esteroides y ácido".
Hoy, sin embargo, Lang es un hombre de negocios más inteligente. Cuando Woodstock se acerca a su aniversario número 50, con un festival de tres días que tendrá lugar en agosto en Watkins Glen, Nueva York, Lang también planifica una expansión global con financiamiento y asistencia en mercadotecnia de Dentsu Aegis Network, filial del gigante publicitario japonés Dentsu. El nuevo Woodstock se llevará a cabo anualmente en países distintos y Lang indicó que ha mantenido conversaciones preliminares con Japón, Brasil y España.
La venta de estos eventos es un gran negocio. Coachella recaudó más de US$100 millones por primera vez en 2017, según Billboard Boxscore, y el festival Desert Trip de 2016 (apodado Oldchella, con los Rolling Stones, Bob Dylan y Neil Young) sumó US$160 millones durante dos fines de semana. Mientras Coachella, SXSW, Burning Man y Bonnaroo ganan buen dinero, los hippies de Woodstock no se venden, sino que invierten.
Lang afirma que el negocio es necesario para difundir el mensaje de Woodstock. La paz y el amor deben ser empaquetados y vendidos. "Todo está realmente orientado a involucrar a la gente", explicó Lang. El nuevo festival contará con un área "Goodstock" donde los asistentes podrán interactuar con organizaciones como el grupo de control de armas March for Our Lives, el registro de votantes sin fines de lucro Head Count y la organización medioambiental Conservation International.
No todo va bien para el nuevo festival. Fichar artistas ha sido difícil. Lang intentó contratar a Bruno Mars para hacer un tributo a Sly de Sly and the Family Stone, pero el intérprete no estaba disponible. Su intento de conseguir el visto bueno de Lady Gaga fue infructuoso después de que ella aprovechara el éxito de A Star Is Born para programar una residencia en Las Vegas. Logró fichar a Jay-Z y Miley Cyrus y a participantes del Woodstock original como Carlos Santana.