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Cuando el aislamiento social es alojarse en un hotel 5 estrellas

A medida que los países de todo el mundo cierran sus fronteras, suspenden vuelos internacionales e imponen cuarentenas obligatorias en un esfuerzo por frenar la propagación del coronavirus, la mayoría de los viajeros se refugian en sus hogares. Algunos están luchando por regresar a casa. Y luego hay algunos casos aparte. Estos son personas que se están refugiando en exactamente el mismo lugar donde estaban cuando las noticias comenzaron a propagarse por todo el mundo: en hoteles íntimos, remotos

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A medida que los países de todo el mundo cierran sus fronteras, suspenden vuelos internacionales e imponen cuarentenas obligatorias en un esfuerzo por frenar la propagación del coronavirus, la mayoría de los viajeros se refugian en sus hogares. Algunos están luchando por regresar a casa. Y luego hay algunos casos aparte. Estos son personas que se están refugiando en exactamente el mismo lugar donde estaban cuando las noticias comenzaron a propagarse por todo el mundo: en hoteles íntimos, remotos y de cinco estrellas.

"Muchos de nuestros huéspedes han optado por extender sus estadías por una semana, dos semanas o hasta nuevo aviso", dice Kevin Wendle, propietario del Hotel Esencia en la Riviera Maya, México. Eso comenzó incluso antes del anuncio del viernes 20 de marzo de que los Gobiernos de Estados Unidos y México limitarían los viajes transfronterizos. Ahora, explica, los viajeros que desconfiaban de pasar por aeropuertos abarrotados en su camino a casa, se han visto prácticamente obligados a quedarse de vacaciones.

Con solo 43 habitaciones repartidas en aproximadamente 20 hectáreas, el Hotel Esencia tiene la reputación de ser uno de los escondites favoritos de los más famosos de Hollywood. Hasta el viernes, 30 de los 35 huéspedes que actualmente se hospedan en el Hotel Esencia planeaban permanecer indefinidamente, según Wendle. El hotel, que normalmente cuesta más de US$1.000 por noche, ofrece un descuento del 30% para aquellos que extienden su estadía y de 40% si la extienden por más de una semana.

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Esencia no es el único hotel que duplica su ocupación como escondite del coronavirus. Jumby Bay, propiedad de lujo con 40 habitaciones y todo incluido en una isla privada a aproximadamente 3 kilómetros de la costa de Antigua, donde las tarifas de las suites junto a la playa comienzan en US$1.895 por noche, ha recibido confirmaciones de largas estadías de hasta 30 días, según Julie Debas, directora de ventas y mercadeo. "Los clientes quieren esconderse de todo lo que está sucediendo en el mundo", dice. Steppes Travel, una agencia de viajes que actualmente está trabajando para llevar a los clientes a casa desde destinos tan variados como Suramérica y el Sudeste Asiático, ha tenido muchos clientes que decidieron no tomarse la molestia de regresar y que buscan quedarse en lugares como Cape Grace en Ciudad del Cabo. En tanto, el equipo de Coastline Travel Advisors, una agencia de viajes boutique del sur de California, tiene clientes refugiados en One and Only Palmilla, en Los Cabos, en el extremo sur de Baja California, México.

Hasta hace poco, la idea tenía sentido para Will Oakley, gerente general de Cobblers Cove, una propiedad de 40 suites en Barbados. "Regresar a casa significa cuarentena", razona, "y si los huéspedes pueden quedarse aquí más tiempo, incluso si es por un par de meses, lo harán". (Con tarifas en el rango de US$450 por noche, eso podría costar más de US$13.500, sin contar alimentos y otros gastos).

La idea de que las temperaturas más cálidas podrían moderar la propagación del virus fue otro argumento en la estrategia de Oakley, mientras se preparaba para albergar huéspedes por períodos largos. Pero el viernes el Gobierno de Barbados decidió ordenar una cuarentena de 14 días para los recién llegados de EE.UU., el Reino Unido y Europa, y el hotel experimentó una ola de cancelaciones. Ahora está trabajando para enviar a los huéspedes a casa y poder cerrar.

El hecho de que hoteleros como Wendle de Esencia mantengan sus operaciones es una suerte, pero también una gran responsabilidad. Si bien la industria hotelera de EE.UU. está recibiendo un golpe de US$1.400 millones a la semana, los pocos afortunados que aún operan están funcionando a niveles estándar de temporada baja. Pero está sobre sus hombros proteger tanto a los invitados como al personal.

En el Island House, un hotel de lujo de 30 habitaciones en Nassau, Bahamas, el gerente general también está tratando de navegar a través de una nueva era de servicio de cinco estrellas. "Los invitados normalmente quieren entrar a una habitación y oler bambú o bergamota, pero ayer una persona me dijo que el olor a Clorox le dio tranquilidad", dice James Wyndham. De los 15 viajeros que permanecen indefinidamente, la mayoría está rechazando el servicio de limpieza, seguido de una política de no dar apretones de manos y elevar el tono de voz al ordenar sus comidas al personal, que están a no menos de dos metros de distancia.

¿Su argumento? "Casi la mitad de nuestro producto interno bruto está relacionado con el turismo. Si podemos mantener a los huéspedes seguros y al mismo tiempo ayudar a la economía, es una situación en la que todos ganan".