La economía de Brasil se desaceleró drásticamente en el cuarto trimestre, en medio de una caída de las inversiones, lo que subraya los desafíos a los que se enfrenta el presidente Jair Bolsonaro para dar inicio al crecimiento.
El Producto Bruto Interno (PBI) se expandió 0,1% en el cuarto trimestre, en comparación con 0,5% revisado en los tres meses hasta septiembre, según informó el jueves la agencia nacional de estadísticas. El resultado fue un ritmo trimestral más lento desde el tercer trimestre de 2017 y estuvo en línea con la estimación mediana de los economistas encuestados por Bloomberg. En todo 2018, el PIB subió 1,1%, igual que el año anterior.
La administración a favor de los negocios de Bolsonaro llegó al poder en parte debido a las promesas de impulsar el crecimiento en la economía más grande de Latinoamérica, aún marcada por una reciente recesión. El crecimiento liderado por la inversión bajo su administración dependerá, ante todo, de la aprobación de una controversial reforma de pensiones. Además, los consumidores siguen sufriendo un desempleo de dos dígitos y un estancado crecimiento salarial.
La tasa de interés clave de Brasil ya se encuentra en un mínimo histórico de 6,5% y, en medio de datos de actividad débil, algunos inversionistas están especulando si el nuevo presidente del banco central, Roberto Campos Neto, podría reducir aún más los costos crediticios para impulsar la actividad.
Las tasas bajas no estimularon las inversiones en el cuarto trimestre; de hecho, cayeron 2,5% respecto al período anterior, lo que marcó el peor resultado desde la aplastante recesión de dos años que terminó en 2016. Sin embargo, esto es menos alarmante de lo que parece en la superficie, ya que se debe parcialmente a los ajustes que hizo la agencia de estadísticas a su metodología en el tercer trimestre, de acuerdo con William Jackson, economista jefe de mercados emergentes de Capital Economics.
Aún así, "el resultado del PBI decepcionará a quienes esperaban que el crecimiento se acelerara inmediatamente después de la victoria electoral de Bolsonaro", escribió Jackson en una nota. De hecho, la confianza del consumidor cayó en febrero. El consumo familiar, que representa casi dos tercios de la demanda, aumentó 0,4% en el trimestre.
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"La economía en general es más débil, ya que el consumo no se ha estado recuperando al ritmo que creíamos posible, debido a un mercado laboral más débil de lo esperado", afirmó el economista jefe de Banco Safra, Carlos Kawall. “La mayoría de las grandes decisiones de inversión han sido pospuestas. La economía parece estar en modo de espera".
El débil crecimiento llevó a Goldman Sachs y Sul America Investimentos a recortar su respectivo pronóstico del PIB para 2019, de 2,2 a 2%.
"El lado positivo es que definitivamente hemos salido de la recesión, pero el camino para poner fin a la pausa es todavía largo", asegura Jason Freitas Vieira, economista jefe en Infinity Asset Management. "El desempleo y los desafíos para las reformas están afectando directamente las decisiones de inversión y la confianza de la gente".