Un estudio histórico realizado en Finlandia muestra que dar dinero gratis a los desempleados no impulsa el mercado laboral, como algunos esperaban. Pero sí eleva los niveles de felicidad.
Los resultados finales, publicados el miércoles, están en línea con los hallazgos iniciales publicados en febrero de 2019. Las principales conclusiones sugieren que un ingreso básico mejora el bienestar mental de los receptores y los hace sentir más seguros con sus finanzas.
El interés en el concepto ha resurgido desde que los confinamientos en gran parte del mundo destruyeron millones de empleos, privando a muchas personas de un salario digno. Incluso en Finlandia, un bastión nórdico de bienestar, la crisis de la COVID-19 ha abrumado el sistema de beneficios de desempleo del país. Varios economistas, incluido el premio Nobel Angus Deaton, argumentan que alguna forma de ingreso básico combate el tipo de desigualdad de riqueza que en última instancia tiende a desestabilizar a las sociedades.
En Finlandia, la primera ministra, Sanna Marin, no planea introducir un ingreso básico, como tal. En cambio, su coalición de cinco partidos quiere analizar un impuesto sobre la renta negativo, por el cual los que ganan bajos ingresos dejarían de pagar impuestos al gobierno y en su lugar recibirían un pago.
Usar los datos
El ministro de Asuntos Sociales y Salud del país, Aino-Kaisa Pekonen, dijo que los últimos resultados del estudio “también se pueden utilizar al reformar el sistema de seguridad social”.
Los participantes en el estudio recibieron 560 euros (US$600) por mes. Los incluidos eran parte de un grupo seleccionado al azar de 2.000 personas desempleadas con edades entre los 25 y los 58 años, que obtuvieron dinero gratis del estado de 2017 a 2018.
“Esta fue una gran zanahoria, y podemos ver que no funcionó completamente”, asegura Kari Hamalainen, investigador principal del Instituto de Investigación Económica VATT, en una transmisión por Internet. Implementar un ingreso básico universal para todos los ciudadanos “sería costoso. Si tuviéramos un ingreso básico universal, tendríamos que incorporar los impuesto” y, de acuerdo con estos resultados, “sería insostenible”.
El objetivo original del estudio finlandés era explorar nuevas formas de distribuir la seguridad social en un mundo en el que más trabajadores están amenazados por la automatización y es probable que menos asuman trabajos tradicionales de nueve a cinco. Muchos consideran que el sistema actual de beneficios por desempleo es demasiado rígido y temen que disuade a las personas de realizar trabajos temporales o de medio tiempo.
Resultados preliminares ya habían disipado la idea de que los receptores de dinero gratis trabajarían menos.
“El esquema no tuvo efectos negativos en el empleo”, asegura Anthony Painter, director de investigación e impacto de Royal Society for the encouragement of Arts, Manufactures and Commerce, una organización benéfica del Reino Unido. “En todo caso, fue positivo: una refutación importante para aquellos que piensan que conduciría a que más personas sean flojas”.
En el primer año, el 18% de los participantes del estudio encontró trabajo, más o menos en línea con el grupo de control. En el segundo año, el 27% de los que obtuvieron un ingreso básico trabajó, solo 2 puntos porcentuales más que el grupo de control. Los resultados en 2018 están algo sesgados por un modelo introducido por el gobierno que penaliza a las personas desempleadas que no buscaban trabajo activamente.
Los resultados del estudio se basan en datos de empleo, entrevistas y respuestas a un cuestionario.
Signe Jauhiainen, gerente de investigación de la institución de seguro social Kela, afirma que los resultados se pueden utilizar para renovar la seguridad social, por ejemplo, “aumentando la certeza sobre los ingresos, reduciendo la cantidad de solicitudes que las personas necesitan presentar”.