Los residentes de Caracas están parados en largas filas esperando llenar los tambores con agua mientras la crisis energética nacional de Venezuela se extiende por cuarta semana, lo que impide que las reservas superen la línea y exacerba la creciente escasez en la capital venezolana, en medio de una sequía.
Docenas durmieron en la fila a la espera de su turno en un pozo cerca de Petare, el barrio marginal más grande de la ciudad. Tres hombres arrojaron un viejo cubo de pintura atado con cuerdas a un pozo con la esperanza de conseguir agua. Los autos estacionados en la cercana carretera Cota Mil esperaban su turno para colocar botellas debajo de pequeños arroyos que bajan por la montaña Ávila. En uno de los principales parques de la ciudad, los residentes tomaron turnos para usar mangueras para regar las plantas mientras sus hijos jugaban cerca.
Incluso en los vecindarios más prósperos de la ciudad, los residentes llenaban baldes con agua de sus piscinas para limpiar sus baños.
"Caracas depende de una red de reservorios y sistemas de bombeo que están en muy malas condiciones", asegura David Marrero, miembro del equipo de servicios públicos del municipio de El Hatillo. "Cuando no hay electricidad, no hay bombeo, y Caracas se queda sin agua".
En plena "guerra eléctrica", Venezuela racionará la electricidad en Caracas
Desde un apagón de una semana que comenzó el 7 de marzo, el servicio de energía eléctrica ha sido intermitente, en el mejor de los casos, en todo Venezuela, y el gobierno apunta a supuestos sabotajes y ataques a la red mientras ignora las acusaciones de mala administración e incompetencia. Las protestas han estallado en los últimos días a medida que los venezolanos se cansan del colapso de los servicios públicos, desde el agua hasta la energía y el servicio de Internet y teléfono. Las luces estuvieron más apagadas que encendidas durante el mes de marzo.
El presidente Nicolás Maduro anunció 30 días de racionamiento de energía en un discurso televisado el domingo por la noche, aunque no proporcionó detalles sobre cómo se implementarán los apagones.
Caracas, a 900 metros sobre el nivel del mar, obtiene su agua del sistema de reservorios y estaciones de bombeo de Tuy, que requiere un mínimo de 600 megavatios para funcionar. Cuando la ciudad intentó bombear agua a sus 5,5 millones de residentes en la última semana, falló, dice Marrero.
"No hemos tenido agua corriente en casa durante quince días", cuenta Susana Bruno, una cajera en un supermercado que recoge agua con su esposo e hijo en el módulo de policía cerca de una carretera principal. "El servicio de agua ha sido intermitente durante años, pero al menos teníamos servicio cuatro días a la semana. Nunca antes hemos pasado por algo así".
Venezuela: protestas por nuevos cortes de luz
El sistema de agua ha estado colgando de un hilo durante meses. El ejército, que goza de muchas franquicias económicas otorgadas por Maduro, comanda la oferta, apropiándose de un comercio lucrativo y vendiendo cargas de camiones a quienes pueden pagar por ellas. Una sequía durante la estación seca ha empeorado la situación del agua, lo que ha incrementado aún más el precio.
Si bien las semanas de cortes de energía han aumentado la inestabilidad política en Venezuela, también han distraído a muchos de los esfuerzos por apoyar al jefe de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, para liderar las protestas callejeras organizadas con el fin de derrocar a Maduro. Con las fallas constantes en las telecomunicaciones, los mensajes de Guaidó a través de Twitter o el servicio de transmisión se escuchan en el extranjero, pero no siempre en casa.
Es probable que el estancamiento político se prolongue y existe una creciente frustración popular por el hecho de que Guaidó no haya podido forzar el cambio en medio de una crisis cada vez más grave y de sanciones estadounidenses más estrictas, de acuerdo con la analista de Eurasia Risa Grais-Targow en una nota del 29 de marzo.
"La actual crisis de energía está minando parte del impulso de Guaidó, dado que las personas vuelven su atención a su supervivencia diaria", escribió Grais-Targow. "Pero los factores estructurales todavía apuntan a un eventual cambio de régimen", incluida la falta de prestación de servicios básicos.