A los asesores de la primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, les preocupa que los miembros de su gabinete estén planeando renunciar para tratar de obligarla a dejar el cargo, tras la renuncia de la ministra del Interior Suella Braverman.
El periódico The Guardian informó sobre la partida de Braverman, en un golpe dramático para la asediada primera ministra.
Una persona familiarizada con el asunto dijo que los asesores de Truss prevén que el ministro de Educación, Kit Malthouse y la ministra de Comercio, Kemi Badenoch, también presenten su renuncia. Malthouse entregó una evaluación brutal de los pasos en falso de la primera ministra en una llamada telefónica del Gabinete el lunes en la que se habló sobre los planes del nuevo ministro de Hacienda. Jeremy Hunt, para desmantelar el programa económico de Truss, según la persona.
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El portavoz de Truss se negó a comentar sobre la salida de Braverman. Braverman y su portavoz no respondieron de inmediato a las solicitudes de comentarios. Badenoch le dijo a Bloomberg que no renunciará. Malthouse no respondió a una solicitud de comentarios.
Las renuncias ministeriales podrían resultar fatales para un primer ministro. El mandato de Boris Johnson terminó con las rápidas salidas del entonces ministro de Salud Sajid Javid, y el exministro de Hacienda Rishi Sunak, lo que desencadenó un éxodo masivo de funcionarios de su Gobierno. Al tiempo que los rebeldes luchan por ponerse de acuerdo sobre quién quieren que suceda a Truss, la gran renuncia se ve como una forma eficaz de derrocarla.
El apoyo a la primera ministra y a los conservadores gobernantes se ha desplomado a niveles récord por su fallido programa de recortes fiscales que desencadenó un caos en los mercados financieros y elevó los costos de endeudamiento y las tasas hipotecarias.
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Hunt revirtió la mayoría de las políticas para restaurar la estabilidad financiera después de que las finanzas públicas del Reino Unido se desmoronaran repentinamente. Pero al hacerlo, puso a los conservadores en camino hacia otra ronda de austeridad punitiva, mientras que los británicos luchan contra la crisis del costo de vida.
La debacle ha dejado a Truss contra las cuerdas, con sus propios parlamentarios conspirando abiertamente para expulsarla. Su Administración es vulnerable a las rebeliones conservadoras, en tanto que ya cedió a las demandas de aumentar los beneficios de pensiones estatales en línea con la inflación galopante y diluyó un plan para reiniciar el fracking de gas de shale.
“Soy una luchadora, no una desertora”, dijo Truss en la Cámara de los Comunes al enfrentarse a los legisladores por primera vez desde que se vio obligada a desechar la mayor parte de su programa económico solo unas semanas después de anunciarlo.