El regreso a la normalidad después del covid ha dejado a algunos grandes ganadores, como la bebida energética más popular del mundo, y la familia que la creó.
Desde los asistentes al primer festival de música ZoukOut que se celebra en cuatro años en Singapur, hasta los viajeros en los abarrotados trenes matutinos de Londres prefieren esta bebida al café. Red Bull GmbH registró el año pasado ingresos récord, con la venta de más de 11.000 millones de latas y brindándole el mayor mercado de la categoría.
Los Yoovidhyas, la familia tailandesa que la inventó, han sumado US$7.800 millones a su fortuna desde enero de 2022, la mayor ganancia de cualquier dinastía asiática, según el índice de multimillonarios de Bloomberg. Al 14 de marzo, su fortuna superaba los US$27.000 millones, la mayor parte proveniente de su participación en la empresa privada Red Bull, a diferencia de la mayoría de las familias más ricas del mundo, que perdieron dinero en las turbulencias bursátiles del año pasado.
“Las bebidas energéticas se han convertido en sinónimo de un estilo de vida activo”, afirma Simon Chadwick, profesor de deporte y economía geopolítica en la Skema Business School de París. La gente que vuelva a hacer ejercicio y regrese a la oficina para trabajar más horas “necesitará bebidas energéticas”, agregó.
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Chaleo Yoovidhya, el descendiente de la familia, ideó la bebida con alto contenido de cafeína a mediados de la década de 1970 cuando vendía medicamentos en Tailandia y decidió expandirse a los bienes de consumo. La bautizó Krating Daeng, “toro rojo” en tailandés.
Durante un viaje a Asia, el vendedor austriaco Dietrich Mateschitz descubrió que la bebida lo ayudaba a aliviar el desfase horario. Ambos se asociaron para fundar Red Bull en 1984 y la convirtieron en una marca mundial que ahora también cuenta con equipos de fútbol y automovilismo, así como patrocinios de deportes extremos como ciclismo de montaña y clavados. Tras la pandemia, se ha beneficiado de mayores ventas que sus competidores en bares y restaurantes, según Kenneth Shea, analista de Bloomberg Intelligence.
“Red Bull es una de las empresas comercializadoras de estilo de vida más exitosa en el sector de los bienes de consumo”, afirma Howard Telford, director del sector de refrescos de la consultora Euromonitor International. Eso “permite a Red Bull mantener una identidad fuerte y prémium en una categoría próspera para las bebidas funcionales”.
Los Yoovidhyas controlan el 51% de Red Bull, mientras que el 49% restante pertenece al hijo de Mateschitz, que se convirtió en el milenial más rico de Europa tras la muerte de Dietrich el año pasado. La empresa, con sede en Austria, ha estado dirigida en su mayor parte por el accionista minoritario. La familia tailandesa también es propietaria de TCP Group, el gigante que produce la bebida energética en Tailandia y otros mercados asiáticos.
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La familia ha tenido sus polémicas. En 2012, el nieto de Chaleo, Vorayuth, se vio implicado en un atropello con fuga mientras conducía su Ferrari en Bangkok en el que murió un agente de policía. El heredero, también conocido por su apodo, Boss, evitó ser procesado huyendo de Tailandia en un jet privado en 2017. Él y su familia han negado todos los cargos, y las autoridades tailandesas los retiraron hace tres años.
Eso provocó un boicot a los productos Red Bull en el país y obligó al primer ministro a ordenar una revisión del caso que llevó a los fiscales a acusar a Vorayuth de dos nuevos cargos. Uno de ellos, el de consumo de drogas, ya prescribió. El restante, conducción temeraria con resultado de muerte, prescribirá en 2027. Vorayuth sigue en paradero desconocido.
“Sabemos que, en este caso, los Yoovidhyas se escaparán”, afirma Yupana Wiwattanakantang, profesora asociada de la Escuela de Negocios de la Universidad Nacional de Singapur. La familia espera que la gente se olvide del asunto, añadió.
TCP Group declinó hacer comentarios sobre el patrimonio de la familia y la investigación. La Fiscalía General de Tailandia no respondió a las solicitudes de comentarios.
RM