Desde el principio, la Administración del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha sido víctima del fuego amigo y de las luchas de poder, protagonizadas en gran parte por sus hijos, aficionados a Twitter. Los cargos de la Administración han prometido reiteradamente unión y coordinación. Hasta ahora, en vano.
El miércoles, Carlos Bolsonaro, concejal de la ciudad en Río de Janeiro y segundo hijo del líder brasileño, arremetió contra el vicepresidente Hamilton Mourão por Twitter, cuestionando su lealtad al comandante en jefe. La última diatriba se produjo pocas horas después de que su padre dijese, a través del portavoz Otavio Rego Barros, que quería "poner fin" al enfrentamiento.
Los miembros de la familia Bolsonaro se han peleado repetidamente con políticos destacados durante los cuatro meses en el poder de la Administración. En marzo, el presidente de la cámara baja, Rodrigo Maia, abandonó su función de enlace en el proyecto de ley de reforma del Gobierno tras la publicación de unos comentarios de Carlos en Twitter. El episodio sacudió la confianza de los inversores, ya que se considera que Maia es crucial para el proceso de reforma del Gobierno.
Mourão trató de sofocar la escalada de tensiones de nuevo, y dijo a los medios el miércoles que había "pasado página" sobre cualquier problema con Carlos. "Las tensiones del día a día ya son suficientes", dijo.