Cuanto más leo y escucho sobre cómo será la vida de oficina a medida que se da la reapertura, más distópico suena: escritorios vacíos, cero reuniones, mantener el distanciamiento necesario. Echo de menos el agitado movimiento de la oficina, pero la necesidad de mantener el distanciamiento social significa que este aspecto dejará de existir.
No obstante, pese a que todas las oficinas serán más silenciosas y vacías, es posible que no sean mucho más seguras. Erin Bromage, profesora de biología en UMass Dartmouth, compiló una útil lista de varios eventos con altísimo riesgo de propagación de COVID-19 que resalta el peligro de estar en un espacio cerrado con una persona enferma. Si una ida al restaurante de 90 minutos, una práctica de coro de 120 minutos o una fiesta de cumpleaños de 180 minutos es suficiente para que una persona infecte a toda una habitación, ¿cuánto más riesgo hay en una jornada laboral de 540 minutos, incluso con precauciones?
En lugar de que los empleados regresen en el corto plazo, las organizaciones deberían conformarse con el trabajo remoto a largo plazo, como algunos están empezando a hacer. Google y Facebook han optado por esta vía, pidiendo a sus empleados que trabajen desde casa durante el resto de 2020. Microsoft ha aprobado el trabajo remoto hasta octubre. Twitter ha comunicado que los empleados pueden continuar desde casa indefinidamente.
Es una estrategia que podría ser ampliamente popular. En una encuesta informal realizada por Bloomberg Opinion a través de nuestras redes sociales, entre 52% y 63% de los encuestados dijeron que preferirían seguir trabajando desde casa que regresar a la oficina. Eso refleja los hallazgos de Gallup: aproximadamente la mitad de las personas encuestadas quiere seguir trabajando de manera remota.
¿Y por qué no? Permitir el trabajo remoto es más barato que reorganizar la oficina. Por ahora, organizaciones y empleados ya han invertido en equipos esenciales de trabajo remoto: monitores de computador, sillas ergonómicas, ropa deportiva.
Esto es solo en términos de hardware. Las empresas han invertido en aplicaciones de colaboración virtual como Slack, Zoom y sus rivales. Los equipos que se han acostumbrado a estas plataformas probablemente continuarán usándolas.
Apoyar el trabajo remoto a largo plazo requiere un cambio en el pensamiento de muchas empresas, explica Jennifer Kaufmann-Buhler, profesora asistente en Purdue University que estudia diseño de oficinas. Las empresas han alentado durante mucho tiempo a los empleados a considerar la oficina como una especie de hogar, abasteciendo las cocinas con refrigerios y ofreciendo sillas que se sienten, si no exactamente hogareñas, como de un agradable lobby de hotel. Ahora, los hogares se han convertido en lugares de trabajo, incluso si es solo un rincón presentable del hogar. Las empresas nunca han tenido problema con que las personas se lleven trabajo a casa, pero cuando no hay alternativas, significa repensar algunos conceptos básicos, como el acceso a internet, por ejemplo.
Desde el inicio de las cuarentenas, muchas ciudades han evidenciado velocidades de internet más lentas. Sin embargo, obtener una mejoría es difícil, explica Bhaskar Chakravorti, decano de negocios globales de Fletcher School de Tufts Iniversity y director de su iniciativa Digital Planet, porque la mayoría de los problemas de conexión ocurren entre la acera y la casa. Esos problemas son costosos de solucionar y los proveedores de servicios de internet tienen pocos incentivos para abarcarlos porque hay muy poca competencia a nivel local. Pero si más personas trabajan desde casa, el acceso a internet de alta velocidad se convertirá en una necesidad mayor, como la electricidad continua o el agua limpia, y la presión pública podría forzar cierto nivel de acceso mínimo.
Entretanto, las empresas cuyos empleados trabajan desde casa deberán encontrar soluciones que requieran menos ancho de banda, ya sea para la comunicación o el intercambio de datos u otra cosa.
Sé que no todos pueden trabajar desde casa indefinidamente. Es mucho más fácil para aquellos en lo que se conoce como el sector de transferencia de conocimiento, una categoría que incluye tecnólogos, periodistas, investigadores, consultores y abogados. Aún así, eso es mucha gente. En una encuesta, hasta un tercio de los trabajadores que una vez se desplazaban al trabajo dijo que ahora trabaja desde casa. Vale la pena comparar este dato con solo cerca de 3% de los trabajadores estadounidenses que anteriormente trabajaban desde casa.
Aquellos de nosotros que podemos trabajar cómodamente vía remota deberíamos seguir haciéndolo. Y en esto es donde los gerentes deben enfocar su energía, no en reabrir edificios de oficinas para personas que no necesitan estar allí.
Deberían considerarlo el primer paso para mantener la seguridad de los empleados. Como Joseph Allen, director del programa de edificios saludables de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, enfatizó en una entrevista reciente, los únicos empleados a los que se les debe pedir que regresen al edificio son aquellos que necesitan estar allí para mantener la funcionalidad del negocio.
En cambio, muchas compañías están desarrollando soluciones más avanzadas: mejorar la ventilación y la filtración de aire, escalonar los horarios de los empleados y abastecerse de equipos de protección personal, incluidos tapabocas. Esas cosas deben usarse solo cuando trabajar desde casa no es una opción.
Al trabajar vía remota el mayor tiempo posible, aportamos más en la lucha contra COVID-19. Cuantas menos personas vuelvan al trabajo, más seguro será el lugar de trabajo para quienes sí tengan que regresar.