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Hace cuatro años

Harvard invierte en negocio de viñedos, pero vecinos se quejan

La Universidad de compró un viejo rancho de ganado en las faldas de las montañas de Sierra Madre. En una árida extensión, el fondo de dotación de la escuela se propuso hacer dinero con un negocio infamemente difícil.

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Hace cuatro años, la Universidad de Harvard compró un viejo rancho de ganado en las faldas de las montañas de Sierra Madre. | Bloomberg

Hace cuatro años, la Universidad de Harvard compró un viejo rancho de ganado en las faldas de las montañas de Sierra Madre. En una árida extensión al norte de Santa Bárbara, California, el fondo de dotación de la escuela se propuso hacer dinero con un negocio infamemente difícil: los viñedos.

Las sedientas uvas para vino necesitan agua, y mucha. Así que Grapevine Capital Partners, que administra la inversión de Harvard, planeó cavar enormes estanques para almacenar agua subterránea como parte de un sistema de riego para miles de viñas.

Sin embargo, por el momento, el fondo de dotación de Harvard ha cosechado principalmente un fruto amargo con esta compra, una de sus más de doce inversiones en viñedos en California en los últimos seis años. Los escépticos locales dicen que el plan de la universidad pone en riesgo los escasos recursos de agua subterránea de la región. Dado que los suministros se han reducido de forma crítica, las autoridades del condado estuvieron de acuerdo, y postergaron el proyecto para una revisión ambiental. Harvard, que declinó hacer comentarios, apeló la decisión, y se programó una audiencia para principios del próximo año.

Los escépticos locales dicen que el plan de la universidad pone en riesgo los escasos recursos de agua subterránea de la región

"Apoyamos mucho la agricultura, pero no queremos que la agricultura agote nuestros recursos", dijo Robbie Jaffe, que dirige un viñedo vecino con su marido y lidera la oposición al proyecto. "Esto tiene el potencial de ser aún más devastador para nuestra limitada cuenca".

La disputa ilustra los riesgos que el fondo de Harvard, el mayor de la educación superior, enfrentó con su inusual estrategia de invertir directamente en proyectos agrícolas gigantescos en todo el mundo. En su apogeo, las tierras agrícolas de Harvard abarcaban cerca de 800.000 hectáreas, casi el tamaño de Europa. A través de las empresas que controlaba, Harvard compró bosques de teca en Centroamérica, una granja de algodón en Australia, una plantación de eucaliptos en Uruguay y tierras forestales en Rumania.

Harvard compró bosques de teca en Centroamérica, una granja de algodón en Australia, una plantación de eucaliptos en Uruguay y tierras forestales en Rumania

Durante más de una década, estas inversiones dieron sus frutos. Pero el auge mundial de las materias primas se vino abajo después de la crisis financiera de 2008. Esto contribuyó a los mediocres resultados del fondo de dotación, uno de los peores entre los más importantes: un rendimiento anual del 4,5 por ciento para la década que terminó en junio.

"La agricultura conlleva muchos riesgos que no se corren en otras industrias", dijo Madeleine Fairbairn, profesora adjunta de estudios ambientales de la Universidad de California en Santa Cruz. "Muchos inversores institucionales subestimaron las complejidades".

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Para revertir el resultado del fondo, Harvard Management Co. la unidad que supervisa el fondo, contrató a N.P. "Narv" Narvekar de la Universidad de Columbia en 2016. Desde entonces se ha retirado de los recursos naturales y de otras inversiones directas. El año pasado, Narvekar redujo el valor de los terrenos forestales y las granjas en la cartera en US$1.000 millones. Ahora constituyen menos del 6 por ciento del fondo de dotación de US$39.000 millones de Harvard, lo que se compara con el 13 por ciento de hace cinco años.

El conflicto de Harvard en California se produjo luego de una ola de compras de viñedos que comenzó en 2012. El fondo gastó unos US$100 millones en más de una docena de propiedades. La escuela compró la mayor parte del terreno cerca de la costa central del estado, famosa por sus cavas. Desde entonces, su valor ha aumentado, de acuerdo con las declaraciones de impuestos del fondo.

El conflicto de Harvard en California se produjo luego de una ola de compras de viñedos que comenzó en 2012

Cerca de un bosque nacional, se encuentra un lugar salvaje y polvoriento, donde casi lo único que sobrevive son matorrales y arbustos. En este paisaje inhóspito, Harvard está cultivando una décima parte de sus tierras para un viñedo aproximadamente del tamaño del Central Park de Nueva York.

En la región, las disputas por el agua son comunes, pero esta que involucra a Harvard se ha extendido a la opinión pública. En 2014, en medio de una sequía épica, los legisladores de California aprobaron una ley que restringe la extracción de agua subterránea.

Aquí entra Jaffe y su esposo Stephen Gliessman, profesor de ecología de la Universidad de California que se especializa en agricultura ambientalmente sostenible. Cerca de la propiedad de Harvard, cultivan uvas y aceitunas en su viñedo Hope Vineyard de dos hectáreas. La pareja utiliza un proceso llamado agricultura de secano, que busca aprovechar las lluvias existentes, en lugar de proyectos de riego gigantescos. Dicen que los niveles de sus pozos han bajado desde que Harvard comenzó a cultivar.

Jaffe y Gliessman formaron un equipo para impugnar una decisión del condado: aprobar que Harvard construyera tres enormes estanques destinados a prevenir el daño por las heladas, como parte de un sistema de riego ya existente. En invierno, los trabajadores utilizarían el agua de los estanques para rociar las plantas, protegiéndolas de las heladas.

En invierno, los trabajadores utilizarían el agua de los estanques para rociar las plantas, protegiéndolas de las heladas

Harvard apeló la decisión del condado. También quiere una excepción a las nuevas normas sobre aguas subterráneas. En abril, Ray Shady, un representante de la compañía, ofreció una justificación. Argumentó que una falla geológica separa el valle occidental, donde se encuentra el viñedo de Harvard, del resto de la región. Como resultado, explicó, el viñedo no debería estar sujeto a las mismas reglas estrictas que otros productores.