La primera vez que Karen Requena ingresó a la cafetería en Escondida, la enorme operación minera de BHP Billiton en el norte de Chile, no pudo evitar sentir innumerables ojos fijos en su cuerpo mientras cruzaba el vasto salón. "No podría ser peor que esto", pensó. Luego, mientras la joven buscaba un lugar para sentarse, comenzó el ruido. Miles de hombres empezaron a golpear sus cuchillos y tenedores contra sus platos. El ritmo del ruido ensordecedor se elevó mientras ella trataba de encontrar un asiento vacío.
Así fue como sucedió día tras día en la mina de cobre más grande del mundo. Era 2012, y Requena estaba trabajando turnos de 10 días como responsable de seguridad de Escondida para Villatol, un contratista de BHP Billiton. Pronto, ella comenzó a comer sola en su habitación.
Las experiencias que Requena dice haber soportado no son un evento aislado. Rutinariamente, se somete a las mujeres a conductas degradantes y cosas todavía peores, según las entrevistas de Bloomberg con más de una docena de empleadas y exempleadas, así como de acuerdo con investigaciones académicas. En un estudio realizado en 2016 para el Ministerio de Minería chileno se encuestó a 603 mujeres y se comprobó que más del 40 por ciento había escuchado chistes obscenos y silbidos de distinta índole. Alrededor del 20 por ciento había sido manoseada, y el 7 por ciento había recibido propuestas de relaciones íntimas.
BHP cuenta en sus filas con un tercero al que cualquiera puede acudir para presentar quejas de manera confidencial, afirma la compañía en una declaración escrita. "Cualquier denuncia de connotación sexual que viole la dignidad de alguien es tratada inmediatamente por la compañía", continúa la declaración. "Aplicamos procedimientos especiales de investigación; la denuncia tiene prioridad y asignamos recursos adicionales para acelerarla".
Antofagasta Plc, que explota la mina chilena Zaldívar, está capacitando a 400 ejecutivos en liderazgo inclusivo y parcialidad inconsciente. Participa en una iniciativa de igualdad de género con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo y cinco de sus supervisores forman parte del Proyecto Promociona, un programa para ayudar a las mujeres a atravesar el techo de cristal.
Inhóspitas
De todos los lugares de trabajo de la Tierra, las minas son y siempre han sido notoriamente inhóspitas para las mujeres, sobre todo en Chile, donde la cultura popular machista sostiene que la mera presencia de una mujer en el pozo de una mina trae mala suerte. Hasta 1996, la ley prohibía a las mujeres trabajar bajo tierra. En las últimas dos décadas, el Gobierno ha hecho esfuerzos para generar cambios, y las empresas han respondido comprometiéndose a contratar mujeres y educar mejor a su personal predominantemente masculino. Si bien se han logrado avances, las minas siguen siendo lugares peligrosos para las trabajadoras.
Los avances en la tecnología deberían ayudar. La minería moderna ya no es el trabajo físicamente exigente que alguna vez fue. Manejar un camión gigante de 550 toneladas, actualmente equipado con dirección asistida y aire acondicionado, no requiere mucho más esfuerzo que conducir un automóvil. "Se puede manejar el camión con el dedo meñique", dice Gustavo Tapia, presidente del grupo de sindicatos de la Federación Minera. Y a medida que las excavadoras automáticas y otras máquinas pesadas reemplazan lentamente el trabajo de minería tradicional, las operaciones se pueden controlar y monitorear desde estaciones de trabajo cómodas a cientos de kilómetros de distancia del pozo de la mina. El empleo viene ofrece un plan de salud familiar excelente y el salario medio es de cerca de US$23.500 por año, casi el doble del ingreso promedio en Chile.