La inflación de Brasil se enfrió un poco más de lo esperado en momentos en que el presidente, Jair Bolsonaro, promulga una serie de medidas para controlar el aumento del costo de vida antes de las elecciones y el banco central prepara otra alza de tasas de interés. Los datos oficiales publicados el martes mostraron que los precios al consumidor crecieron 11,39% a mediados de julio respecto al año anterior, por debajo de la media de estimaciones de 11,41% de economistas en una encuesta de Bloomberg. En la comparación mes a mes, la inflación fue del 0,13%.
Con la vista puesta en las elecciones presidenciales de octubre, Bolsonaro se apresura a aliviar el dolor económico y cerrar la brecha con su principal rival, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. Los brasileños están furiosos por el aumento vertiginoso de los precios de los alimentos y el combustible, y las encuestas muestran que culpan ampliamente al mandatario por sus problemas.
El banco central ha respondido con uno de los ciclos de ajuste más agresivos del mundo tras la pandemia, elevando la tasas en 11,25 puntos porcentuales desde marzo de 2021. Se prevé que los responsables de política monetaria realizarán un aumento de medio punto porcentual el 3 de agosto y posiblemente pongan fin al ciclo de ajuste.
A los economistas les preocupa que la combinación de altos costos de endeudamiento e inflación provoque una recesión más adelante este año, y que las medidas de Bolsonaro aumenten los precios a largo plazo. En las últimas semanas, el líder de extrema derecha ha impulsado planes para reducir los impuestos sobre los servicios públicos y la gasolina, mientras que el Congreso promulgó un paquete de ayuda multimillonario que amplía la asistencia en efectivo a los pobres.
Los analistas prevén que los precios al consumidor subirán un 5,3% a fines del próximo año, según la última encuesta de economistas del banco central publicada el lunes. El banco tiene como objetivo una inflación anual del 3,5% para 2022 y del 3,25% para 2023.
MAR / ff