Los días de la flexibilización cuantitativa (QE por la sigla en inglés) han quedado atrás hace mucho en la zona del euro, según indicios del mercado de bonos corporativos de US$3 billones de la región.
Los inversores demandan primas cada vez mayores por compañías que ocupan un lugar más bajo en el espectro de calificaciones en relación con sus pares de más calidad, un momento decisivo para un mercado que durante tanto tiempo distorsionó el Banco Central Europeo.
La brecha entre los diferenciales de compañías triple B y de una sola A –la más baja y la segunda más baja en el nivel de elevada calificación- es ahora la mayor desde el inicio del programa de compra de bonos corporativos del BCE, según datos que reunió Bloomberg.
En otras palabras, los administradores de carteras optan por ser selectivos, lo que también podría reconformar el panorama crediticio para los mayores tomadores de crédito. Es un indicio de la salud del mercado, pero la capacidad de estos últimos de absorber liquidaciones ahora queda puesta a prueba, y en momentos de estrés global, según las firmas gestoras de dinero.
“Los inversores empiezan a diferenciar”, dijo Florence Barjou, jefa de inversión en múltiples activos de Lyxor Asset Management, que gestiona 143.000 millones de euros (US$164.000 millones). “Antes había menos discriminación porque había mucha liquidez. Ahora la gente evalúa los escenarios posibles en tasas de interés y crecimiento global y presta más atención a los elementos fundamentales”.
Retiro del estímulo
El mercado de crédito ha tomado con calma el inminente retiro del estímulo, alentado por los anunciados planes de ajuste del BCE y su promesa de reinvertir en activos cercanos al vencimiento. Pero en momentos en que los diferenciales están en el mayor nivel en más de seis semanas, las noticias llegan en momentos difíciles para los inversores, afectados por el riesgo político italiano, la tensión comercial entre China y los Estados Unidos y la volatilidad relacionada con el brexit.
Un efecto colateral de la desaparición del apoyo del BCE podría ser una mejor determinación de precios o, para decirlo en términos más simples, una mejor interacción entre compradores y vendedores para determinar el retorno apropiado de un bono. La determinación de precios se ha visto en cierta medida distorsionada como consecuencia de las compras de bonos del banco, que llevaban a los inversores a adivinar el nivel de apoyo concreto o posible que daba el BCE a un emisor.
La desaparición del respaldo monetario para fin de año es también una novedad para los emisores, que han experimentado primas cada vez menores en los últimos años, lo cual ha llevado a los compradores a descender aún más en el espectro del riesgo.
“La transición hacia la salida del programa de compra de bonos del sector empresarial (CSPP por la sigla en inglés) se ha visto acompañada de una mayor dispersión de precios y de más volatilidad”, escribieron en una nota a clientes estrategas de Morgan Stanley bajo la dirección de Srikanth Sankaran. Esperamos más de ambas cosas”.
La autoridad monetaria ha acumulado 2,5 billones de euros de bonos para anclar los costos crediticios en un intento de reanimar el crecimiento. Ya ha empezado a desacelerar las compras, y este mes adquirió alrededor de 700 millones a 800 millones de euros de deuda corporativa por semana, la menor cantidad desde agosto, cuando la caída de las ventas primarias redujo la cantidad de obligaciones disponibles para la venta.
En momentos en que el mercado deja atrás la QE, los inversores activos podrían salir ganando si los actores del mercado se hacen cada vez más selectivos.
La baja dispersión en los años anteriores alentó el ingreso de flujos a fondos que cotizan en bolsa de bajas comisiones. En teoría, la reversión podría contribuir a un mejor desempeño de ese tipo de firmas de gestión de fondos.