Una de las paradojas de las tensiones comerciales de este año es que en muchas partes del mundo todavía no se siente como una crisis.
A pesar de todas las turbulencias en las monedas de los mercados emergentes, los inversionistas de capital en los principales mercados parecen... ¿relajados? El hito pasó con poca fanfarria, pero el índice S&P 500 cerró el 29 de agosto en un récord de 2.914,04. El día anterior, el Nifty 50 de la India hizo lo mismo. Otros índices en los mercados desarrollados solo están moderadamente por debajo de sus máximos de enero.
Mientras se espera que el presidente Donald Trump comience a implementar la próxima ronda de aranceles sobre US$200.000 millones de bienes chinos en cuestión de horas, es tentador pensar que la economía mundial está resistiendo la tormenta. Tentador, pero equivocado. Mire más atentamente: la desaceleración ha comenzado.
Mire los volúmenes de comercio. Ha sido extraordinariamente inusual que el ímpetu del comercio global solo haya mejorado en las últimas décadas. Las únicas ocasiones notables en que el monitor de comercio mundial compilado por la Oficina de Análisis de Política Económica de los Países Bajos (o CPB por sus siglas en holandés) ha disminuido de manera sostenida desde 2000, fue en vísperas de las recesiones de 2001 y 2008, y durante la crisis de los productos básicos de 2015.
Ahora puede agregar 2018 a esa lista, ya que el índice se dirigió a territorio negativo el segundo trimestre de este año. Esa caída es particularmente sorprendente dado que los productos básicos, uno de los subconjuntos más voluminosos y volátiles de bienes comercializados a nivel mundial, se han desempeñando bastante bien: los índices de combustibles y otros productos básicos del CPB alcanzaron en mayo los niveles más altos desde 2014.
La debilidad no proviene de los materiales, sino de los productos manufacturados, a medida que las cadenas de suministro globales se paralizan.
Eso es consistente con la imagen que emerge en terreno. Los fabricantes de Estados Unidos "informaron precios más altos e interrupciones del suministro que atribuyeron a las nuevas políticas comerciales", según el Libro Beige de julio de la Reserva Federal, además de "mayores precios de los insumos y márgenes cada vez menores". La próxima edición, que se publicará la próxima semana, probablemente muestre un impacto aun mayor, a juzgar por las advertencias de los líderes empresariales en vísperas de la actual ronda de gravámenes.
Incluso eso probablemente subestima el alcance de la desaceleración subyacente. En EE.UU., el tráfico portuario ha estado en niveles récord en los últimos meses, lo que sugiere que el efecto de los recortes de impuestos y una política monetaria favorable compensan con creces cualquier nerviosismo comercial. Sin embargo, una parte de los movimientos probablemente se relaciona con el hecho de que las empresas aumentaron sus existencias de forma anticipada para evitar los nuevos aranceles, según la Federación Nacional de Minoristas, un grupo de la industria.
El hecho de que las caídas comerciales previas hayan coincidido a menudo con las recesiones en EE.UU. no significa que la próxima lo haga. Es más probable que las disminuciones en los volúmenes monitoreados por el CPB hayan sido consecuencias más que causas de contracciones económicas previas. Aun así, como Komal Sri-Kumar escribió para Bloomberg Opinion a principios de este año, los mercados tienen un pobre historial de recuperación de los riesgos derivados del aumento de las barreras arancelarias por adelantado.
Para tener una mejor idea de lo que se avecina, eche un vistazo a la forma en que las líneas mundiales de envío de contenedores planean el futuro. Los libros de pedidos, que superaban los 1.000 buques antes de la crisis financiera de 2008, no han alcanzado un quinto de ese nivel desde que Trump llegó al poder. Si la economía global va a salir de esta última ronda de tensión, las flotas mercantes de las que depende el comercio no lo están viendo.
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.