Lo peor del coronavirus está por venir para las fábricas estadounidenses.
Datos publicados el lunes por el Institute for Supply Management (ISM) mostraron que la actividad manufacturera se ubicó en febrero justo por encima del límite entre una expansión y una contracción. No importa cómo lo vea, se trata de un descenso frente a la lectura de enero que mostró un aumento en la producción y los nuevos pedidos después de un cese en la guerra comercial. Pero la dinámica en terreno para las fábricas estadounidenses está bajo mayor tensión de lo que parece sugerir la lectura general de 50,1. En particular, los tiempos de entrega de los proveedores se extendieron a sus períodos más largos desde 2018. Si bien eso suele ser un indicador positivo que muestra que los fabricantes de piezas tienen dificultades para seguir el ritmo de la demanda, en este caso muestra que ya se está observando la distorsión en las cadenas de suministro a medida que los gobiernos y las empresas adoptan drásticas medidas para intentar detener la propagación de la enfermedad respiratoria Covid-19, que ya cobrado la vida de más de 3.000 personas.
A diferencia de los minoristas o las aerolíneas que sienten el impacto inmediato de los productos no vendidos y los vuelos cancelados, el impacto en la cadena de suministro provocado por el coronavirus tarda más tiempo en manifestarse. La mayoría de las compañías opera con algún tipo de reserva en el inventario y es probable que muchas hayan adelantado trabajo para cubrir el período del Año Nuevo Lunar chino. Hay señales positivas de que China está avanzando en el regreso de las fábricas a sus operaciones a medida que la propagación del coronavirus en ese país se desacelera. Pero cuanto más se prolongue esta crisis de salud pública, y cuantos más países invada, más difícil será garantizar que las piezas puedan viajar sin problemas a través de redes complejas y remotas.
En particular, el informe cita a uno de los encuestados por el ISM, que dijo que el coronavirus "está causando estragos en la industria electrónica", lo que es negativo para firmas como 3M Co. y DuPont de Nemours Inc. que suministran materiales y componentes al sector. Ninguna de las compañías incluyó un impacto del coronavirus en sus proyecciones iniciales para 2020, y tampoco han emitido una actualización formal.
La creciente preocupación, y la más preocupante, es que la interrupción en la cadena de suministro es solo la punta del iceberg, y que el coronavirus podría comenzar a afectar fuertemente la demanda subyacente. La actividad manufacturera global registró en febrero su mayor contracción desde 2009 en medio de una caída en la producción y nuevos pedidos de exportación, según el Índice Global de Gerentes de Compras (PMI) de empresas manufactureras de JPMorgan (PMI, por sus siglas en inglés). El sector aeroespacial debe ser particularmente observado, ya que la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) proyecta el primer descenso en el tráfico mundial de pasajeros desde la crisis financiera. En particular, eso llevó a suponer que lo peor de las disminuciones de capacidad de las aerolíneas se limitaba a mercados vinculados a China; desde entonces, muchas aerolíneas han extendido las suspensiones a Japón, Corea del Sur y partes de Italia.
El lunes, Ryanair Holdings Plc redujo su programa de vuelos de corta distancia hacia y desde Italia hasta en 25% durante un período de tres semanas en medio de la débil demanda. Menos vuelos significa que menos aviones necesitan los lucrativos trabajos de mantenimiento y piezas de repuesto que han dado soporte a las ganancias del proveedor aeroespacial en medio de la cancelación de los vuelos del 737 Max de Boeing Co. La posibilidad de medidas de política monetaria y, en algunos casos, estímulos fiscales calmó los mercados el lunes y aliviará el impacto financiero para las empresas afectadas por la interrupción, pero la Reserva Federal y el Banco Central Europeo no pueden hacer que la gente suba a los aviones.
Como ocurre con la mayoría de las cosas relacionadas con el coronavirus, este último índice del sector fabril es un recordatorio de cuánto no sabemos aún sobre el virus en sí y su impacto económico final. Pero todas las señales apuntan a más problemas antes de que comience el proceso de curación.