La primera ministra británica, Theresa May, deberá hacer frente a una revuelta de correligionarios probrexit del Partido Conservador que no están contentos con indicios de que la mandataria planea descartar la idea de un divorcio sin acuerdo.
Miembros del Grupo de Investigación Europeo (ERG, por sus siglas en inglés), organización contraria a la Unión Europea, se reunieron el miércoles con el jefe de Látigo, Julian Smith, para insistir en que dejar el bloque sin un acuerdo debe seguir siendo una opción, según personas cercanas al tema.
El asunto llegará a un punto crítico el jueves cuando la Cámara de los Comunes vote acerca de lo que debería suceder próximamente en las negociaciones sobre el brexit, mientras May busca renegociar su acuerdo con la UE.
En solo seis semanas el Reino Unido abandonará la UE, con o sin acuerdo. El borrador de pacto de salida de May fue rechazado por un amplio margen en la cámara el mes pasado y hasta ahora no se ha llegado a algún otro convenio.
May pretende aplacar a sus críticos y obtener un respiro de dos semanas al prometer al Parlamento más oportunidades para opinar sobre lo que sucederá si no puede conseguir un acuerdo. Los miembros probrexit de su partido exigen que reescriba el trato porque aseguran que mantiene a Gran Bretaña muy atada a las normas de la UE, posiblemente de forma permanente.
Muchos euroescépticos preferirían un brexit sin acuerdo en lugar de una salida según los términos de May, pese al temor de que cause graves daños a la economía del Reino Unido.
El jueves, la primera ministra le pedirá a la Cámara de los Comunes que respalde el resultado de la votación previa del 29 de enero, cuando el Parlamento apoyó los llamados a reescribir su acuerdo para el brexit, pero se opuso a la idea de un divorcio sin acuerdo.
La reunión del miércoles entre los tories euroescépticos y el látigo de May concluyó sin resolución, lo que significa que algunos conservadores del ERG podrían votar contra el gobierno o abstenerse.
Como May no tiene una mayoría en el Parlamento, eso aumenta la posibilidad de que sea derrotada. Si bien esto sería embarazoso para la mandataria, su principal efecto práctico sería mostrar a Bruselas el poco espacio que tiene para maniobrar.