Cuando el presidente de la Unión Europea, Donald Tusk, se refirió al "lugar especial en el infierno" para los activistas del brexit, reflejó el temor y la frustración cada vez mayores en Bruselas de que la primera ministra Theresa May sea rehén de los radicales de su partido.
Una llamada telefónica malhumorada y más larga de lo programado entre May y Tusk hace una semana provocó una oleada de preocupación en círculos de la UE de que May no pueda conseguir la aprobación de ningún acuerdo de divorcio en el Parlamento, según funcionarios europeos que declinaron ser nombrados. Tusk estaba horrorizado de que May todavía le pidiera soluciones a la UE para terminar con el callejón sin salida en lugar de proponer algo creíble. Siete días después, la sensación no ha disminuido.
May visitará Bruselas el jueves como parte de sus esfuerzos para lograr que la UE cambie la parte más controversial del acuerdo de divorcio: el backstop en la frontera irlandesa. Los funcionarios dijeron que están preparados para una tensa –y probablemente poco fructífera– sesión de conversaciones entre ella, Tusk y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
El lado británico comparte la opinión: una persona familiarizada con la situación en Londres dijo el miércoles que el gobierno no espera que May regrese al Parlamento con un acuerdo revisado para el brexit antes del 13 de febrero, una fecha límite autoimpuesta.
May visitará Bruselas por primera vez desde que los líderes de la UE se negaron a mejorar el acuerdo para el brexit durante una cumbre en diciembre. El acuerdo fue rechazado en el Parlamento en enero por un margen histórico. El parlamento luego ordenó a May el 29 de enero regresar a Bruselas para renegociar el backstop. Si no se logra un acuerdo con el Parlamento antes del 29 de marzo, May tendrá que escoger entre dejar que el país se hunda en el limbo jurídico o extender la membresía a la Unión, en un giro humillante.
Tusk ahora espera que May llegue a Bruselas con "una sugerencia realista sobre cómo terminar el punto muerto", dijo el miércoles.
Fue entonces cuando atacó a los activistas del brexit. Con el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, a su lado, se preguntó "cómo será el lugar especial en el infierno para aquellos que promovieron el brexit sin siquiera un esbozo de plan para llevarlo a cabo de manera segura".