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El drama de Beirut, un día después de la explosión

Más de cien muertos, miles de heridos y cientos de miles quedaron sin hogar. Muchas de las víctimas morirán, o quedarán lisiados permanentemente, si un socorro no llega rápidamente.

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Vistas del puerto de Beirut, donde se produjo la explosión que dejó cerca de 100 muertos y miles de heridos. | Agencia Afp

Más de cien muertos, miles de heridos y cientos de miles quedaron sin hogar. Las víctimas humanas de las masivas explosiones en Beirut el martes exigen una respuesta inmediata del resto del mundo. No es exagerado decir que muchos morirán, o quedarán lisiados permanentemente, si un socorro no llega rápidamente.

Pero la tragedia también plantea un dilema bien conocido por líderes y prestamistas del mundo: ¿Cómo ayudar a un pueblo que sufre sin empoderar a sus gobernantes sombríos y de dudosa reputación?

El dilema surgió recientemente en Irán, cuando el Gobierno de la República Islámica buscó obtener US$5.000 millones del Fondo Monetario Internacional para hacer frente al brote de coronavirus. En ese entonces, argumenté que no se podía confiar en el régimen de Teherán con dinero en efectivo. El riesgo era demasiado grande de que el dinero se desviara hacia el establecido programa de Irán de propagación del terrorismo y la violencia sectaria en todo el Medio Oriente. Es mejor ofrecer ayuda en especie (alimentos, medicamentos, médicos y enfermeras).

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La embajada argentina en Beirut quedó destrozada por la explosión

Fue revelador ver como el Gobierno iraní insistía en el efectivo, que no ha recibido, y optó por dejar que su gente sufriera en lugar de aceptar los ofrecimientos occidentales de asistencia no monetaria. Desde entonces, ha tratado de ocultar el alcance de la crisis del coronavirus falsificando las cifras. La cifra real de muertes podría ser más de tres veces mayor a la anunciada.

Líbano, a pesar de su disfunción política y caos económico, es en su mayor parte una sociedad abierta. El Gobierno del primer ministro Hassan Diab aceptará con gusto las ofertas de asistencia de todo mundo, con la posible excepción de Israel. Grupos de rescate y ayuda del mundo entero se dirigen a Beirut. También llegarán alimentos y otros suministros de emergencia.

Pero la élite política profundamente corrupta que dirige el país no desaprovechará esta oportunidad de pedir dinero también. Y ahí es donde radica el dilema.

No hay duda de que Líbano necesitará el efectivo. Beirut ha sufrido un daño físico enorme; el gobernador de la ciudad estima que costará entre US$3.000 millones y US$5.000 millones repararla.

 

VIDEO: Así quedaron las calles de Beirut tras la explosión

En circunstancias normales, se habría podido confiar en que la diáspora libanesa se haría cargo de gran parte de esta factura. Pero en los últimos meses, el lamentable estado de la economía libanesa, y especialmente el colapso de su moneda, ha impulsado a muchos a sacar su dinero del país. Enviarán dinero en efectivo para apoyar a amigos y familiares, pero invertir en la reconstrucción requiere fe en el manejo de la economía y confianza en el sistema bancario, algo que actualmente no existe.

Al igual que con Irán, existe el peligro de que el dinero de la ayuda se desvíe de su propósito previsto, ya sea para cubrir los bolsillos de los famosos políticos venales de Líbano, o peor aun, para llenar las arcas de Hezbollah, que actúa como la marioneta de Irán en toda la región.

El temor a que el dinero caiga en manos de Hezbollah ha impedido que los países del golfo Pérsico rescaten a Líbano de su actual crisis económica, como lo han hecho en el pasado.

Eso deja solo al FMI, que incluso antes de la tragedia del martes estaba en conversaciones con el Gobierno de Diab para la obtención de un préstamo de US$10.000 millones. Pero esas negociaciones se habían estancado porque el Gobierno no lograba acordar un plan de reforma económica. El ministro de Economía, Raoul Nehme, se mostró optimista cuando dijo que podría recibir la mitad de esa cantidad la semana pasada.

 

GALERÍA | La impresionante explosión en el puerto de Beirut en 40 fotos

El FMI ahora podría estar dispuesto a considerar una suma mayor, para incorporar las necesidades de reconstrucción de Beirut. Pero el riesgo de uso inadecuado podría ser mayor en medio del caos tras las explosiones, por lo que debería ser aun más insistente en la transparencia.

La magnitud de la tragedia debería sacudir al Gobierno, y a toda la clase política, sobre la necesidad de reformas. Incluso Hezbolahh, seguramente, ahora debe reconocer que un rescate, con condiciones, es inevitable y urgente. Como mínimo, el Gobierno debería permitir un sistema de supervisión internacional sobre como se gasta el dinero de la reconstrucción. No recibir asistencia en un momento en que hay tanta simpatía hacia Líbano sería desastroso.

El mundo quiere ayudar a los libaneses. Los políticos en Beirut deben ayudarnos a ayudarlos.

 

P.M.