El gobierno de Javier Milei enfrenta un momento crítico en medio de escándalos que han puesto en tensión su imagen y credibilidad. La consultora en comunicación política Julieta Waisgold, entrevistada en QR!, evaluó la estrategia oficialista y señaló una serie de errores que dificultan la gestión de crisis.
Según Waisgold, “hay una literatura común sobre cómo manejar la crisis en comunicación, y hay manejos que no van de la mano de esos manuales. Lo que se piensa cuando se 'piensa en comunicación de crisis', es en tomar decisiones políticas acordes con la profundidad del escándalo, y también hay diferencias en qué se considera una crisis”.
La especialista señaló que, en los casos de los recientes escándalos —como los audios filtrados y la situación vinculada con Espert—, el presidente no aplicó ninguna de las recomendaciones habituales. “De hecho dio un mensaje desordenado… el timing de reacción fue lento, con discordancia. Es un poco la característica del gobierno: no logra unificar un mensaje, no tiene cañón para disparar discurso”, explicó.
Waisgold comparó la reacción de Milei con la de figuras internacionales de derecha: “Trump no tuvo dobleces en la forma de reaccionar frente a sus escándalos. Avanzó, atacó y fue a la ofensiva, redobló la apuesta en la polarización. Milei, en cambio, no sabe manejar las crisis, creo que por errores políticos grandes”.
La especialista destacó que la combinación de problemas económicos, tensiones políticas y ruidos mediáticos dificultó que el gobierno retome el control. “No logra retomar el timón. El acto en Movistar Arena fue un intento de reconectar con sus orígenes. En su base movilizó algo, pero no podía cambiar el eje de la discusión. En ese aspecto lo logró, pero necesita una dinámica ascendente para sostenerlo”.
El análisis de Waisgold muestra que el gobierno de Milei enfrenta un desafío doble: contener los efectos de los escándalos recientes y construir un relato coherente que unifique su discurso. La falta de estrategia y la dispersión en la comunicación reflejan que, hasta ahora, la gestión de crisis oficialista carece de estructura y previsión, dejando espacio para que los opositores y la opinión pública cuestionen la capacidad del gobierno de liderar en momentos de turbulencia política.
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