Germán Iturriza, analista y consultor de mercados de granos, dialogó con Canal E sobre la actualidad del agro y propuso dividir el diagnóstico en dos grandes bloques. Primero, la fina (trigo y cebada) que está cerrando con una performance “excelente” en términos de kilos; y después la gruesa (maíz, soja, girasol) que transita etapas críticas de siembra y desarrollo, mientras el mercado toma posición hacia el primer semestre de 2026.
Trigo y cebada: rindes muy altos, pero la calidad complica el negocio
Según Iturriza, la campaña de fina deja un saldo contundente en rindes. Afirmó que trigo y cebada tuvieron una condición ambiental “excelente” para el desarrollo reproductivo, aunque con dos eventos que recortaron algo de potencial: “Hemos tenido dos episodios 28 y 29 de octubre dos episodios de heladas, que les ha quitado un poquito de rendimiento”.
Aun con ese recorte, el consultor remarcó que el resultado sigue siendo muy superior a lo esperado: “Estamos teniendo rindes de 30-40% por encima de lo esperado”. Y lo sintetizó con una frase que se escucha cada campaña en el lote: “Uno cuando mide una cosecha dice, yo miro los kilos”.
Pero la segunda mirada —la de la calidad— aparece más compleja. Iturriza advirtió que la respuesta está “más cerca del no que del sí” cuando se pregunta si el trigo cumple con lo que necesita la demanda. Por un lado, recordó que la molinería local requiere un trigo que “ligue” y permita producir pan. Por otro, explicó que el mercado exportador exige proteína mínima: “Necesita un nivel de proteína mínimo 10 y medio, 11. Pensemos que el trigo en el mundo se comercializa 12, 12 y medio”.
En cambio, describió valores muy por debajo en zonas relevantes: “Hay zonas en el sur de la provincia de Buenos Aires con proteína en niveles de 8 y medio, 9”. Ese bache, señaló, tiene explicación agronómica y climática: el productor tuvo dificultades para manejar proteína en una campaña que venía con excesos hídricos y cambios bruscos. En términos comerciales, la consecuencia probable es clara: el trigo de menor calidad se ordenará a través de descuentos y destinos alternativos.
Iturriza anticipó que Argentina podría redirigir más mercadería a mercados que acepten esa calidad, pero también alertó sobre la reacción de Brasil —comprador clave— si detecta trigo flojo: “Si el brasilero detecta que el trigo argentino le está quedando flojo de calidad va a tener que salir a comprar a otro lado” o compensar con mayores costos industriales.
Soja 2026: siembra con ventanas ajustadas y precios “artificialmente distorsionados”
En soja, el análisis mezcla agronomía y tablero comercial. En el campo, Iturriza describió una siembra “como se puede”, con avances condicionados por humedad irregular: exceso en algunas zonas del Litoral y falta de humedad superficial en partes del centro bonaerense, incluso en lotes que venían “pasados de agua” meses atrás. También mencionó que en algunos lugares se empieza a escapar la ventana ideal y aparecen abandonos puntuales por riesgo de llevar la floración y el llenado a momentos menos favorables.
En el mercado, fue todavía más tajante: “Tenemos un mercado artificialmente distorsionado”. ¿Por qué? Porque, según explicó, hubo un período en septiembre de 2025 en el que exportadores pudieron registrar ventas externas con 0% de derechos, y eso les dejó “capacidad de pago” más alta para negocios que todavía se cargan en diciembre, enero, febrero, marzo y abril.
Con ese mecanismo, describió una brecha que, a su criterio, no refleja el costo real de exportar hoy: “Hoy está teniendo un valor disponible de 345 dólares y un valor mayo de 318 cuando un exportador tiene que pagar el 24% de derecho a exportación”. Y lanzó una advertencia directa al productor: “Tenga en consideración estas situaciones… todo el mundo ya da por sentado que la soja vale 320 dólares, y eso no es real. En algún momento se termina esta situación”.
Sobre la demanda, ubicó a China en modo más prudente en esta transición entre la cosecha de Estados Unidos y el ingreso pleno de Sudamérica. Se puso en el lugar del comprador y fue gráfico: con Brasil y Argentina “bien” y EE.UU. con soja holgada, “¿acelerás o esperás? Yo lo espero”. Además, recordó que China venía de comprar muy fuerte: “Importaciones récord de los últimos 5 años comprando como si no existiera un mañana”.
Con Brasil “encarrilado” y sin problemas graves, Iturriza señaló que el gigante sudamericano podría acercarse a un volumen muy alto, lo que suma presión sobre precios. Su conclusión para el primer semestre fue de tono moderado: valores “tranquilos” salvo sorpresa climática en las próximas semanas.
Maíz: buen potencial productivo, pero un volumen grande puede presionar precios; retenciones, el deseo que sigue
Para el maíz, Iturriza diferenció el temprano del tardío. Dijo que el temprano transita “muy bien” en el Litoral y norte bonaerense, aunque mencionó complicaciones por falta de lluvias en el sur de Córdoba en momentos críticos. El tardío, en cambio, todavía está en pleno proceso de siembra y, por calendario, atraviesa el calor actual en estadios más chicos, lo que reduce el riesgo inmediato sobre el período crítico.
En lo comercial, el consultor advirtió que el mercado ya mira el flujo que se volcará entre fines de febrero y abril: “Empieza a volcarse un flujo de maíz de entre 18 y 19, 20 millones de toneladas es un numerazo y los precios lo van a tener que sentir”. Aun con una demanda interna fuerte, sostuvo que “digerir” ese volumen en tan poco tiempo suele traducirse en presión bajista.
También señaló que el contexto global suma peso: Estados Unidos exportando a ritmo récord y Chicago con valores “hiper baratos”, mientras en el mercado local el maíz sigue relativamente más firme. En su visión, esa tensión puede empezar a resolverse cuando se instale la nueva cosecha y se afloje la transición entre campaña vieja y nueva.
Hacia el final, apareció un tema estructural para el productor: retenciones. Ante la pregunta sobre el deseo de un 2026 sin derechos de exportación, Iturriza fue claro: “El productor siempre tiene ese deseo, tiene la necesidad también”. Explicó que, con precios internacionales deprimidos —“en el cuarto más bajo” de la historia, según su referencia— producir se vuelve un ejercicio de máxima eficiencia: “Tiene que sacar kilos como nunca, para poder cubrir los costos”.
Por eso, reclamó señales para planificar y vinculó el tema a la mejora fiscal: si el Estado ordena cuentas, puede bajar derechos. Y dejó un objetivo de fondo: que Argentina vuelva a sostener producciones de gran escala y gane peso internacional con “pisos fuertes” en los mercados.