“El corazón me latía fuerte, me transpiraban las manos, sentía mucha angustia y a la noche me costaba dormir. En una búsqueda desesperada por sentirme bien empecé a tomar ansiolíticos. Al principio, Rivotril en dosis bajas, pero con el correr de los meses comencé a usarlo de manera regular. No salgo a ningún lado sin la pastilla en la cartera”, reconoce Camila, contadora de 35 años, quien hace unos meses comenzó a realizar una terapia cognitivo-conductual para tratar sus ataques de pánico.
Como esta paciente, unos ocho millones de argentinos recurren a psicofármacos para superar trastornos de ansiedad, insomnio, nerviosismo o estados depresivos. Este año, según cifras del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos, ya se prescribieron unos 12 millones de recetas y los especialistas advierten que cada vez más jóvenes recurren a su uso.
Según datos de la consultora especializada IMS Health, en la última década en Argentina, el clonazepam –una benzodiacepina que actúa sobre el sistema nervioso central y tiene efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos y miorrelajantes– creció 132%. “En 2004 se vendieron 194.895.219 unidades de comprimidos de este medicamento, mientras que en el último año la cifra es de 453.074.727. El clonazepam es el líder indiscutido del mercado y dentro de la categoría para tratar trastornos de ansiedad y de pánico le sigue el alprazolam”, expresó Juan Manuel Santa María, director de la Consultoría de IMS Health Región Sur.
Para superar una separación de pareja, atravesar un duelo o sobrellevar un ataque de ansiedad. Estos suelen ser los principales motivos que impulsan el uso de benzodiacepinas. “En Argentina, tenemos datos preocupantes de que el clonazepam tiene cifras récord de consumo. Incluso hasta mayor que al de otros países. En algunos casos, la gente suele utilizarlas de manera no supervisada para paliar los síntomas de la ansiedad y de la angustia ante los avatares de la vida”, le dijo a PERFIL Marcelo Cetkovich, jefe del Departamento de Psiquiatría de Ineco.
Por su parte, Alfredo Cía, presidente de la Asociación Psiquiátrica de América Latina, expresó: “En los últimos años, creció mucho la automedicación y la gente tiende a utilizarlas para combatir situaciones cotidianas estresantes, de tensión o de incertidumbre. Buscan soluciones inmediatas, con la ilusión de que son ‘pastillas mágicas’ que les harán olvidar sus problemas. Mientras que con un tratamiento bajo receta se aconseja una toma no superior a uno o dos miligramos de clonazepam diario, hay pacientes que por su propia cuenta consumen entre seis y ocho”.
Abuso. A la hora de diferenciar el consumo de psicofármacos por sexo, las mujeres llevan la delantera. Según el Indice Nacional de Terapéuticas y Enfermedades elaborado por IMS Health, dentro de la categoría de los tranquilizantes, las mujeres consumen 68% mientras que los hombres, 32%. Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández, coincide: “Las mujeres suelen consumir más psicofármacos que los hombres. Con el clonazepam, por ejemplo, el porcentaje es 60% y 40%, respectivamente. Pero cuando lo utilizan de manera recreativa o combinada con alguna sustancia o alcohol el consumo es parejo. En 2014, tuvimos 954 intoxicados por alcohol, 350 por cocaína y 48 por clonazepam”.
Las benzodiacepinas suelen generar dependencia y tolerancia, por eso los especialistas aconsejan no consumirlas por más de tres meses. “Cuando se genera dependencia el paciente tiene la costumbre de la ‘toma necesidad’ y cada vez que se sienten mal o tienen miedo recurren a la pastilla ya que creen que sin ella no van a poder superar la situación”, detalló Daniel Bogiaizián, director del área psicológica de la Asociación Ayuda.
Además, pueden producir somnolencia, irritabilidad, disminución de los reflejos y demencia. Por eso, se debe consumir bajo prescripción médica. “Nueve de cada diez recetas de psicofármacos son realizadas por médicos no especializados en psiquiatría. Por eso, considero que tiene que haber más controles, para que no se las pueda adquirir con tanta facilidad. De esta forma se disminuirá la venta por canales no habilitados”, concluyó Cía.
Los riesgos de combinarla con alcohol. En los últimos años el uso de psicofármacos se extendió entre los jóvenes, y cada vez es más usual la costumbre de combinarlos con alcohol. “Ha disminuido mucho la edad de consumo de clonazepam. Ahora es normal encontrar chicos de entre 16 y 17 años que los utilizan como una sustancia recreativa junto al alcohol”, advirtió Carlos Damin, jefe de Toxicología del Fernández.
Según los resultados del VI Estudio Nacional sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas en estudiantes de enseñanza media (2014) del Observatorio Argentino de Drogas de la Sedronar, el 5,9% de los estudiantes declaró haber consumido al menos una vez psicofármacos (tranquilizantes y/o estimulantes) sin prescripción médica y el 67,3% lo hizo antes de los 15 años.
Los expertos desaconsejan combinar ansiolíticos con alcohol. “No se puede mezclar ningún psicofármaco con alcohol ya que potencia el efecto del mismo y éste del medicamento. Además, alteran la dosificación, aumenta la irritabilidad del paciente y se pierden los reflejos”, sostuvo Damin.