CIENCIA
entrevista con PERFIL

“El 75% de los hospitales bonaerenses está en una situación crítica: falta infraestructura”

Zulma Ortiz, ministra de salud de la provincia de Buenos Aires,explica los cambios y niega los rumores de renuncia.

Experta. Ortiz busca organizar el sistema de salud provincial y mejorar la calidad de atención.
| Agencia La Plata

Médica reumatóloga, máster en Epidemiología y una de las profesionales más reconocidas por Unicef, Zulma Ortiz llegó al Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires con una amplia trayectoria que la respalda y la voluntad de “contribuir en alguna medida para que las cosas mejoren”. En una entrevista con PERFIL, aseguró que recibió un ministerio endeudado, con hospitales “incendiados” y con déficit de recursos humanos. Y detalló los proyectos para mejorar la calidad de atención, una de las promesas de campaña de la gobernadora María Eugenia Vidal.
—¿Qué situación encontró en diciembre al asumir el ministerio?
—La situación de la salud en la provincia de Buenos Aires no es muy diferente de la situación de la Argentina: un sistema de salud fragmentado, con escasa organización, con dificultades en todo lo que tiene que ver con recursos humanos. Tal vez la particularidad de la provincia es su tamaño, la complejidad del sistema, ya que todo lo que tiene que ver con atención primaria corresponde a la jurisdicción municipal, atención hospitalaria está en relación con la provincia y a su vez convive con hospitales de alta complejidad como El Cruce, que son hospitales que se comparten: 70% Nación y 30% Provincia.
—¿Qué pasó en cuanto a medicamentos, insumos y pagos a proveedores del Estado?
 —Lo que encontramos fue más de 1.500 tratamientos de drogas oncológicas que no estaban llegando a los pacientes producto de incumplimiento de todo lo que es la cadena de expendio del banco de drogas. Había una deuda muy grande, de $ 2.600 millones, a más de 600 proveedores. Cuando ocurren estas cuestiones de no entrega o acceso a una medicación aparece una situación de conflictividad que muchas veces termina en judicialización. En ese sentido, encontramos más de 2 mil recursos de amparo, de los cuales 500 eran urgentes y 153 muy urgentes, en situación crítica.
—¿Cuál es el estado de los hospitales bonaerenses?
 —Realizamos visitas en terreno para conocer la situación de los 77 hospitales provinciales más el único hospital modelo que tenemos que es El Cruce. Pudimos ver que era necesario categorizarlos en: situación muy critica, crítica y normal en relación con la inversión que hace falta para que el hospital cuente con infraestructura necesaria para poder atender a la población. Hay sólo veinte hospitales que estarían en condiciones de avanzar sin una inversión inmediata. De los 57 restantes, cuatro están en una situación muy crítica: Lucio Meléndez, de Adrogué; Melchor Romero, de La Plata; Domingo Cabred (más conocido como Open Door) de Luján y Vicente López de General Rodríguez. En todos los casos la idea es comenzar con un plan de acción con los directores. Pero los recursos son finitos, la situación financiera de la provincia es crítica. Tenemos que establecer prioridades, realizar planes de acción que sea factible implementar este año para luego avanzar.
—¿Van a continuar funcionando las unidades de pronta atención (UPA), uno de los ejes de la gestión de Scioli?
—Como estrategia sanitaria, la idea de las UPA es muy buena porque están pensadas para resolver una consulta ambulatoria y descongestionar los hospitales de alta complejidad. Las recorrí y en materia de infraestructura y equipamiento son muy buenas. Las dos cuestiones que surgieron como críticas son, por un lado, el recurso humano que no está garantizado y la otra es la localización. En algunos casos la UPA está ubicada en un lugar que no es estratégico para resolver la situación de un municipio determinado. Muchos secretarios de Salud se han acercado para revisar dónde podría reubicarse la UPA. El objetivo es que funcionen todas y que lo hagan para resolver los problemas de cada lugar.
—¿Se están reevaluando los programas? Existe cierto malestar por los cambios en la Subsecretaría de Adicciones...
 —En principio hubo un cambio muy importante en la estructura del ministerio. Había seis subsecretarías y ahora son cuatro. En el caso particular del programa de adicciones y salud mental, que antes era una subsecretaría, lo que hicimos fue ampliar el concepto de estas patologías con un título que es Subsecretaría de Determinantes Sociales y Ambientales de la Salud y Enfermedad, en el sentido de no quedarnos sólo con adicciones sino más bien con un concepto holístico de estos problemas. También ahí incluimos un área que tiene que ver con violencia. Siempre que hay un cambio hay resistencia y se genera cierto disconfort.
—¿Le molestan los rumores sobre su renuncia?
—No, me divierten. Antes no estaba expuesta a las operaciones mediáticas, era un mundo ajeno para mí. Cada vez que tomo una decisión que toca intereses, inmediatamente aparece el rumor. Uno debe convivir con eso, lo voy aprendiendo e incluso me terminan fortaleciendo.