La pandemia de Covid-19 tiene efectos en muchos aspectos de la vida cotidiana y la previsión del tiempo tampoco está exenta, en especial, a partir de la disminución de la cantidad de datos proporcionados por los vuelos comerciales que afecta la calidad de los resultados de los modelos meteorológicos que se utilizan para elaborar los pronósticos.
“Los modelos numéricos meteorológicos resuelven un montón de ecuaciones y calculan la evolución de la atmósfera, cómo se va a comportar en el futuro, pero para eso se requieren datos de su estado actual en todo el mundo”, explica Cindy Fernández del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Los datos se obtienen desde distintas fuentes como las estaciones meteorológicas de superficie (en Argentina hay más de 230); las boyas que están en los océanos; las estaciones meteorológicas automáticas ubicadas en lugares de difícil acceso; los satélites; los globos sondas y los aviones.
“Con la pandemia de Covid-19 la cantidad de observaciones disminuyó muchísimo, especialmente las mediciones de altura que en Europa decayeron un 60 % y a nivel mundial en un 40 %, son muchos datos menos”, se lamenta la meteoróloga. La información que proveen los aviones es fundamental para hacer los pronósticos ya que es una de las pocas herramientas que se tienen para tomar mediciones de altura. Aunque también se utilizan los satélites, “los datos que envían –describe Fernández– son de superficie y sigue habiendo una falla bastante grande en los de altura, por eso los aviones tienen gran peso”.
Para analizar el impacto que tiene la información de los vuelos, en 2019 el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Mediano Plazo (Ecmwf) realizó dos pronósticos distintos con y sin los datos provenientes de los aviones y luego los comparó con lo que sucedió en la realidad. Los resultados demostraron que los pronósticos de corto plazo de viento y temperatura redujeron su calidad en un 15 %. Los pronósticos de superficie también se vieron afectados “con un impacto menor pero aun estadísticamente significativo” de 3 %, según la investigación. Por esa razón y dado que el número de observaciones de aviones disminuyó de manera significativa, el Ecmwf prevé un impacto mayor en la calidad de los pronósticos a corto plazo.
“Lo que tiene menor calidad a partir de la pandemia es el resultado de los modelos meteorológicos. Si bien nunca son exactos, ahora con menos cantidad de información pueden terminar haciendo suposiciones y el resultado final podría llegar a ser un poco más inexacto”, afirma la meteoróloga. Fernández aclara que el pronóstico del SMN está elaborado sobre la base de estos modelos, pero además cuentan con la intervención diaria de sus colegas que por el conocimiento, análisis y experiencias modifican esos resultados de ser necesario. En cambio, advierte, los resultados de estos modelos “van directamente a las aplicaciones que se utilizan en los celulares sin ninguna intervención de un meteorólogo”.
Más allá de la pandemia, contar con pronósticos confiables sigue siendo fundamental y por esa razón en Argentina la tarea de los meteorólogos del SMN es considerada esencial y exceptuada del aislamiento social, obligatorio. “Los fenómenos meteorológicos no se detienen, siguen afectándonos a todos”, concluyó Fernández.
Menos contaminación
Al igual que en otras ciudades del mundo que observaron una disminución de la contaminación del aire tras aplicar una cuarentena para minimizar la propagación del virus SARS-Cov-2, en la Ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires y Córdoba se registró menos cantidad de dióxido de nitrógeno que la habitual.
La disminución de la contaminación atmosférica a partir de la baja de la actividad industrial y de la circulación de automóviles pudo conocerse gracias a los mapas satelitales que elaboró la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) en los que se observan las diferencias en la concentración de dióxido de nitrógeno. Este gas afecta el sistema respiratorio y está relacionado con el calentamiento global. “Utilizamos los datos del satélite Sentinel-5p de la Agencia Espacial Europea que nos entregan diariamente y nosotros elaboramos promedios semanales. En el caso de los mapas es el promedio de tres semanas antes y tres semanas después de la cuarentena”, explicó Fernanda García Ferreyra de la Conae.