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Abuso universal

En todos lados, en todas partes, en cada contacto, hay una práctica potencial de constitución de desigualdad. Vamos todos hacia la deconstrucción. Y ya no hay vuelta atrás.

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Genero. El presidente Macri, el viernes anunciando el plan de igualdad en Olivos. | presidencia

Lo más revolucionario, lo más traumático, lo que incomoda, lo abrumador, tiene por estos días la forma de lo universal. En la denuncia famosa, en la que todos ya parecen estar al tanto, y en sus múltiples réplicas (mediáticas o privadas) se va describiendo una geografía sistemática, masiva y recurrente de procesos de abuso sexual desde el hombre hacia la mujer. En su extensión y su recurrencia, en su posibilidad de numerarse bajo estadísticas oficiales o en encuestas, es que queda en desesperante evidencia que estamos ante un proceso social complejo que excede a los denunciados y que expone una estructura de valores que construye, con una legitimidad asumida, pero no formal, este mismo sometimiento de generación en generación como algo natural. El universo social, que parecía armónico, se congela, y todas las mujeres, con mayor o menor involucramiento, se vuelven a pensar por estos días en sus historias, sus relaciones, sus días y sus minutos.

En una conferencia dada en 1981, y publicada en el libro Feminismo inmodificado, Catharine MacKinnon cuestiona los componentes que definen que un acto sexual sea calificado o no como violación: “¿Me sentí violada? Para mí, parte de la cultura de la desigualdad sexual que hace que las mujeres no denunciemos las violaciones es que la definición de violación no está basada en lo que nosotras sentimos como nuestra violación”. En la denuncia universal, en su expansión en casos, se expone justamente la denuncia a otro universal sobre la mirada dominante del hombre. Desde el punto de vista masculino, que es el que tiene la comodidad del poder físico y simbólico, la mujer no figura como deseo autónomo, sino solo como función de su propia satisfacción. La sorpresa, la incomprensión, la demora en comprender y la necesidad del aumento acumulado de casos como prueba de realidad exponen la casi nula centralidad que el punto de vista de la experiencia de la mujer tiene en la comprensión de las relaciones de poder en términos de género. La sorpresa es prueba del ocultamiento anterior.

Reconocerse ejerciendo una relación de opresión económica y/o sexual puede ser terriblemente desafiante ya que lo que hasta ese momento era natural, pasa a ser completamente aterrador

La denuncia permite pensar más elementos en cuanto a la capacidad desigual de defensa ante la opresión. Con la colectiva de actrices se puede exponer un caso de violación en los medios masivos, porque ellas mismas forman parte de los medios masivos de comunicación. Para los medios no se trata de un proceso de toma de conciencia (aunque este de cualquier manera se pueda producir) sino de una noticia demoledora. Los medios son un ámbito especializado en la exposición de temas llamativos y poco vinculados a la vida cotidiana. Lo que allí ocurre es extraño y sobresaliente y el caso denunciado implica a personas conocidas en extremo, denunciados por casos aberrantes. No puede ser mejor como noticia y solo gracias a estas combinaciones es que el caso adquiere notoriedad. Sin embargo, sus consecuencias justamente universales requieren atenciones masivas más allá del caso en forma de noticia. No se trata de abusos en medios de comunicación, sino de abusos en los medios como ejemplo de las relaciones desiguales y de abuso por parte de los hombres hacia las mujeres.

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Con este paso, las actrices no solo continúan su propio proceso de "deconstrucción" como objeto comercial utilizado por los medios, sino que al generar una denuncia social tan amplia invitan a la deconstrucción de los hombres, o al menos de los que puedan asumir la tarea. Es muy cómodo denunciar al liberalismo o hablar bien de Mandela, ya que son sitios acogedores de cualquier conversación ocasional. Reconocerse ejerciendo una relación de opresión económica y/o sexual puede ser terriblemente desafiante ya que lo que hasta ese momento era natural, pasa a ser completamente aterrador. Es necesario quitarlo de un episodio llamativo y de los medios para ubicarlo como una práctica presente en cada hogar, en cada esquina o en cada instante.

Con el debate sobre la legalización del aborto llamaba la atención el modo en que el tema había reconvertido a la Cámara de Diputados, desatendiendo los bloques partidarios y conformando una nueva agrupación. Con el tiempo podemos comprender mejor el por qué. El feminismo no denuncia solo en formato liberal conservador, o izquierda o derecha, sino que denuncia una forma de relación presente donde se la busque. En todos lados, en todas partes, en cada contacto, hay una práctica potencial de constitución de desigualdad. Vamos todos hacia el cambio. Vamos todos hacia la deconstrucción. Y ya no hay vuelta atrás.

*Sociólogo.