No solamente le faltan metas al gobierno sino que a la coalición gobernante le sobran los metarrelatos y le falta metaargumentación.
Según los lógicos Wooldridge, McBurney y Parsons, una argumentación seria y que lleve a buen puerto en realidad es una metaargumentación.
Una metaargumentación es una argumentación que se refiere a otros argumentos para evaluarlos. En toda discusión, una vez presentados los argumentos de una parte, la otra parte contesta, en parte proponiendo los propios, pero también analizando las fallas y problemas de lo dicho por la otra persona que discute.
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Un argumento se ordena en premisas y conclusiones y lleva, idealmente, de unas a otras de una manera ordenada y mostrando claramente la conexión que hay entre ellas. Las discusiones de Cristina se proponen como una mera sucesión de cuasi-argumentos que no solamente se saltean la parte metaargumentativa porque ignoran lo dicho por Fernández y su sector sino que además salta a imponer sus propias conclusiones sin terminar de armar ni siquiera una argumentación.
Ante el acuerdo con el FMI elige ella, a través de los camporistas, señalar que no se debe acordar con el Fondo porque será malo para los argentinos pero no se encarga de especificar en qué se equivoca el resto del arco político y mucho menos se ocupan de señalar cuál podría ser un curso de acción distinto del planteado por el presidente.
Esto sucede porque Cristina, en lugar de intentar establecer un intercambio metaargumentativos, se ocupa solamente de encajar todo en su propio metarrelato. El metarrelato o macrorrelato es un concepto descripto por el filósofo francés Lyotard como aquellos esquemas de narrativa totalizadores que organizan conocimientos y experiencias.
Así, en estos metarrelatos se encajan un montón de relatos y simbolismos en un complejo sistema que tiende a reforzar una serie de creencias y una forma de ver el mundo.
En la metanarrativa cristinista, el hecho de que Alberto fuera elegido por Cristina da por entendido que ella ha sido su gran avalista y que, como los votos en este imaginario serían propiedad de Cristina, Alberto estaría obligado a tener que tener su aval en todas las decisiones que tome. Cristina es experta en armar simbolismos que encuadren y completen poco a poco su metarrelato. Construye relatos que y los pone en relación con anteriores aunque a veces necesite tensionar mucho las cosas para que cierren.
Esta construcción de la vicepresidenta ha sido una constante en su vida política: sugiriendo que era perseguida por mandato de los EEUU, usando un vestido negro que recordaba la muerte de Néstor durante mucho tiempo, presentándose como una luchadora frente al FMI y las deudas públicas pese a que manifestó en su famosa carta al presidente: “No importa cuánto gastaste, me importa que logres alcanzar todo el déficit posible. Gastá más”.
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Uno de los más recientes y más contradictorios de estos relatos fue el que en esa misma carta hizo al hablar de funcionarios que no funcionan, desconociendo que Máximo Kirchner, enojado y apartado, mantiene todos los dirigentes para financiar su política con un sueldo hecho para servir a la gente de la que poco y nada se ocupan.
Hasta hoy algo de esto se comprobaba en la realidad porque efectivamente ninguno de los dos podía ganar solo y Cristina marcaba la cancha. Hoy cristina se aferra a este metarrelato, pero la realidad le desordena los símbolos y tiene que echar mano de viejas narraciones conocidas.Cristina está viendo que el manejo económico está yendo de mal en peor y con la inflación en alimentos acercándose al 10% y con perspectivas de crecer drásticamente a partir de la invasión a Ucrania.
La vicepresidenta necesita preparar una ruptura que la deje a ella bien encuadrada en su metarrelato, por eso, cuando llegan piedras a su despacho se ocupa más de filmar que de otra cosa y se apura más por conseguir una cámara profesional que la ayude que por llamar a la policía. Necesita que sus adeptos, como el “Cuervo” Larroque, los senadores Oscar Parrilli y Anabel Fernández Sagasti, la diputada Fernanda Vallejos, etc. salgan a denunciar cosas exóticas e incomprensibles como una “peligrosa autoproscripción” o un atentando que es ignorado por el poder ejecutivo.
Hoy claramente los cristinistas se están preparando para configurar el relato de una impotencia frente a un presidente que se corta solo y arregla a espaldas de la dirigente que, en palabras de Fernanda Vallejos (ferviente fanática de este metarrelato), expresa la voluntad del pueblo por su boca.
Pero la verdadera impotencia de Cristina está en lograr que Máximo no crezca políticamente, o que Axel no se corte solo. Por eso hoy rompe desde el relato pero no sabemos si en algún momento logrará romper efectivamente y más allá de discurso con el resto del Frente que parece haberse decidido ya por Alberto.
Mientras tanto Alberto, en lugar de ocuparse de generar un espacio de discusión y consenso que permita lograr una comunicación clara para tratar de conseguir un poco de la credibilidad que nunca llegó a tener, decide jugar al juego de metarrelato de Cristina oponiendo el propio. Así a la vez que habla de cuando toca en la agenda empezar con la ¨Guerra contra la inflación y a los precios” comparte una clase de fitness acuático cambiando en un pase mágico de la cámara un presidente serio y comprometido por uno distendido y amigable.
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El intento de Alberto es pobre y está muy lejos de la capacidad de los Kirchner para el relato. Alberto sigue intentado por el lado de parecer un tipo común y corriente pero todos ya le notaron los hilos a esta imagen. Casi como si no terminara de creer en el asunto hace producciones de fotos sobre el moisés del bebé que tendrá con Fabiola, gastando fortunas en asesores para una primera dama que no termina de ser tal. La concubina del presidente gasta también en asesores respecto de vestidos y peinados que no se ven mucho por ninguna parte, porque todos, salvo las cuentas oficiales de redes sociales de la presidencia (y solo en algunas ocasiones), ignoran completamente todo el asunto, hasta el punto tal de casi olvidar a la futura madre más famosa por un cumpleaños clandestino que por cualquier otra cosa. Lamentablemente nadie está atento al nacimiento del hijo del presidente ni ya le importa si vamos a ir a esta guerra con casco o con sombreros.
Los relatos históricos han fracasado, cuando pensamos en nuevos paradigmas universales ¿qué podemos esperar? ¿Estamos entonces sin guía y ante el relato del “sálvese quien pueda”? ¿Tal vez deberíamos combinarlos para crear uno nuevo y basado en la Democracia Real? Jean François Lyotard.