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Alberto, Larreta y la polarización fragmentada

Alberto y Larreta Temes
Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta coincidieron esta semana en apostar por la moderación. | Pablo Temes

En 2012, el mismo año en el que Donald Trump anunció que iniciaba su proyecto para ser candidato presidencial en las primarias republicanas, los politólogos Thomas Mann y Norman Ornstein publicaron un ensayo que alertaba sobre el complejo fenómeno que se avecinaba. En “Es incluso peor de lo que parece”, Mann y Ornstein advertían sobre un paradigma entonces incipiente, pero que ahora, una década más tarde, ya es inocultable: los riegos que la polarización extrema conllevan para la democracia.

Los autores anticipaban que Trump iba a forzar los límites del sistema republicano hasta llevarlos a un umbral irreconocible. También advertían que esta condición iba a afectar en forma más violenta al Partido Republicano, que al Partido Demócrata. Por esa razón denominaron a este fenómeno como un escenario de “polarización fragmentada”.

Mann y Ornstein criticaban específicamente el giro hacia la derecha del Partido Republicano, destacando el uso de trucos administrativos y parlamentarios como principal estrategia para evitar sancionar leyes importantes. El trumpismo, que ya empezaba a expandirse entre los republicanos, podía potenciar el problema. Los autores sostenían que el discurso de Trump terminaría llevando a que los republicanos profundizaran sus posturas dogmáticas para terminar volcándose en una extrema derecha, que nada tenía que ver con el espíritu original con el que había sido moldeado bajo la filosofía de Abraham Lincoln.

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“Es un insurgente atípico: ideológicamente extremista; despreciativo del régimen de política social y económica heredado; despreciativo del compromiso; no persuadido por la comprensión convencional de los hechos, la evidencia y la ciencia; y desdeñoso de la legitimidad de su oposición política”, sostenían Mann y Ornstein sobre Trump. La clave de esa fragmentación se encontraba en la imposibilidad de establecer consensos.

Hay que decirlo, Ornstein y Mann tuvieron razón: el debate público se distorsionó en los Estados Unidos, hasta volver irreconocible al sistema de tolerancia democrática que había caracterizado a ese país por décadas.

Trump provocó la “polarización fragmentada” en los Estados Unidos.

Desde que Javier Milei hizo su aparición en la escena política argentina, el temor a que Juntos por el Cambio protagonice una “polarización fragmentada” en términos Mann y Ornstein se ha vuelto más palpable. Las intervenciones de Milei hacen crujir la estructura ideológica de la oposición, porque representan un discurso que ha prendido en gran parte de un electorado descreído de la política tradicional.

Pero mientras Mauricio Macri y Patricia Bullrich coquetean con la incorporación de Milei a Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta rechaza de plano esa posiblidad. Y esta semana, en su último discurso de apertura de sesiones en la Legislatura, el jefe de Gobierno porteño dio cuenta de su apego por la moderación y de su cuestionamiento a la polarización.

Aunque no fue ampliamente cubierto en términos mediáticos, porque es un discurso que no sirve para mejorar las métrica, lo cierto es que Larreta hizo un elogio de la moderación a través de las siguientes definiciones:

-“Tenemos que fijar un rumbo que siente las bases para el desarrollo. Y la manera de hacerlo es construyendo un consenso amplio, que nos permita construir en conjunto políticas de Estado que se sostengan a largo plazo por el bienestar de las generaciones por venir”.

-“Yo no tengo dudas de que el mayor desafío que tenemos por delante es el de construir una sociedad de diálogo, en la que la tolerancia y el respeto le abran el camino al consenso, y en la que ese consenso le abra el camino al crecimiento”.

-“Esto requiere ser valientes y hacer el camino más difícil, que es el de sentarnos a la mesa con el que piensa distinto y hacer el esfuerzo de ponernos de acuerdo para resolver los problemas”.

-“Como país ya vimos lo poco constructivo que es el camino fácil: el de la intransigencia, el de las peleas, el de la grieta. La grieta nos paraliza, nos deja inmóviles, como estatuas con la mirada anclada en los problemas del pasado sin posibilidad de reconocer que, si dejamos las diferencias de lado, los problemas del presente tienen solución”.

-“Yo siempre voy a estar dispuesto a pelear por ese futuro de diálogo que necesitamos. Siempre van a encontrar en mí a alguien abierto a tener las conversaciones difíciles, las que requieren coraje y firmeza, las que son necesarias para que todos vivamos mejor”.

Alberto y Larreta rechazan la polarización en sus coaliciones.

Ornstein y Mann se referían a la “polarización fragmentada”, al concentrarse en el efecto que tendría sobre el Partido Republicano el impulso que proponía el trumpismo. En cambio, destacaban que los líderes del Partido Demócrata preferían evitar la confrontación directa que disparaba Trump. Las respuestas sensatas de Barack Obama, Hillary Clinton y Joe Biden así lo demuestran.

Pero, a diferencia de lo que ocurrió en los Estados Unidos, el temor a la “polarización fragmentada” es bipartidista en la Argentina: afecta a la oposición tanto como al oficialismo. De hecho, en el Instituto Patria se viene cuestionando la moderación de Alberto Fernández desde el preciso momento en el que asumió su mandato. Para Máximo Kirchner y para La Cámpora, la mesura del Presidente es sinónimo de duda, de timidez y de falta de convicción.

Pero mientras el kirchnerismo exige dejar atrás la moderación, Alberto Fernández la destaca. Y esta semana, en su último discurso en la apertura de sesiones del Congreso, Fernández dio cuenta de su apego por la moderación y de su cuestionamiento a la polarización.

Aunque no fue ampliamente cubierto en términos mediáticos, porque es un discurso que no sirve para mejorar las métricas, lo cierto es que Alberto Fernández hizo un elogio de la moderación a través de las siguientes definiciones:

-“En este tiempo, escuché como una y otra vez criticaban mi moderación. Pero con esa moderación fui capaz de enfrentar a los acreedores privados y pude ponerle freno a los condicionamientos que el FMI le había impuesto al gobierno que me precedió”.

-“Con esa moderación fui quien puso el pecho a la pandemia, y quien terminó de levantar hospitales que a mi llegada alguna gobernadora consideraba innecesarios. Y fui yo quien con esa moderación construyó hospitales modulares y distribuyó más de cuatro mil respiradores a lo largo y a lo ancho del país mientras ponía de pie un sistema de salud que había sido abandonado”.

-“Fui por el mundo con mi moderación buscando las vacunas contra el Covid y dispuse que se apliquen millones de dosis gratuitamente a cada argentino y argentina que lo demandó”.

-“Fui yo, con mi moderación, el que se empeñó en que la democracia se expanda y respete en toda la región. El que estuvo al lado de Lula cuando injustamente lo apresaron. El que estuvo al lado de Evo Morales cuando un golpe de Estado le arrancó el poder que su pueblo mayoritariamente le había dado”.

-“Y fui yo, con mi moderación, el que reclama y hace todo lo republicanamente posible desde hace años para que la Justicia argentina vuelva a abrazar al derecho y deje de servir a factores de poder persiguiendo a quienes representan el pensamiento popular”.

El subtítulo de su libro, Ornstein y Mann no dejaba margen de dudas: “El sistema constitucional estadounidense colisionó con las nuevas políticas del extremismo”. Se trata de un escenario que ahora también amenaza a la Argentina.