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PANORAMA / cambiemos y pj

Candidatos en duda

Macri piensa en la “re”, pero depende cómo llegue. Vidal niega, Massa quiere y CFK nada.

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BONO CON PENSATORIO Paul David Hewson (Bono) | PABLO TEMES

El lunes pasado, a las 14, hubo una importante reunión en un edificio ubicado en la avenida Belgrano y Balcarce, en donde va a funcionar el centro de campaña de Cambiemos. En ese encuentro, el jefe de Gabinete del gobierno de la provincia de Buenos Aires, Federico Salvai, presentó los lineamientos estratégicos de lo que va a ser la campaña del oficialismo para la reelección de María Eugenia Vidal.

Ese paso se pudo dar como consecuencia del acuerdo obtenido con la Nación acerca del espinoso asunto del Fondo del Conurbano. Eso le devolvió la paz interior a Cambiemos. La primera evidencia de esa fumata blanca había sido la foto compartida por Macri y Vidal en Trenque Lauquen y, su consolidación, fue la reunión del gabinete ampliado de la gobernadora en la República de los Niños en la que participaron intendentes y legisladores oficialistas. El otro operativo reelección –el de Macri– estará sujeto a la fría realidad de los números. Por lo tanto, si esos números confirman que el candidato mejor posicionado es el Presidente, será él quien vaya por la reelección. Pero si los números mostraran que la mejor posicionada es Vidal, la candidata –a pesar de sus desmentidas– será ella.

A full. Quien está dedicado de pleno a la campaña es el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Ahora que la "luminosidad" de su estrella política dentro del Gobierno se ha visto significativamente menguada, ha pasado a concentrarse casi exclusivamente en este tema. Es algo que hace con pasión y, hasta aquí, con eficacia. "Es lo único que sabe hacer bien; nunca perdió una elección", señala con sorna una voz que lo quiere poco y con funciones importantes dentro del Gobierno. Su obsesión ahora es el conurbano bonaerense. Ahí es donde el oficialismo sabe que tiene que redoblar esfuerzos si es que pretende tener reales chances de ganar la elección. El repunte logrado en 2017 hoy está perdido. Ese es, al fin y al cabo, el bastión de Cristina Fernández de Kirchner.

Peña está trabajando permanentemente con una estructura de militantes jóvenes que tiene un punteo casi exacto –casi cuadra por cuadra– de cómo le va al Gobierno en ese territorio hoy notoriamente adverso. Y lo de adverso es literal: en esa geografía hosca del Conurbano profundo Cambiemos está atrás en todas las encuestas.

Escenarios. En este universo electoral ya en marcha –el año que viene a esta altura estaremos en la previa de la casi segura segunda vuelta–, Sergio Massa se ha instalado como uno de los competidores. Quien lo está asesorando es Diego Bossio, que asumió el rol de operador de campaña. Massa y Bossio se reúnen casi de consueto en una oficina de la avenida del Libertador casi esquina Callao. Al líder del Frente Renovador le ha impresionado el orden y el conocimiento que demuestra el ex titular de la Anses en el segundo gobierno de CFK. La intención de Massa es posicionarse como el candidato a la Presidencia por el Peronismo Federal.Quienes lo rodean dudan de que pueda lograrlo. Lo que algunos de ellos presagian es que los gobernadores peronistas que huyen de CFK van a querer que el ex intendente de Tigre sea candidato a la gobernación de la provincia de Buenos Aires. En ese núcleo se tiene muy en claro que, sea cual fuere la fórmula, necesitará obtener unos 25 a treinta puntos en territorio bonaerense y que quien puede lograr ese guarismo por arrastre es Massa compitiendo para gobernador. El candidato predilecto dentro de este espacio sigue siendo Roberto Lavagna que –por ahora– se resiste a esta postulación.  

Pero Massa tiene como objetivo la Presidencia. Y, en su afán por sumar figuras de peso, con quien ha tenido un ida y vuelta intenso fue con Emilio Monzó. Es un ida y vuelta mutuo. Los que conocen la trama de la elección de 2015 señalan con todo detalle las negociaciones que Monzó llevó adelante en ese entonces para incorporar a Massa a las huestes de Cambiemos con la idea de que compitiera por la gobernación. Eso no prosperó y, entonces, apareció Vidal.

La Gran Lilita. Monzó ya ha dicho que no se va a ir del oficialismo. Lo que va a ser es trabajar como un líbero. "Va a hacer la de Carrió", precisan desde su entorno. Eso significa que, en algunos asuntos, va a plantear sus discrepancias en voz alta, algo que ahora no puede hacer por su cargo de presidente de la Cámara de Diputados.  

Por supuesto que ninguno de estos avatares de la política forma parte de las preocupaciones y angustias del ciudadano de a pie. En ese universo, la agenda y los interrogantes son otros: ¿qué va a pasar con la empresa en la que trabajan?, ¿cómo llegar a fin de mes?, ¿cómo pagar los servicios?, ¿cómo pagar los medicamentos?

El bono de 5 mil pesos que el Gobierno negoció con empresarios y la conducción de la CGT es consecuencia de esta apremiante situación social y de la amenaza sindical de realizar un paro por 36 horas. No es algo nuevo. Lo mismo hizo Alfonso de Prat-Gay en noviembre de 2016, pocos días antes de que fuera eyectado abruptamente del Gobierno.

Para no repetir aquella experiencia, está habiendo mucha negociación en la que el protagonismo preponderante lo tiene el ministro de la Producción, Dante Sica. Hay muchas Pymes en crisis que no pueden pagar el bono. Sica es un hombre al que se le reconocen méritos profesionales y de gestión. Viene del peronismo y fue secretario de Industria en el gobierno de Eduardo Duhalde. En el interior de ese ministerio, se está vivendo una situación de tensión entre el ahora secretario de Trabajo, Jorge Triaca a quien rumores de pasillo dan como renunciado en un futuro muy próximo. No es el único exministro y hoy secretario de Estado en la cuerda floja.  

La circularidad de la política argentina hace que las cosas se repitan incesantemente. Nadie hizo más por fomentar la candidatura presidencial de Macri que los errores y el manejo despótico del poder que hizo CFK a lo largo de sus dos mandatos. Y nadie hizo más para fomentar la vigencia de la ex presidenta que los groseros errores de gestión del actual gobierno. Por eso, el peronismo kirchnerista sigue en su operativo de aglutinamiento. La foto de esta semana en la que aparecieron José Luis Gioja, Hugo Moyano, Felipe Solá, Alberto Fernández y Héctor Daer es la representación del pasado. Es un pasado que está atado a Cristina Fernández de Kirchner. Y en la Argentina, el pasado –tanto el remoto como el reciente– son sinónimo de fracaso.

Producción periodística: Lucía Di Carlo