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CFK quiere ganar la Provincia más que la Nación

Axel Kicillof y Cristina Kirchner.
Axel Kicillof y Cristina Kirchner. | NA

En medio del revoleo de encuestas –que muchas veces son desmentidas por la realidad– y de un declaracionismo fácil de quienes se postulan –que también muchas veces son desmentidos por la realidad– nos zambullimos a unas primarias clave con una sospecha: que para Cristina es más importante que Kicillof sea gobernador que que Alberto presidente.

De ninguna manera esto significa que boicotee al candidato que la acompaña en la fórmula, pero ciertos movimientos de la campaña permiten construir este escenario teórico de prioridades.

Hay un par de datos objetivos constitutivos de la idea. Uno, que al no haber ballottage en la provincia de Buenos Aires, llega a la gobernación quien obtenga un voto más que sus rivales. Dos, que en ese territorio, en especial en el enjambre poblacional del Gran Buenos Aires, es donde el kirchnerismo recoge las mayores adhesiones respecto de cualquier otra zona del país.

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Conocedora de ese panorama, CFK aplicó planteos diferentes y a veces opuestos en la estrategia electoral bonaerense y en la nacional, teniendo además en claro que la cosecha provincial es central para intentar el regreso al poder: no hay allí inversión en vano.

Así, sabiendo que su techo electoral nacional no tenía la suficiente altura para alcanzar chances de triunfo, ungió a Alberto como presidenciable. Buscó dar un mix de señales: renunciamiento personal (al colocarse de vice), apertura política (entronizó a un “ex crítico”) y estilo dialoguista (“escuchó” al peronismo). La debilidad la flexibilizó, como marca el manual del pragmatismo (el mismo al que recurrió Macri para elegir a Pichetto).

Sin embargo, en la Provincia, donde se siente fuerte, impuso condiciones. Contra la presión de los intendentes, erigió a Kicillof sin abrir internamente la discusión ni la competencia. Les dio el manejo férreo del armado a su hijo Máximo y a La Cámpora. Y sometió hasta casi la asfixia política a Massa para que se incorpore a la batalla bonaerense (ni en Tigre le permitió terciar). Con la misma lógica, le ha dedicado más dardos a Vidal que a Macri, incluso algunos que sobrevolaron lo ofensivo.

En la Casa Rosada vienen tomando nota de esta particularidad, donde ven más chances de que el kirchnerismo gane el comicio provincial que el nacional, gracias al ballottage.

En el verano ya se los había anticipado la propia Vidal, por lo que sugirió adelantar la elección bonaerense y que su figura no corriera riesgos ante la mala imagen de Macri en el GBA. Se lo negaron. Una posible victoria de Kicillof no solo ratificaría la táctica K, sino que desataría un vendaval en la interna M. Pero esa es otra historia.