Si Mauricio Macri es el próximo presidente de los argentinos, su principal tarea será construir gobernabilidad y generar confianza. Si bien su base de apoyo es amplia, y si gana por un amplio margen logrará una gran legitimidad inicial, debemos recordar que el apoyo obtenido el 9 de agosto pasado fue del 25%, y en la vereda de enfrente tiene algunos jugadores audaces: gran parte del sindicalismo, el peronismo, y la muy agresiva La Cámpora, etc. Y además, el conjunto de la sociedad no es consciente de la fragilidad de la situación económica, y no está preparada para un ajuste, como sí lo estaba en la crisis de 2002, o la de 1989.
Esa búsqueda de la gobernabilidad tiene prioridad frente a la necesidad de generar un shock económico que pueda vulnerarla. La mejor política económica es la políticamente sustentable. El peor escenario para Macri es enfrentar en los primeros meses un conflicto sindical, social y/o político que debiliten su autoridad. Tiene que ser prudente y buscar consensos. No es cierto que tiene un cheque en blanco en los primeros 100 días, y que lo tiene que aprovechar para los cambios más drásticos. No lo tuvo Sebastián Piñera ni Dilma Rousseff. Y el kirchnerismo derrotado está agazapado para salir a gritar en la primera oportunidad “con nosotros estaban mejor”.
La otra cara de la gobernabilidad es la confianza, pero no necesariamente la confianza de los mercados financieros domésticos o del exterior. Esa confianza es a veces mala consejera: quiere efectivizar ganancias rápidas, y puede ser la primera en abandonar el barco si surgen complicaciones políticas. La confianza que hay que ganar es la de los que pueden invertir en actividades productivas.
Necesitamos que el que iba a sembrar 200 hectáreas siembre 400. Que se renueven los viñedos y se cuiden los frutales, aunque hayan generado quebrantos en los últimos años. Que los ganaderos quieran retener los vientres. Que los industriales amplíen sus galpones y compren nuevas maquinarias. Que el comercio renueve sus instalaciones y prefiera tener mercadería y no dólares.
Esta confianza en los sectores productivos se podría traducir en fuertes inversiones en un período relativamente corto. Y no sólo generará empleos; también venderán dólares que serán muy necesarios en el Banco Central.
Para generar esa confianza necesitamos ver un presidente Macri categórico desde el primer día en anunciar varios temas, aunque su implementación lleve meses:
◆ Controlar la inflación. Debe anunciar una Política de Metas Inflacionarias, que procure llegar a un dígito en 2017, y abajo del 5% en 2019. Y que lo logre sin medidas recesivas, ni restricciones monetarias ni cambiarias.
◆ Reducción de retenciones y otros impuestos. En forma inmediata a las economías regionales y a las exportaciones industriales, y un cronograma de eliminación en el resto.
◆ Desregular el comercio exterior e interior. Hay que derograr los ROE y las DJAI, y muchas otras regulaciones que traban la actividad empresarial.
◆ Reinsertarse en los mercados financieros y en el comercio internacional. Aunque podría llevar meses un acuerdo con los acreedores llamados holdouts es preciso dar en forma inmediata señales que indiquen que el gobierno argentino va a negociar con firmeza pero con responsabilidad para lograr reinsertarse en los mercados financieros mundiales.
◆ El objetivo de implementar un tipo de cambio único y flotante. Quizás lleve meses lograrlo, porque previamente se deberá recuperar el nivel de reservas ya sea por la venta de exportadores, o la llegada de financiamiento y/o desatesoramiento.
Si con los anuncios de estas medidas, y muchas otras, provoca un cambio en las expectativas de la Argentina productiva, logrará un shock de confianza que hará innecesario un proceso de ajuste. El verdadero desafío de la Argentina actual es la recuperación de los equilibrios macroeconómicos sin bajar el salario real ni generar desempleo. Entonces confianza y gobernabilidad serán dos caras de la misma moneda
* Ex presidente del BCRA en 1989 y entre 1990 y 1991.
