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Contradicciones para todos y todas

Gita Gopinath: Nº 2 del FMI, catalizador político argentino.
Gita Gopinath: Nº 2 del FMI, catalizador político argentino. | Europa Press

El entendimiento con el Fondo Monetario Internacional está actuando como el gran elemento catalítico de la política argentina. Algo capaz de disolver o de poner fin a un Estado aumentando la velocidad de reacción de sus componentes. Tanto en la coalición gobernante como en la opositora, el preacuerdo con el Fondo produjo fallas a las cuales, como en los sismos, les siguen réplicas, desacomodando lo que parecía acomodado.

Para el presidente del Banco Central que se endeudó con el FMI, el acuerdo es “el plan macrista de Alberto”

Probablemente nada vuelva a ser igual a pesar de los esfuerzos por reunir lo roto con el pegamento de los buenos modales, porque el nivel de contradicciones que liberó dejó al desnudo situaciones de difícil retorno. En la coalición oficialista las contradicciones de quienes se oponen al acuerdo con el FMI reflejan fallas pretéritas que estaban latentes a la espera de algún catalizador. Al tiempo de la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados oficialistas, en disidencia al acuerdo con el Fondo, se produce la firme declaración de apoyo al entendimiento con el organismo de la gobernadora Alicia Kirchner. También el apoyo de Axel Kicillof, cuando se le atribuía ser el mayor aportante a Instituto Patria de fuertes críticas a la gestión de Martín Guzmán, evidencia de que lo que parecía junto ya no lo estaba. Y yendo a los casos extremos de Leopoldo Moreau o Fernanda Vallejos de defaultear la deuda no pagando el vencimiento de hace diez días, desde esa perspectiva beligerante entonces convendría defaultear dentro de unos meses, simplemente no cumpliendo lo acordado después de haber logrado que el FMI devolviera los casi 4 mil millones de dólares pagados durante 2021 y así “jorobarlo” más.

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Contradicciones similares surgen cuando desde el kirchnerismo más extremo se propone modificar el acuerdo en el Congreso sabiendo que no depende de la decisión de Argentina introducir esos cambios.

En la coalición gobernante el entendimiento con el FMI ordenó los campos ideológicos del Frente de Todos: por un lado, La Cámpora y sectores más extremos del kirchnerismo; y del otro, todo el resto del panperonismo, desde Massa, los gobernadores y los sindicatos hasta Axel Kicillof y Alicia Kirchner, dándole la razón a una frase del Chino Navarro sobre que el kirchnerismo era mucho más que La Cámpora y, eventualmente, la vicepresidenta.

Juntos por el Cambio le compite y hasta supera en contracciones al Frente de Todos, solo que sus inconsistencias se expresan en menor medida por divisiones entre halcones y palomas, dado que estas últimas son más pudorosas. Esencialmente es un problema del PRO porque, con razón, el radicalismo no se siente responsable por la conducción nacional durante la presidencia de Macri.

Los duros del PRO se ponen a la derecha del Fondo Monetario Internacional exigiendo que el ajuste sea mayor. Sostienen que el total equilibrio fiscal y monetario recién se alcanzaría en 2024, imaginándose ellos en el gobierno, teniendo que hacer ese último esfuerzo, cuando en realidad sería mucho más fácil esa tarea que encontrarse en diciembre de 2023 con un país atravesado por la recesión y la caída del producto bruto, como el que dejó Macri en diciembre de 2019.

Solo una explicación lógica justificaría pedir la reducción del déficit más rápido: creer que de la forma gradual con que se acordó con el Fondo se haría posible el triunfo del Frente de Todos el año próximo y Alberto Fernández u otro candidato oficialista los vencería en las elecciones.

No es esa la visión de Máximo Kirchner, quien renuncia a la presidencia del bloque porque presume que la aplicación del acuerdo con el FMI reduce, y no aumenta, las posibilidades electorales del oficialismo, y busca preservar su capital político para 2027.

En el concierto de contradicciones del PRO se sumó la columna del siempre sincero en sus convicciones, más allá de las consecuencias, Federico Sturzenegger en PERFIL el domingo pasado, titulada “El plan macrista de Alberto”, donde sostiene que “el sendero de políticas anunciado por el Gobierno es extraordinariamente similar al programa de gobierno original de Mauricio Macri”. Continúa diciendo: “El enfoque es el mismo: un ajuste fiscal gradual acompañado por una reducción gradual en la emisión monetaria para asistir al Tesoro. Es decir que el programa macrista de Alberto repite aquello del gradualismo. Y por las mismas razones. Macri decía que necesitaba tiempo para ajustar y que el crecimiento permitiría gran parte de la convergencia. Alberto dice que necesita tiempo y que el crecimiento permitirá gran parte de la convergencia”.(...) “Alberto es más Macri que Macri. Las metas fiscales y monetarias anunciadas replican el espíritu del programa de 2015. Cumplir este programa sería sumamente positivo y expansivo para la economía. De hecho, lo fue su símil, en 2016 y 2017, cuando en líneas generales se iba cumpliendo. La pregunta ahora es si se va a cumplir. El programa gradualista de Macri fracasó cuando el mercado se convenció de que el sendero propuesto de convergencia fiscal no ocurriría. Veremos qué hace este gobierno. En algún sentido enfrenta menos riesgos, porque parte de una situación donde nadie le cree nada. De hecho, este anuncio reporta una mejora simplemente porque el Gobierno ofreció un camino de mayor racionalidad. Ojalá se cumpla”.

Al revés de lo dicho, que Argentina presidiera la Celac ayudó a destrabar el acuerdo con el FMI

Desde el PRO se criticó la visita de Alberto Fernández a Rusia y China como, hace un mes, que Argentina presidiera la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe), por su cercanía a Cuba, Venezuela y Nicaragua. El representante argentino ante el FMI y principal negociador del acuerdo, Sergio Chodos, en su reportaje largo de esta edición, cuenta que “el 7 de enero es cuando empezamos a tener claro que había voluntad de moverse”. El 7 de enero fue cuando Alberto Fernández fue elegido para presidir la Celac, supuestamente una posición útil para Estados Unidos. Chodos también dice que acordar con el FMI no es acordar solo con Estados Unidos sino también acordar con Europa y China.

En cualquiera de los casos, bienvenido el acuerdo con el FMI.