Me provoca un poco de risa y mucho de vergüenza, esta idea instalada por algunos medios según la cual el almuerzo que este lunes 17 de marzo se concretó en Roma y del que participaron solo el papa Francisco y la presidente Cristina Kirchner fue una “cumbre”. La palabra cumbre ha sido tan devaluada, vaciada y traqueteada en la Argentina que ya se aplica para cualquier cosa. Aún cuando los que van a tales “cumbres” sean sencillamente aspirantes a alpinistas.
Ninguna “cumbre” hubo en Roma. Sencillamente, fue una visita privada que no ha recogido ni tenido la dimensión de una visita de Estado. En este punto, es oportuno leer la primera plana de leer la primera plana del’Osservatore Romano de hoy. Es el diario político y religioso que expresa de manera directa a la llamada Santa Sede. La portada de l'Osservatore Romano trae cinco títulos: el más grande dice “Con el Evangelio en el bolsillo” (“Con il Vangelo in tasca”). En la “bajada”, el diario afirma: “En el Ángelus y en una parroquia, el obispo de Roma invita a leerlo todos los días y recuerda que el primer deber de todo cristiano es escuchar a Jesús”. Este es el gran título de la nota principal, a cuatro columnas.
La segunda nota en importancia esta titulada “La crisis siria amenaza al Líbano. Es cada vez más concreto el riesgo de extensión del conflicto”. Estos son los intereses del Vaticano de hoy. La tercera nota en la tapa del día en que Cristina Kirchner almorzaba con el Papa, dice “Crimea: nueva frontera. Plebiscito en el referéndum de anexión a Rusia considerado ilegal por los EE. UU. y la Unión Europea, que preparan sanciones”. El cuarto título en importancia dice “Horror en Nigeria. Habitantes de tres aldeas quemados y mutilados”. Alude a la persecución sistemática del extremismo islámico en África a los creyentes cristianos. Recién en el quinto título, en un suelto a dos columnas, dice el diario del Vaticano dice “Audiencia del Papa al presidente de la República Argentina”. La única cuestión interesante que advierto en esta crónica es que la delegación argentina fue “muy numerosa”, tal como hemos visto por televisión. Esto es lo que recoge el Vaticano a través de su diario oficial,l'Osservatore Romano.
¿Cuáles son los asuntos que hoy complican, angustian y atribulan al mundo? Por lo pronto, el plebiscito de Crimea que resolvió que esa república autónoma hasta hoy integrante de Ucrania forme parte de Rusia. Esta es, largamente, la noticia más importante para el Vaticano. Consecuentemente, prioriza la decisión de Vladimir Putin de avalar el plebiscito pro ruso en Crimea y la anexión a Rusia. Unido con esto, el mundo está pensando en las sanciones que se le van a aplicar a Rusia, como otra cuestión central. Desde luego que la desaparición del ya célebre vuelo 370 de Malaysia Airlines aparece es el otro gran título importante.
En Washington, el presidente Barack Obama recibió al presidente palestino, Majmud Abbas, el líder de Al Fátaj, los palestinos más moderados; mientras que en Gaza se ha vuelto a producir una ruptura violenta entre Hamás -el grupo islamista fundamentalista que durante largos años ejerce el terrorismo- y Al Fataj. En Siria se ha producido un serio traspié para la oposición porque el régimen sirio se apoderó de la ciudad de Yabrud, y de esa manera le propició una dura derrota a quienes luchan contra el régimen de Damasco. Esto es lo que dice la prensa, ya sea l’Osservatore Romano oThe New York Times.
En la Argentina hablamos de una “cumbre” entre Jorge Bergoglio y Cristina Kirchner. Sistemáticamente, la política argentina se vale del mundo para seguir operando desde afuera, pero con el objetivo de influir adentro del país. Un caso emblemático es la peregrinación permanente de los políticos a Nueva York. Llámense Cristina, Scioli, Macri ó Massa, les parece indispensable ir a Nueva York. Ahí son todos clientes del Consejo de las Américas, una entidad privada de lobby de cuyas reuniones nunca participan los verdaderos dueños de las corporaciones multinacionales sino funcionarios del cuarto escalón, usualmente hispano hablantes. Pero eso sí: Nueva York es, para la aldeana y provinciana República Argentina, lo mismo que los Estados Unidos: allí van todos obligatoriamente.
El Vaticano, desde la designación de Francisco, se ha convertido en otra meca. La Argentina siempre tuvo, sobre todo en su política doméstica, una gran fascinación por las mecas. Recordemos Puerta de Hierro, Madrid, cuando la visita a Perón en épocas previas a internet era una auténtica peregrinación, de la que se volvía bendecido o estigmatizado.
¿Cuáles son los temas importantes, si es que hubo una “cumbre”, que hubieran tocado Francisco y la presidente? Ninguno. Porque, por lo pronto, no fue una cumbre, no fue una visita de Estado. Dentro de pocas semanas, el papa Francisco emprende una gira muy importante a Medio Oriente que tendrá realmente repercusión internacional. Si en la propia Roma, l’Osservatore Romano concede el quinto lugar de la agenda a la noticia de que la presidente almuerza con el Papa, convengamos que tampoco para la Iglesia se trata de una gran noticia. Pero lo que es para nosotros una seudo noticia reiterada, una costumbre, una manía, no deja de revelar nuestra propia pobreza como sociedad que lleva afuera los temas de adentro para utilizar cuestiones internacionales como parte de ese funesto argentino-centrismo, según el cual todo lo que hacen los argentinos es importante. No lo es.
Llevar al mundo nuestros temas internos es apenas para el consumo farandulesco de unos medios de comunicación que normalmente suelen ignorar bastante los verdaderos dilemas del planeta, que no pasan ciertamente por el almuerzo en Santa Marta, ni siquiera por la reunión en París con el presidente François Hollande. Pero lo cierto es que esta manera de vivirauto engañándonos es penosa porque nos impide entender el verdadero orden de prioridades que existe en el mundo y asumir que nuestros módicos conflictos nacionales no tienen dimensión internacional.
Si la presencia de la presidenta en Paris con la excusa de la participación argentina en el Salón del Libro de Francia permite algún tipo de anuncio sobre las deudas con el Club de París, no deja de ser una cuestión absolutamente domestica, argentina, que solo preocupa en todo caso en las segundas líneas de las conducciones financieras de los países europeos. Sin embargo, seguimos hablando de “cumbres” y anuncios. Los noticieros de televisión presentan la historia como si se tratara de un gran acontecimiento, cuando en realidad seguimos estafándonos, convenciéndonos de que hablamos de cosas importantes en reuniones importantes, con personas importantes.
Es como viviéramos en un permanente esguince de la realidad, no el que padece la presidente ahora mismo, sino un esguince cultural e ideológico, como si todo el país hubiera pisado mal.
(*)Emitido por Pepe Eliaschev en Radio Mitre.