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PANORAMA / GESTION

De baile en baile

A Macri lo alcanza el fuego amigo. Cómo será, que el dólar pasó a ser buena noticia.

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MUCHA ‘COREO’ Mauricio Macri | DIBUJO: PABLO TEMES

Me voy a amigar con el Presidente cuando me lo saque a Garavano”, fue la brutal frase de Elisa Carrió que conmovió las estructuras de Cambiemos. Hubo azoramiento en quienes la escuchaban el jueves en el CCK. Así, la diputada quedó al borde de un Rubicón que trajo al presente el trauma de la Alianza.

La historia nos recuerda que fue en otro octubre –hace 18 años– cuando el entonces vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez renunció a la vicepresidencia de la Nación hiriendo de muerte a aquel gobierno de Fernando De la Rúa. La memoria de aquella pesadilla perturbó a algunos  integrantes de la Coalición Cívica cercanos a Carrió, quienes, presurosos, hablaron con ella  y le advirtieron sobre el riesgoso límite al que había llegado. Su respuesta, entonces, no se hizo esperar: fue tuit pidiendo disculpas y hablando de que todo había sido una broma. Lo de la disculpa se entendió; lo de la broma, no. Por eso hubo desconcierto en el entorno de la líder de la CC.

Vieja data. ¿De dónde viene la inquina de Carrió hacia el ministro de Justicia? Hay tres cuestionamientos hacia él: dos están relacionados con los desplazamientos del ex juez federal Norberto Oyarbide y el del ex camarista Jorge Ballestero. A ambos se les aceptó la renuncia cuando Carrió pretendía que se los echara de sus cargos a través de los correspondientes juicios políticos.

El tercer cuestionamiento –que es al que se le atribuye mayor gravedad– fue la contratación como asesora ad honorem del ministro –circunstancia de la que se duda– de la ex procuradora general de la provincia de Buenos Aires, María del Carmen Falbo.

Carrió ya tenía tres cuestionamientos hacia Garavano: los desplazamientos de Oyarbide, de Ballestero y también la contratación, ad honorem, de María del Carmen Falbo. 

Responsabilidades. A Falbo, que se había visto obligada a dejar su cargo luego de haber sido fuertemente objetada no solo por la diputada Carrió sino también por María Eugenia Vidal, se le atribuyen responsabiidades con todo lo que tiene que ver con el bochornoso caso del ex juez César Melazo. Se debe recordar que, junto con el camarista Martín Ordoqui –acusado también de formar parte de la organización delictiva encabezada por Melazo–, Falbo  fue defensora de Aníbal Fernández en el caso en que fue declarado prófugo por el juez en lo criminal y correccional Ariel González Elicabe.

Por eso lo que hay que decir es que, a esta hora, lo de Garavano no está terminado, sino suspendido.

Atento Mauricio. Carrió no es el único problema que enfrenta Macri. Las tribulaciones alrededor del reajuste de la tarifa del gas han puesto en superficie –una vez más– las desavenencias, las diferencias de enfoques y la falta de coordinación existentes en la gestión gubernamental. El secretario de Energía, Javier Iguacel, no dejó error por cometer en el manejo de todo este engorroso asunto. Y lo peor fue que, tal como lo había hecho hace dos años con el tarifazo dispuesto por el ex ministro Juan José Aranguren, el Presidente se subió a ese erróneo manejo. “Iguacel se cortó solo; es un irresponsable”, exclamaba con indignación un integrante del equipo económico a comienzo de semana. No era el único en ese universo. El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, también estalló de enojo. El motivo: en esas horas de disputa política con la oposición –que ya se aprestaba a organizar una sesión legislativa para derogar la aplicación del reajuste– el ministro negociaba en Bali intensamente con el FMI. Allí se estaban terminando de dar las últimas puntadas del acuerdo con el organismo que aún no ha sido aprobado por su board. Dos de las condiciones para lograr esa aprobación son el control de la inflación y el Presupuesto 2019. El reajuste motorizado por Iguacel dinamitaba cualquier posibilidad de alcanzar esos objetivos.

Lo sorprendente es lo que les cuesta a Macri y a su entorno darse cuenta de estas cosas. La reunión que hubo el lunes del así llamado G5 –integrado por Vidal, Rodríguez Larreta, Frigerio, Peña, y Monzó– fue reflejo de esos mundos diferentes que conviven en la actual administración. La discusión fuerte la protagonizaron Peña y Monzó. "Teníamos que hacerlo; es la ley", sostenía el primero. "Esto rompe todos los acuerdos que tenemos por el Presupuesto", replicaba el segundo.

“Iguacel se cortó solo; es un irresponsable”, exclamaba con indignación un integrante del equipo económico a comienzo de semana.

No fue este el único ámbito de controversia dentro del oficialismo. En la UCR también hubo voces críticas hacia el reajuste. De hecho, antes de que el Presidente decidiera dar marcha atrás con la medida, hombres clave del radicalismo hablaron con Dujovne de algunas ideas alternativas a la propuesta de Iguacel. La cumbre radical del próximo jueves en la Capital Federal tendrá en su temario el asunto de las tarifas, el presupuesto y el panorama político para el año electoral que se avecina.

Respiro en la City. La calma de la semana la trajo el dólar. El viernes cerró al valor más bajo que tuvo desde finales de agosto. "Es de no creer; consguimos parar el dólar y aparecen Iguacel y Carrió y nos complican todo", se quejaba un funcionario con despacho en la Casa Rosada que lucía en su rostro un cierto agobio.

El episodio del reajuste tarifario debería servir de enseñanza para el Presidente. Macri planteó la organización de su gobierno a la manera de una verdadera ceocracia, creyendo que iba a procurarle la solución a diversos problemas. Algo así fue lo que implementó en su primera gestión al frente de la Ciudad de Buenos Aires que, de las dos que tuvo, fue la más problemática.

Llama la atención que, a la hora de ejercer la presidencia, no hubiera aprendido esa lección. Fue un error sobre el que incluso lo alertó Sebastián Piñera. “No lo hagas; no cometas el mismo error que cometí yo”, le dijo el presidente de Chile. El campo minado que dejó el kirchnerismo, junto con la minoría absoluta de Cambiemos en ambas cámaras del Congreso y en la cantidad de gobernaciones, imponía la designación de personas poseedoras de una visión política de envergadura. Marcos Peña, Mario Quintana, Gustavo Lopetegui, Francisco Cabrera, Luis Caputo, Nicolás Dujovne están lejos de ese perfil. Las consecuencias de dicha carencia están a la vista. "El primer método para estimar la inteligencia de un gobernante es mirar los hombres que tiene a su alrededor" (Maquiavelo).

Producción periodística: Lucía Di Carlo.