El país vive en una transición sin fin. Buena parte de los políticos, los periodistas y los intelectuales lo perciben como un país "a la deriva". Sus programas se encaminan a "normalizar" un país "anómalo". Los ciudadanos se sienten como náufragos y cíclicamente pasan del desencanto a la esperanza, de la antipolítica al neopopulismo.
Este excelente análisis de situación política en realidad no es un análisis sobre la situación política en Argentina. Pertenece a un libro, compilado por Alfonso Botti (Universidad de Modena e Reggio Emilia), sobre la crisis italiana en el paso del siglo XX al siglo XXI. Su diagnóstico acerca de la "transición sin fin" también puede aplicarse a nuestro país. Para él, Italia se encuentra eternamente atrapada "entre una Primera República que ya no existe y una segunda que todavía no está".
La comparación con nuestros hermanos mayores europeos siempre resulta acertada. Argentina también es un país en una transición constante, y más todavía desde los inesperados resultados de las PASO. Vivimos en una situación inédita más allá de los números. Pese a que las elecciones aun no se llevaron a cabo técnicamente, hay un candidato que ya se siente como presidente electo, y un presidente en funciones que no acepta ver ya verse como ex presidente. Todavía quedan más de 70 días para que realmente comiencen las elecciones presidenciales
Con 19 de 24 provincias escrutadas, Alberto Fernández amplía su diferencia con Mauricio Macri
El equipo de gobierno que hasta hace unos meses se promocionaba como "el mejor de los últimos 50 años" hoy está en riesgo de irse por la puerta de atrás y abucheado. Eran los favoritos de las encuestas, que preveían un balotaje, hoy poco probable. Cometieron el error de suponer que tenían la elección controlada, y el error aún más grave de no prepararse para una derrota posible.
Por eso el golpe fue tan duro. El propio presidente pareció desde los primeros momentos incapaz de asimilarlo y hoy continúa en un estado de negación. Mientras en su equipo continúan las internas y los pases de factura, Macri decidió dar un paso al costado. Guardarse, mientras personajes hasta ahora secundarios como Carrió y Dietrich se ponen la campaña al hombro.
Es dudoso que estos cuadros tengan hoy por hoy mucho aportar. Mística, en el caso de Carrió, y un portfolio nutrido de obras públicas, asfalto, rutas, aviones low cost y trenes en el de Dietrich. Nada que pueda llenarle el bolsillo o el estómago a la gente, ni alentar las esperanzas de los mercados. Y así y todo al oficialismo no le queda otra posibilidad.
Encuesta: un 55% de los argentinos rechaza los discursos de Macri, pero no baja su intención de voto
Mientras un equipo se mete poco a poco en las sombras, el otro brilla cada vez más. Fernández ya tiene aura de campeón y es el ganador sin haber disputado ninguna elección (recordemos que las PASO son sólo internas abiertas simultaneas). El poder es un imán poderoso: periodistas, dirigentes y empresarios se apuran a saltar el cerco o directamente panquequear. Hasta Marcos Galperín (fundador de Mercado Libre), que hace poco hacía público su voto a Macri (colgándose el cartelito de yo lo voto ), esta semana corrió a reunirse con Alberto Fernandez (bajó del avión proveniente de México a verlo directamente a su oficina).
Otro tanto para los gobernadores que hace apenas unos días se mantenían neutrales o apoyaron tácitamente a Macri. Hoy el vínculo está prácticamente quebrado, y las provincias ven en Fernández la única esperanza de recuperar los fondos de la coparticipación en su futura gestión.
Parece que lo más complicado para Macri no es tanto revertir la elección de octubre como revertir la mística de la derrota. En un solo día pasó de ser el rubio de ojos celestes favorito de los mercados, del "mundo" y de los medios a convertirse en un puchimbol cuya única función a esta altura parece ser calentarle el sillón de Rivadavia a Alberto Fernández.
Cuándo y dónde se realizará el debate presidencial entre Alberto Fernández y Mauricio Macri
Estos tres años y medio de Mauricio Macri se vivieron también como una larga transición que nunca terminó de llegar a buen puerto. En este tiempo se habló mucho de reforma laboral, de reforma previsional, de reforma judicial, de las cruzadas contra el narcotráfico, la corrupción y la pobreza. Hoy, sin siquiera haber empezado a alcanzar esas metas, el Macri de hoy solo se despide bajándole el precio a la leche, yerba y arroz, un paquete de medidas demagógicas y cortoplacistas. Medidas que más que revertir la derrota, son su confirmación.
Me pregunto si un eventual gobierno de Alberto Fernández será también una larga transición inconclusa. Quizás nuestro destino como país es estar siempre en la antesala, siempre a la espera de otra cosa mejor. Crónicamente dejamos para mañana lo que podríamos hacer hoy. Me viene a la mente otra frase del libro de Alfonso Botti que se ajusta también lamentablemente a la Argentina: Lo que sale a relucir es el perfil de un país perezoso, oportunista, indiferente, sucio y sobre todo sin sentido de ciudadanía, incapaz de asumir responsabilidades, incluidas las de la historia".
ER/FF